jueves, octubre 16, 2008
Dos pizcas de Spero (en torno al arte feminista)
A propósito de la reciente exposición "Dissidanzas" de Nancy Spero en el MACBA, y de una reciente crítica que el curador vasco Aimar Arriola publicó en la revista catalana de crítica A-desk, sostuvimos un intercambio de mails con algunas objecciones rápidamente formuladas que le hacía sobre el modo en el cual elaboraba alguna de sus apreciaciones vinculadas al discurso del art feminista (norteamericano) en el marco de su crítica a la exposición.
Aimar ha tomado ahora los correos y ensamblado parte de mis comentarios (en rojo) a su texto, y lo ha colgado en su blog para sorpresa mía, así que ahora lo reposteo por si a alguien le interesa el hilo de lo discutido.
........
Una pizca de Spero / Aimar Arriola
Este es un extracto de un texto sobre la exposición "Dissidanzas" de Nancy Spero, recientemente clausurada en el Macba, que publiqué en el número de septiembre de A-Desk. Intercalo mi texto original con algunas observaciones / críticas (en color) que mi amigo el crítico e historiador limeño Miguel López me ha hecho llegar vía e-mail:
(...)
Ya he mencionado que “Disidanzas” no obvia la relación de Spero con el movimiento feminista, aunque sí falla en trazar los origines políticos del mismo. Ya en la introducción de su hoja de sala el museo presenta a Spero como pionera del “arte feminista”, sin elaborar más allá la génesis del tropo, que como sabemos – y digo sabemos, porque el propio Macba nos lo ha contado últimamente en más de un seminario, conferencia y texto publicado– se situaría a finales de la década de los 60 en torno a la figura de la historiadora y activista cultural Lucy Lippard. Sabemos también que la “invención” de ese nuevo artefacto político–arte feminista–respondía a la necesidad de distanciarse del trabajo formalista de Greenberg y compañía, que dominaba la narrativa del arte de la época, y de introducir nuevas consideraciones que emergían de lo estrictamente político y la acción social. Y sin embargo, ni los comisarios ni la institución –tanto monta– han visto necesario dibujar aquí y ahora y de forma precisa este contexto de emergencia del “arte feminista”, aunque la ocasión lo pusiera en bandeja.
"...se me hace complicado porque si bien Lippard es clave pues hacerla el ojo de la tormenta puede ser involuntariamente mitificante, y pienso que considerar que ese arte feminista respondía al formalismo greenbergiano sea también reducir las ambiciones de su agenda. De hecho la respuesta a ese formalismo existe por parte de Lippard ya en su vinculación con los que luego sería definidos como conceptuales, pensemos en su primera expo de Eccentric Abstraccion en el 66. Pienso que la ambición de lo que se podría considerar 'arte feminista' más que ser una respuesta al formalismo de Greenberg -ya venido a menos a fines de los 60s- es un golpe a cierta 'radicalidad' conceptual que sí empezaba a reiterar ciertos visos formalistas y autoreferenciales, y en particular a la institucionalidad hegemónica. Quizá parte de ese 'arte feminista' lo que hace, como dices, es responder, desbordar y contaminar políticamente cierto conceptualismo. Ya que estaremos de acuerdo que su proyección política es muy distinta a la que puede tener Joseph Kosuth escribiendo frases tautológicas en neón verde."
"...siento también que decir que el 'arte feminista' (ya que hablas de la génesis del tropo) se remonta a Lippard a fines de los 60s es tan parcial como asumir que para hablar de conceptualismo es necesario volver hasta Henry Flint en 1961 cuando acuñó 'concept art'. Suelo desconfiar de esos puntos 'fundantes' de determinadas genealogías (y por otro lado, creo que Beatriz [Preciado] tampoco lo pondría en esos términos ya que ella arrastra cosas desde el XVIII y XIX; y contrapone situaciones paralelas como el activismo sesentero de WITCH, que de respuesta a Greenberg no tenía nada). Ello implica, evidentemente, mapear por fuera del territorio yanqui, y sin saber nada de nada pues me queda la duda si acaso en inglaterra en esos mismos años no estaba sucediendo ya una respuesta paralela, o las performances de Gutai en japón, o Valie Export en austria a fines de los 60s, o las experimentaciones de las italianas (que son más que sólo Gina Pane), etc.en el contexto de tu texto es claro que te refieres a la necesidad de ampliar la reflexión sobre otras coordenadas de ese espacio 'pionero' del feminismo al cual alude el MACBA en su presentación, pero la cuestión allí es también si vale la pena preocuparnos por la 'precocidad' institucionalmente asignada de las mismas, o avanzar en su desmontaje."
