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sábado, noviembre 12, 2011

Reflexiones acerca del trabajo de Teresa Burga - Eliana Otta

Reproduzco el hermoso texto de Eliana Otta, leído en la presentación del libro Teresa Burga. Esquemas. Diagramas. Intervalos. 7.9.10, realizado el pasado lunes 31 de octubre en el ICPNA de Miraflores.

En la presentación nos acompañaron el crítico Jorge Villacorta, la artista Gilda Mantilla y la artista Eliana Otta. Más información sobre la exposición aquí, y sobre su secuela en Stuttgart, Alemania, aquí.

Mil gracias a todos los que asistieron a la presentación!
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Reflexiones acerca del trabajo de Teresa Burga
Eliana Otta



Este año la revista Somos cumplió 25 años y editó un número especial en el que resumió su visión del Perú en las categorías en las que suelen dividir las publicaciones locales los complejos entramados que prefieren ignorar cuando no aportan a sus discursos mercantiles de turno. Aunque cada vez hay menos que leer en esa revista, han habido momentos en los que ha tomado el pulso a la escena local, como parte de uno de los periódicos en lo que algún rezago de crítica artística ha podido subsistir.

En el recuento mencionado, el repaso a las últimas dos décadas de producción artística no incluía el nombre de una sola mujer. En las dos páginas dedicadas a la “cultura” la única imagen de una mujer era la de Blanca Varela. Esta exclusión es sintomática de las condiciones de los sistemas del arte en el país y su relación con los medios de comunicación, activos generadores de un parnaso de prominentes figuras masculinas de gran demanda en el mercado. Es por eso que no es de extrañar el perfil bajo que la trayectoria de Teresa Burga ha mantenido hasta que Miguel López y Emilio Tarazona decidieron, afortunadamente, investigarla.


Sobre todo cuando sabemos que desde el inicio de su carrera, Teresa asumió su quehacer como algo que existía ajeno a los vaivenes y tendencias de la compra y venta. Sin preocuparse por un reconocimiento traducible en lo mediático o lo tasable, su uso del tiempo parece haber obedecido a un ritmo muy particular, totalmente maleable a sus necesidades de experimentación. Quizá cargado de la densidad del tiempo cuyo transcurrir se hace notar al emplearse en actividades impersonales o monótonas, como las que podía realizar en las aduanas, donde trabajó gran parte de su vida para mantener la independencia que le permitió llevar tan lejos la “improductividad” del trabajo artístico.


Cuando conocí a Teresa en el 2007 para restaurar la “cama-mujer” que se mostraría en la exposición “Arte Nuevo”, me sorprendió la desafección con la que se expresaba sobre las creaciones, que conservaba entonces aún en desorden, por diferentes partes de su casa. Años de existir sin recibir atención o comentario alguno contrastaban con la gran emoción que Miguel y yo compartimos entonces al descubrirlos. La ausencia de interlocutores que había caracterizado su proceso artístico, contrasta también enormemente con el espacio que su aparición en la historia del arte peruano reciente llena para personas como yo, que encontramos de pronto un importante referente hacia donde mirar y que podemos alegrarnos y enorgullecernos de sentirnos en cierta manera herederos de algunas de sus preocupaciones y estrategias.



Pero una mayor difusión de su obra no hará que Teresa cambie su forma de contarla, pues para ella parece haber sido siempre natural tener una idea y llevarla a cabo, y no parece encontrar mayor mérito en este hecho. ¡Como si para todo el mundo fuera lo normal ver hecho realidad algo que imaginó!, ¡Como si todo el mundo se atreviera a probar tantas maneras de hacer las cosas, tantos lenguajes y códigos distintos! ¡Como si fuera lo habitual despreocuparse de categorías, etiquetas, expectativas ajenas y de las estructuras del contexto! Por eso creo que en la foto frontal de “Informe autorretrato”, Teresa se ríe ligeramente. Sabe que está concretando otra idea y que de esa podrá pasar a otra, porque tal como cita Marie-France Cathelat a Mercedes Cabello en el libro, “toda idea invita otra mayor que la ha de suceder”.


En este caso podemos ser testigos de la variedad de recursos con los que Teresa materializó lo que miraba y pensaba. Y en el conjunto de piezas que he conocido a través del libro me sorprendió encontrar la “Estructura Propuesta Sonido”: partituras realizadas en base a un poema de, nuevamente, Blanca Varela, con quien creo que Teresa comparte la discreta concisión de quien mira con distancia, atentamente, los fenómenos pero sin pretender traducirlos o explicarlos. Los disecciona y ofrece pistas, señalamientos específicos, aparentemente desapasionados pero que expresan latencias, pulsiones de un compromiso vital de orden mayor, de una voz que no se debilita por existir solitaria y cuyos caminos tocan sutil pero íntimamente a quienes están a la escucha.

