sábado, octubre 14, 2006

Como vivir juntos - por José Roca

La plataforma web de crítica de arte Salon Kritik ha colgado hoy en su espacio dos textos referidos a la Bienal de Sao Paulo, inaugurada pocos días atrás (y a la cual dedicara un comentario sobre la participación de Raimond Chaves y Gilda Mantilla). El primero es una mirada actual de Carlos Jiménez que puede ser leída aquí. El otro, escrito al parecer algún tiempo atrás, es un texto del crítico y curador colombiano José Roca, co-curador de la Bienal.
Y lo cuelgo porque me parece significativo en tanto revisión personal -siendo curador del evento- de las reestructuraciones que esta nueva edición plantea, lo cual además nos dará posible soporte de discusión sobre su efectividad conceptual en el emplazamiento real de la Bienal. Debo decir desde ya que siento mayor afinidad con este tipo de programa discursivo, a diferencia, por ejemplo, de lo trazado por Alfons Hug en la Bienal pasada. Lo reproduzco íntegro y que cada uno saque sus conclusiones.
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Cómo vivir juntos: La 27 Bienal de São Paulo
por: Jose Roca


A pesar de que nadie niega el rol privilegiado que juegan las bienales en la difusión de las prácticas artísticas contemporáneas, el modelo Bienal ha sido duramente cuestionado por su supuesta contribución a la banalización del arte contemporáneo, al establecer un campo homogéneo - independientemente del contexto - que neutraliza hasta las prácticas más críticas al subsumirlas en un formato que favorece la espectacularidad; un modelo que se ha convertido en algo ubicuo, genérico y repetitivo.

¿Es posible reinventar el formato Bienal?, ¿Puede ser re-pensado en sus lineamientos básicos, como muchos hemos hecho en el pasado? (1), o ¿debe ser reemplazado por algo totalmente nuevo, como había propuesto el equipo curatorial de la malograda Manifesta 2006? (2)

La 27 edición de la Bienal de São Paulo abre en octubre próximo. Esta versión intenta justamente repensar el modelo, para responder mejor a la situación actual del medio artístico, y será muy diferente de las anteriores debido a que involucra una serie de cambios radicales al sistema global que ha gobernado la Bienal desde sus inicios en los años 50.

Algunos de estos cambios son estructurales, comenzando por un concurso para elegir el curador -en oposición al sistema anterior, en donde era designado por un comité-. Al instalar un proceso democrático y delegar en un jurado internacional la escogencia de los candidatos, la junta organizadora de la Bienal se sujetó a la decisión que tomara este grupo de expertos. Esto permitió la aparición de proyectos muy radicales; pues, como se trató de un concurso, los curadores invitados tuvieron la libertad de proponer cualquier cosa que consideraran pertinente, incluyendo el cuestionamiento de la estructura misma de la Bienal.

El proyecto ganador fue el propuesto por la curadora e investigadora Lisette Lagnado, quien conformó un equipo internacional de curadores que incluyó a los también brasileños Cristina Freire y Adriano Pedrosa, la española Rosa Martínez, y quien escribe estas líneas. También forma parte del equipo el alemán Jochen Volz, como curador invitado del núcleo dedicado a Marcel Broodthaers.

La nueva estructura rompió con una tradición de medio siglo, heredada de la Bienal de Venecia: las representaciones nacionales. Este sistema establecía al menos dos jerarquías perversas: entre los artistas de países con gran apoyo económico, y aquellos que llevaban o producían sus obras con recursos propios y de manera precaria; y entre los artistas escogidos por la curaduría de la Bienal y aquellos propuestos por curadores o funcionarios locales en cada país, que eran muchas veces subestimados al considerárseles a menudo como escogencias políticas sin relación estrecha con los temas de la Bienal.

En ausencia de representaciones nacionales, el trabajo de escogencia de todos los artistas de la 27 Bienal estuvo a cargo del grupo curatorial, que efectuó largos viajes de pesquisa en más de sesenta ciudades y en todos los continentes, para poder realizar esta labor a cabalidad.