Con la puesta en marcha la primavera pasada de iniciativas como el curso “El arte tras los feminismos” a cargo de Beatriz Preciado o la orientación de la segunda edición de su Programa de Estudios Independientes (2008-09) hacia ese mismo ámbito de estudio, quizás el Macba se haya auto-eximido de la carga de situar la relación de Spero con la acción feminista en su justo contexto. Un error. Porque ya se sabe que una cosa es la política expositiva y de adquisiciones de un Museo y otra sus actividades paralelas, también en el Macba. Aquí, como en otras muchas instituciones, es habitual la asimetría entre los contenidos presentados en el espacio hegemónico de las salas de exposición y los generados en sus actividades paralelas; no es lo mismo financiar la presencia de, por ejemplo, Annie Sprinkle en una actividad del subterráneo Auditori que invitarla a exponer en tus salas de Meier. Por eso no es aceptable que la literatura que acompaña a “Disidanzas” (tanto el folleto como el catálogo) insista en los orígenes políticos de la actividad de Spero y su participación en el activismo feminista, y que en la exposición este contexto quede reducido a un puñado de documentos originales relacionados con su participación en los grupos W.A.R. (Women Artists in Revolution) y A.I.R. (primera galería-cooperativa de Nueva York, de la que Spero fue co-fundadora) encerrados en una vitrina y sin cartela explicativa alguna –parte traducidos en el catálogo, eso sí–, y un registro audiovisual de media hora de la inauguración y debate posterior de la galería A.I.R. en 1972, que ni siquiera se ha subtitulado.
Leída como síntoma, la exposición “Disidanzas” puede sumarse a la larga lista de exposiciones de “artistas feministas” que de tanto en cuanto animan las programaciones de las principales instituciones museísticas para cumplir así con las supuestas cuotas históricamente reclamadas por estas. La repolitización de las prácticas conceptuales que trajo consigo el “arte feminista” a finales de los 60 se vio interrumpida dos décadas más tarde como consecuencia de la crisis del SIDA. En aquel curso monográfico mencionado arriba, Preciado planteaba la (constatable) hipótesis de que en la década de los 80 la práctica artística feminista perdió fuerza política al tiempo que surgían en el panorama una serie de artistas (Barbara Kruger, Valie Export, Adrien Piper, Cindy Sherman, etc.) que, independientemente de lo diverso de sus prácticas, fueron extraídas de sus contextos por la crítica y la museografía hegemónica para “espolvorear” los relatos historiográficos dominantes. Mucho me temo que, sin saberlo, Nancy Spero aguardaba paciente en la cola y le ha tocado su turno de ser sazón ahora, aunque a estas alturas de la historia una pizca de Spero ya sea suficiente. El propio Macba cae en su propia trampa y sitúa “Disidanzas” en una suerte de genealogía de “exposiciones feministas” al recordarnos en el folleto de la muestra que la institución también ha dedicado sendas retrospectivas a artistas como Martha Rosler o Adrian Piper (no recuerdo que el texto que acompaña a la exposición de Franscec Torres, por ejemplo, mente a otros precursores del lenguaje de la instalación a los que el centro ha dedicado muestras).
"...en el contexto de tu texto es claro que te refieres a la necesidad de ampliar la reflexión sobre otras coordenadas de ese espacio 'pionero' del feminismo al cual alude el MACBA en su presentación, pero la cuestión allí es también si vale la pena preocuparnos por la 'precocidad' institucionalmente asignada de las mismas, o avanzar en su desmontaje. Y pensando en eso, creo que tu destaque sobre ese segmento del texto donde el MACBA se enorgullece de su concatenación de exposiciones 'feministas' es revelador y puede tener más de una lectura."
Ahora que la gran revisión expositiva prevista en el museo en torno a la cuestión del arte y los feminismos parece que ha quedado en suspenso (la prensa filtró la noticia de la exposición hace un año pero con el cambio de dirección no se ha sabido más del tema), el Macba ha desaprovechado la ocasión de fortalecer esta presentación del trabajo de Spero con la situación de una porción sustancial de su práctica en el contexto político preciso en el que emergió y presentarlo en el espacio privilegiado de las salas de exposición.
