Una entrevista con el alcalde (vía canal N), hoy por la mañana, puede verse aquí. El blog Playas de Barranco también difundió el inicio de la campaña, hablando de las "Firmas contra el MACantro", un insulto innecesario que rechazamos. Y a varios meses de iniciada esta disputa tiene pocos horizontes de solución inmediata dada la polaridad de algunas posiciones, incluida la del alcalde. Los vecinos tienen derecho de estar en desacuerdo, pero esta discusión larga por el terreno ha hecho también imposible que -pensando en la factibilidad del Museo- pueda articularse un intercambio necesario en torno a la proyección educativa, política y cultural que podría tener en su contexto. Y más aún en una ciudad donde otro proyecto museal viene también avanzando de forma sostenida en las reformas estructurales de su arquitectura (el MALI - Museo de Arte de Lima), lo cual debería exigir por lo menos algún tipo de intercambio crítico en la escena que no esté basado en la defensa de sus respectivas iniciativas.
Lo peor de esta polémica en Barranco es que por momentos la situación ha caído en una batalla moral, como si de una cruzada por el 'bien' común se tratase (representada aleatoriamente por ambos bandos). No obstante, al margen de discrepancias o simpatías, valdría la pena asumir por un momento el reclamo de estos vecinos como una posibilidad para pensar la relación institución y públicos de una forma distinta. Estoy pensando en un modelo de institución comprometida en la construcción crítica (y política) de esos públicos, y que no solo entienda su papel como de administración de un espacio, o de gestión de determinadas exposiciones y artistas.
Ese tipo de construcción crítica de públicos es algo que, por ejemplo, el MALI aún no ha logrado: habilitar un espacio desde donde redefinir lo artístico, dotando colectivamente herramientas de confrontación, y fomentando sujetividades capaces de desjerarquizar las formas en las cuales viene concebida la experiencia artística. Parece fácil así dicho pero está claro que no lo es. Ello pasa por su reconocimiento como agente político transformador, y no únicamente como un lugar de esparcimiento y/o de formación unidireccional. Es decir, un Museo interesado en renegociar permanentemente sus marcos tradicionales de visibilidad y comprometido con la impugnación del propio lugar del arte al interior de los procesos sociales. Algo que obviamente no se agota en la programación de exposiciones -en eso su labor ha sido excepcional- sino en imaginar nuevas formas de activar políticamente, desbordando permanente sus límites.
Ello implica, por supuesto, un serio de trabajo de deconstrucción que permita poner en riesgo su propio lugar, su posición en el medio, dislocar su propia hegemonía. Estoy pensando en un Museo como un lugar de agitación: no una plataforma de conciliación estética sino todo lo contrario, un espacio de disenso, donde repolitizar y apuntar a nuevas formas de sociabilidad. Pero ¿es acaso posible? ¿Cómo pensar o propiciar localmente -mas aún ahora, en este proceso de (re)construcción material de ambas instituciones- un Museo productor de imaginarios radicales, críticos, políticos?
2 comentarios:
"Ello implica, por supuesto, un serio de trabajo de deconstrucción que permita poner en riesgo su propio lugar, su posición en el medio, dislocar su propia hegemonía. Estoy pensando en un Museo como un lugar de agitación: no una plataforma de conciliación estética sino todo lo contrario, un espacio de disenso, donde repolitizar y apuntar a nuevas formas de sociabilidad. "-----
Tienes noticia de algún "Museo" en el mundo que haga eso?-- pasate el link si es que es asi. yo siempre he pensado que esa clase de acciones se dan en otro lado fuera de la institución museística.... quizá es más probable que esas características estén pasando ahora con todas las trifulcas pro y anti museo que con la instalación de un "nuevo Museo" en la ciudad-- un abrazo y saludos
hola alán, de hecho una de las cosas que intenté decir en el post es que la propia discusión en torno al pro/anti museo al ser un enfretamiento político debe permitir reconsiderar la relación y dinámicas habituales que establece el museo con los públicos (que no asumo como meros 'consumidores').
voy a intentar colgar otro post aclarando esto, pero te comprendo cuando dices que siempre has pensado que "esa clase de acciones" de impugnación y disidencia están fuera de la institución museística. pero pienso que el momento es momento preciso para volver a pensar aquellas políticas institucionales, y me preguntar en voz alta cómo pensar un museo local comprometido con esa construcción crítica de subjetividades.
y de hecho sí me vienen a la mente algunos museos con esa voluntad, pero no tiene sentido comparar porque cada contexto exige sus propios procesos de elaboración. lo que sí: me rehuso a renunciar a esa dimensión del museo sin que siquiera se haya intentado. es necesario pensarlo. la cuestión es si realmente nos importa que exista un espacio así.
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