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De pensamiento, palabra, obra y omisión…*
Cómo sobrevivir o insertarse en un contexto cuyo proto-sistema artístico no reconoce los procesos de institucionalización y profesionalización como caminos para formalizarse y consolidarse.
Cuando miramos el escenario del arte contemporáneo en Trujillo -una pequeña ciudad al norte de Perú-, uno se pregunta cómo entender lo contemporáneo, cuando la modernización es un proceso aún inconcluso, y más aún, cómo vincular esta noción al entramado social, cultural, político, económico e ideológico.
Estas cuestiones no han sido necesariamente aspectos sobre los cuales se haya reflexionado o ensayado, extrañamente se han mantenido al margen, casi sin suceder... Pareciera que desde siempre existió la noción de entender el arte como un sistema, de Eco hasta Acha (1) ha persistido la idea de abordar el arte dentro de un entramado, un complejo, una red. En ese sentido y a pesar de su previsible e inevitable destino, el sistema artístico trujillano no ha sucumbido: la producción no ha cesado, los reconocimientos tampoco. Sin embargo la percepción del conjunto no corresponde a ese aparente bienestar.
Más preguntas para el camino: ¿cómo es posible que sobreviva a pesar de la inexistencia formal de galerías de arte, de la endeble crítica de arte y de la precaria actividad curatorial?
La respuesta instantánea podría estar relacionada con lo contundente e inquebrantable del paradigma “sistema”. Las galerías reconocidas como activadores del mercado, los críticos como puentes entre los artistas y el público y la curaduría como el eslabón entre la tradición y lo legítimamente contemporáneo, son presencias que el contexto trujillano pareciera no reclamar.
Mientras la globalización institucionaliza el mercado como un aparato en torno al cual se alinean y operativizan los demás componentes del sistema artístico, en Trujillo persisten la visión y el ejercicio fragmentario. ¿Quién o cómo soporta su funcionamiento y cómo se dinamiza, finalmente?
¿Toda acción no supone una reacción? Esta situación puede ser explicada, en parte, por el sentido idiosincrásico trujillano construido en base a la herencia familiar y el apego a la tradición, donde el temor al cambio es el rasgo más evidente y característico, sobre todo ahora que los cambios se experimentan abruptos y contundentes (2). Al revisar y enfrentar los aparatos culturales de legitimación social encontramos que el arte reproduce estas dinámicas sociales e idiosincrásicas.
Al explorar el sentido del arte en Trujillo, las coordenadas se alteran como una brújula desorientada por la fuerza de un imán, aparentemente, incógnito y abrumador. Entonces, ¿de qué representatividad e identidad puede hablar el arte, es posible acaso revisar estos valores en Trujillo?, y como en un tubo de ensayo, experimentar sus fisuras o su endeble accionar.
Artistas que a pesar de no encontrar canales formales de difusión casi no han experimentado alternos; espacios manejados desde el empirismo y la informalidad, en extremo subjetivos y despreocupados de su entorno; una crítica de arte que linda con la desinformación o desconoce referencias históricas mínimas.
Es paradójico y hasta sintomático haber estado en el taller de crítica que dictó la plataforma A-desk en Lima, escuchando a artistas y curadores locales quienes testimoniaban sus posiciones frente o en el sistema artístico, o denunciaban su sentido selectivo o marginador. Lo cierto es que el arte en Trujillo ha encontrado formas de sobrevivir al sistema. Podríamos ser como un caso de estudio.
Si alguien se anima a indagar en esta, aparente, inusual experiencia, son sólo 8 horas desde Lima y podría, con tranquilidad, experimentar nuestra precaria institucionalidad, incierta profesionalidad y vivir en el borde de la informalidad. Todos están invitados.
*Este texto es una aproximación de uno más amplio que será presentado como un panorama de las artes visuales en Trujillo.
(1) Juan Acha fue un estudioso y crítico peruano afincado en México, cuya visión y explicación del proceso artístico estaba enmarcada en la producción, circulación y consumo.
(2) Desde hace dos años, aproximadamente, Trujillo experimenta cambios en su estructura económica (inversiones) y social (migraciones).
3 comentarios:
manya
Efectivamente somos un caso de estudio. Un caso de estudio que se remonta a 1990 cuando apareci{o el grupo Grito y luego en al d´cada siguiente el Salon Nacional CocaCola. Pero en 1997 tuvo lugar en Trujillo la exposici{on de los "Jóvenes Artistas Británicos" con el conceptualismo como pauta y al mismo tiempo se presentaban en la galería del entonces ICPNA "A ver pues" y luego al muestra "Pacto con un momento incierto" con la participación de Jano Cortijo, Alice y José Carlos Orrillo. Todo este desarrollo extraordinario gracias a estos grandes artistas y muchos más han ido estableciendo un sitial especial en Trujillo. Aquí se hicieron cosas casi al mismo tiempo que en Europa y al mismo nivel. Solo que somos una pequeña ciudad. A mi me tocó la parte de dejar registrada esas exposciones en el diario de la ciudad. Pero eso fue un sueño que se terminó. Hoy partece que funciona tdo como reflejos en silencio. Pero resistimos. Y esta página lo demuestra. Trujillo tiene un espíritu. No lo ha tumbado el tiempo. No lo ha llevado el viento. Está inmerso en el inconsciente de los creadores. Cómo? Es un caso de estudio. Estudiar un ensueño ¿Es posible? Entre tanto la situación trágica impone deberes nuevos a los creadores que tienen ante sí mensajes nuevos que enviarnos, que decirnos y que expresar y denunciar. El espíritu en Trujillo no se puede nrendir ni lo hará. Alfredo Alegría Alegría
Alfredo Alegría Alegría
Alice que quieres decir con endeble crítica de arte en Trujillo ¿Al hecho de que ya bo existe un espacio donde escribir o a la calidad endeble de quien escribe que he sido desde 1978 quien ha ido registrando el proceso. Endeble. Quisiera que me explique eso para poder mejorar. No creo que Jsé Carlos piense eso. Me gustaría que opines al respecto
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