"...al final señalas la oportunidad que ha perdido el MACBA de contextualizar adecuadamente ese 'arte feminista' que ha desarrollado en otros ámbitos. no obsante, yo me sigo preguntando, si acaso no convenía más darle un poco de pelea a la categoría (contra con la categoría), aunque en algún punto parezca inevitable volver a poner las cosas en su lugar."
Aimar ha tomado ahora los correos y ensamblado parte de mis comentarios (en rojo) a su texto, y lo ha colgado en su blog para sorpresa mía, así que ahora lo reposteo por si a alguien le interesa el hilo de lo discutido.
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Una pizca de Spero / Aimar Arriola
Este es un extracto de un texto sobre la exposición "Dissidanzas" de Nancy Spero, recientemente clausurada en el Macba, que publiqué en el número de septiembre de A-Desk. Intercalo mi texto original con algunas observaciones / críticas (en color) que mi amigo el crítico e historiador limeño Miguel López me ha hecho llegar vía e-mail:
(...)
Ya he mencionado que “Disidanzas” no obvia la relación de Spero con el movimiento feminista, aunque sí falla en trazar los origines políticos del mismo. Ya en la introducción de su hoja de sala el museo presenta a Spero como pionera del “arte feminista”, sin elaborar más allá la génesis del tropo, que como sabemos – y digo sabemos, porque el propio Macba nos lo ha contado últimamente en más de un seminario, conferencia y texto publicado– se situaría a finales de la década de los 60 en torno a la figura de la historiadora y activista cultural Lucy Lippard. Sabemos también que la “invención” de ese nuevo artefacto político–arte feminista–respondía a la necesidad de distanciarse del trabajo formalista de Greenberg y compañía, que dominaba la narrativa del arte de la época, y de introducir nuevas consideraciones que emergían de lo estrictamente político y la acción social. Y sin embargo, ni los comisarios ni la institución –tanto monta– han visto necesario dibujar aquí y ahora y de forma precisa este contexto de emergencia del “arte feminista”, aunque la ocasión lo pusiera en bandeja.
"...se me hace complicado porque si bien Lippard es clave pues hacerla el ojo de la tormenta puede ser involuntariamente mitificante, y pienso que considerar que ese arte feminista respondía al formalismo greenbergiano sea también reducir las ambiciones de su agenda. De hecho la respuesta a ese formalismo existe por parte de Lippard ya en su vinculación con los que luego sería definidos como conceptuales, pensemos en su primera expo de Eccentric Abstraccion en el 66. Pienso que la ambición de lo que se podría considerar 'arte feminista' más que ser una respuesta al formalismo de Greenberg -ya venido a menos a fines de los 60s- es un golpe a cierta 'radicalidad' conceptual que sí empezaba a reiterar ciertos visos formalistas y autoreferenciales, y en particular a la institucionalidad hegemónica. Quizá parte de ese 'arte feminista' lo que hace, como dices, es responder, desbordar y contaminar políticamente cierto conceptualismo. Ya que estaremos de acuerdo que su proyección política es muy distinta a la que puede tener Joseph Kosuth escribiendo frases tautológicas en neón verde."
"...siento también que decir que el 'arte feminista' (ya que hablas de la génesis del tropo) se remonta a Lippard a fines de los 60s es tan parcial como asumir que para hablar de conceptualismo es necesario volver hasta Henry Flint en 1961 cuando acuñó 'concept art'. Suelo desconfiar de esos puntos 'fundantes' de determinadas genealogías (y por otro lado, creo que Beatriz [Preciado] tampoco lo pondría en esos términos ya que ella arrastra cosas desde el XVIII y XIX; y contrapone situaciones paralelas como el activismo sesentero de WITCH, que de respuesta a Greenberg no tenía nada). Ello implica, evidentemente, mapear por fuera del territorio yanqui, y sin saber nada de nada pues me queda la duda si acaso en inglaterra en esos mismos años no estaba sucediendo ya una respuesta paralela, o las performances de Gutai en japón, o Valie Export en austria a fines de los 60s, o las experimentaciones de las italianas (que son más que sólo Gina Pane), etc.en el contexto de tu texto es claro que te refieres a la necesidad de ampliar la reflexión sobre otras coordenadas de ese espacio 'pionero' del feminismo al cual alude el MACBA en su presentación, pero la cuestión allí es también si vale la pena preocuparnos por la 'precocidad' institucionalmente asignada de las mismas, o avanzar en su desmontaje."