Otra novedad en esta Bienal es que no habrá lo que anteriormente se denominaba Núcleo Histórico. Estas exposiciones monográficas, que usualmente se instalaban en el área climatizada del pabellón y que en consecuencia quedaban desmembradas del resto de la Bienal, eran una manera de darle una genealogÌa histórica al postulado curatorial. Si bien tenemos plena conciencia de la importancia de una base histórica, decidimos desde el comienzo que aquellos artistas que habrían constituido el núcleo histórico serían considerados parte de la exposición, y que su obra entraría en diálogo con los demás artistas invitados a la Bienal. En consecuencia, Gordon Matta-Clark, Marcel Broodthaers, Ana Mendieta, el artista autodidacta brasilero Hélio Melo estarán estructurando áreas de la Bienal dedicadas a la discusión sobre arquitectura, intercambios, reconstrucción, vida colectiva o territorio, algunos de los ejes conceptuales más relevantes que guiaron nuestro proyecto.

El Programa Ambiental de Hélio Oiticica está en el corazón de la estructura conceptual de la 27 Bienal de São Paulo. En palabras de Lisette Lagnado, “al ser un proyecto con un sentido ético y social, [el programa de Oiticica] resuena hoy aún más que cuando fue formulado. (…) Sin embargo, esta Bienal no exhibe ‘piezas’ de Oiticica, sino que intenta más bien hacer visible su pensamiento”. Dos ejes principales estructuran la 27 Bienal: una voluntad constructiva, en el sentido que Oiticica le da al artista como constructor de sociedad, y un adiós al esteticismo, que hemos llamado “Programas para la vida”.

Dado que a Oiticica le interesaba la creación de relaciones entre arte y vida, nos pareció apropiado incluir las reflexiones de Roland Barthes sobre la creación de comunidades contingentes, tal como fue propuesto en los seminarios que dictó en el College de France en 1976-77. De hecho, el título de nuestra Bienal es tomado de Barthes: “Cómo vivir juntos”. Barthes apropia de Jacques Lacarriére el término “idiorritmia” (del griego Idios, propio, y Ritmos, ritmo). La pregunta central de Barthes resuena en nuestro proyecto: ¿es posible vivir al ritmo propio del individuo y a la vez mantener un sentido de comunidad que no esté determinado por una norma social rígida? Barthes se adentra en la literatura, la mitología, la sociología y la historia para extraer aquellos momentos en que existe un sentido de comunidad -pero aquel que reconoce el libre albedrío del individuo- desde el claustro al sanatorio, del burdel a la mesa, analizando aquellos momentos en los que se establece una comunidad temporal.

En lo que respecta a la exhibición en sí, hemos tratado de hallar un balance entre obras nuevas y ya existentes, presentando lo que hemos llamado mini-survey: un grupo de obras anteriores que dan un contexto apropiado para ver la obra reciente y entender las poéticas del artista en un sentido más amplio que lo que puede proveer una obra singular. Todos los artistas están produciendo al menos una pieza nueva para la Bienal. Diez de ellos están trabajando en residencias de tres meses en São Paulo, Recife y Rio Branco. Estas residencias permiten tener una comprensión más profunda del contexto brasileño, y -en sincronía con la estructura conceptual de la Bienal que favorece el intercambio entre arte y vida, artistas y no-artistas- dan algo a las comunidades a cambio del saber que ellas proporcionaron, en forma de conferencias, talleres, seminarios y trabajos colaborativos.

A pesar de que la Bienal abre como exhibición en octubre de 2006, ha venido sucediendo como evento desde enero de este año, cuando se realizó el primero de seis seminarios. De esta manera la Bienal deja de ser un espectáculo efímero que sucede en dos meses e inicia una discusión que intenta ir más allá de la exhibición. Estos seminarios de dos días, organizados por cada uno de los curadores, reúnen artistas, críticos y académicos locales y extranjeros en torno a los temas principales que estructuran la Bienal, y han sido tremendamente exitosos en términos de asistencia y debate crítico.

La 27 Bienal de São Paulo intentará mostrar que es posible mantener una proyecto relevante y una posición crítica desde de una institución, pues todo formato es susceptible de ser re-trabajado si hay un proyecto coherente y una voluntad de ir más allá de los límites propios que impone toda estructura institucional. El tiempo dirá si estas propuestas fueron o no exitosas.

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NOTAS
1.Me refiero a la Trienal Poli/gráfica de San Juan, que co-curé en 2004 en Puerto Rico, que propuso repensar la antigua Bienal de Grabado como un evento que investigaba la presencia de lo gráfico en la práctica artística contemporánea.

2. Los curadores propusieron reemplazar el formato de gran exposición por el de una universidad temporal, invitando a un número importante de artistas, curadores y críticos a que dictaran conferencias e hicieran talleres con la comunidad de Chipre. Por razones puramente políticas, los curadores fueron despedidos y el proyecto abandonado.

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