Con la puesta en marcha la primavera pasada de iniciativas como el curso “El arte tras los feminismos” a cargo de Beatriz Preciado o la orientación de la segunda edición de su Programa de Estudios Independientes (2008-09) hacia ese mismo ámbito de estudio, quizás el Macba se haya auto-eximido de la carga de situar la relación de Spero con la acción feminista en su justo contexto. Un error. Porque ya se sabe que una cosa es la política expositiva y de adquisiciones de un Museo y otra sus actividades paralelas, también en el Macba. Aquí, como en otras muchas instituciones, es habitual la asimetría entre los contenidos presentados en el espacio hegemónico de las salas de exposición y los generados en sus actividades paralelas; no es lo mismo financiar la presencia de, por ejemplo, Annie Sprinkle en una actividad del subterráneo Auditori que invitarla a exponer en tus salas de Meier. Por eso no es aceptable que la literatura que acompaña a “Disidanzas” (tanto el folleto como el catálogo) insista en los orígenes políticos de la actividad de Spero y su participación en el activismo feminista, y que en la exposición este contexto quede reducido a un puñado de documentos originales relacionados con su participación en los grupos W.A.R. (Women Artists in Revolution) y A.I.R. (primera galería-cooperativa de Nueva York, de la que Spero fue co-fundadora) encerrados en una vitrina y sin cartela explicativa alguna –parte traducidos en el catálogo, eso sí–, y un registro audiovisual de media hora de la inauguración y debate posterior de la galería A.I.R. en 1972, que ni siquiera se ha subtitulado.
Leída como síntoma, la exposición “Disidanzas” puede sumarse a la larga lista de exposiciones de “artistas feministas” que de tanto en cuanto animan las programaciones de las principales instituciones museísticas para cumplir así con las supuestas cuotas históricamente reclamadas por estas. La repolitización de las prácticas conceptuales que trajo consigo el “arte feminista” a finales de los 60 se vio interrumpida dos décadas más tarde como consecuencia de la crisis del SIDA. En aquel curso monográfico mencionado arriba, Preciado planteaba la (constatable) hipótesis de que en la década de los 80 la práctica artística feminista perdió fuerza política al tiempo que surgían en el panorama una serie de artistas (Barbara Kruger, Valie Export, Adrien Piper, Cindy Sherman, etc.) que, independientemente de lo diverso de sus prácticas, fueron extraídas de sus contextos por la crítica y la museografía hegemónica para “espolvorear” los relatos historiográficos dominantes. Mucho me temo que, sin saberlo, Nancy Spero aguardaba paciente en la cola y le ha tocado su turno de ser sazón ahora, aunque a estas alturas de la historia una pizca de Spero ya sea suficiente. El propio Macba cae en su propia trampa y sitúa “Disidanzas” en una suerte de genealogía de “exposiciones feministas” al recordarnos en el folleto de la muestra que la institución también ha dedicado sendas retrospectivas a artistas como Martha Rosler o Adrian Piper (no recuerdo que el texto que acompaña a la exposición de Franscec Torres, por ejemplo, mente a otros precursores del lenguaje de la instalación a los que el centro ha dedicado muestras).
"...en el contexto de tu texto es claro que te refieres a la necesidad de ampliar la reflexión sobre otras coordenadas de ese espacio 'pionero' del feminismo al cual alude el MACBA en su presentación, pero la cuestión allí es también si vale la pena preocuparnos por la 'precocidad' institucionalmente asignada de las mismas, o avanzar en su desmontaje. Y pensando en eso, creo que tu destaque sobre ese segmento del texto donde el MACBA se enorgullece de su concatenación de exposiciones 'feministas' es revelador y puede tener más de una lectura."
Ahora que la gran revisión expositiva prevista en el museo en torno a la cuestión del arte y los feminismos parece que ha quedado en suspenso (la prensa filtró la noticia de la exposición hace un año pero con el cambio de dirección no se ha sabido más del tema), el Macba ha desaprovechado la ocasión de fortalecer esta presentación del trabajo de Spero con la situación de una porción sustancial de su práctica en el contexto político preciso en el que emergió y presentarlo en el espacio privilegiado de las salas de exposición.
"...al final señalas la oportunidad que ha perdido el MACBA de contextualizar adecuadamente ese 'arte feminista' que ha desarrollado en otros ámbitos. no obsante, yo me sigo preguntando, si acaso no convenía más darle un poco de pelea a la categoría (contra con la categoría), aunque en algún punto parezca inevitable volver a poner las cosas en su lugar."
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