Desde hace un tiempo vengo pensando qué preguntas deberían incluirse si se hiciera una nueva versión de “Perfil de la Mujer Peruana”, a 30 años de su elaboración, por parte de Teresa y Marie-France Cathelat. Aquel proyecto inclasificable por ser participativo, de investigación, procesual, editorial y expositivo abarcó un abanico de temas cuya actualidad y carácter de urgencia, respecto a los temas sobre los que llamaba a la reflexión, lamentablemente, se mantiene casi inalterada. Tres décadas después de que esta artista y esta investigadora se unieran para tratar de poner en debate cuestiones tradicionalmente invisibilizadas en nuestro país respecto a los alcances y límites del rol de la mujer en la sociedad, la primera candidata presidencial con reales posibilidades de ganar, usó su condición de mujer y de madre como garantes de una honestidad y confianza que poco tenían que ver con su prontuario y el de su partido. Así también, las recientes opiniones que declararon la inutilidad del Ministerio de la Mujer al habérsele quitado la responsabilidad de los programas sociales, evidencian la preeminencia del imaginario que equipara mujer con familia e, independientemente de la pertinencia de dicha institución, muestra una alarmante indiferencia hacia la agenda pendiente en temas de género. En el año 81,

“Perfil de la Mujer Peruana” planteó abiertamente preguntas que hoy son aún consideradas tabú, y que son ineludibles para alcanzar la autonomía de la mujer para empezar, respecto a su propio cuerpo.

En ese sentido rescato el comentario de Mirko Lauer, cuando en el libro sostiene “mi impresión es que lo que nos están diciendo es: nosotras podemos hablar en términos artísticos sobre la mujer y decir cosas más importantes, más interesantes y más relevantes de las que probablemente 120 años de lienzos en este país han presentado. Nosotras estamos en condiciones de superar esta visión artística de la mujer en el Perú e ir más allá de lo que la vista da, ir más allá del ojo, y hacer una especie de corte transversal de esta realidad y, gracias al recurso de liberar el arte de la pura visibilidad, del recurso básicamente primitivo de presentar la imagen pintada, crear un conocimiento de tipo nuevo.”

Leer esta cita de hace treinta años me hizo recordar algo que leí hace tres meses en la introducción que Pablo Oyarzun hace a su traducción de “El Narrador” de Walter Benjamin: “el índice fundamental del “presente” es la complejidad de las relaciones que constituyen el mundo moderno, una complejidad que impone por doquier el trabajo de la mediación (…) El mundo como obra humana desplaza a la obra de arte como reflejo del mundo (…) De ahí que también la única vía por la cual sea posible hacerse cargo de tal complejidad, llevando a la concreta realización de ese mundo como espacio histórico de la libertad realizada, es la misma que está en las bases de su progresiva construcción, es decir, el desarrollo pleno de la reflexión. Esta, en un sentido general, podría referirse al modo de producción del mundo moderno en cuanto tal, cuya experiencia matriz tendrá que ser, de ahora en adelante, reflexiva, no reflejada.”

Admiro a Teresa porque ejerció libremente el desarrollo pleno de la reflexión y lo seguirá haciendo, según me han contado. Admiro a muchas artistas mujeres que no salen en recuentos pues carecemos de espacios serios de crítica de arte. Y admiro a muchos artistas hombres que también liberan con su quehacer las posibilidades del arte y el conocimiento, siguiendo sus intuiciones solitarias hasta volverlas algo para compartir, como han hecho Miguel y Emilio con este libro y con las exposiciones por las que conocí el trabajo de Teresa. Agradezcamos que su trabajo no está disperso en casas particulares, si no que es un cuerpo complejo y disponible para ser mostrado y pensado por fin, como lo merece.



lunes, octubre 11, 2010

Un documento de sí misma - Gonzalo Galarza Cerf

Reproduzco una nota sobre la exposición retrospectiva Teresa Burga. Informes. Esquemas. Intervalos. 17.9.10, publicada ya hace varias semanas en El Comercio. La exposición va hasta el 17 de octubre en las salas del ICPNA de Miraflores, y hasta el 7 de noviembre en las salas del ICPNA de San Miguel. La nota es de Gonzalo Galarza Cerf.
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ANTOLOGÍA. “Teresa Burga. Informes. Esquemas. Intervalos.17.09.10”

Un documento de sí misma

RESCATAR LA OBRA Y FIGURA DE TERESA BURGA TOMÓ A EMILIO TARAZONA Y MIGUELPEZ CUATRO AÑOS. EL RESULTADO LO VEMOS EN DOS EXPOSICIONES QUE EVIDENCIAN LA AUDACIA Y ENTREGA DE UNA MUJER CLAVE EN EL ARTE PERUANO DE LOS AÑOS 60, 70 Y 80

Por: Gonzalo Galarza Cerf
Domingo 19 de Setiembre del 2010

La imagen detalla casi exhaustivamente a la persona: aparece Teresa Burga (Iquitos, 1935) de frente y de perfil. Sus datos. El día en que se hizo el autorretrato: 9 de junio de 1972. Los otros índices de perfil hechos con lápiz sobre papel. El levantamiento topográfico de su rostro resuelto con operaciones logarítmicas (antes de estudiar Arte en la PUCP se graduó como arquitecta en la UNI). Al costado, las mismas imágenes de su cara cubiertas con papel milimetrado: cotas que nos indican la distancia de su nariz a los ojos y más detalles de estudio. La pieza se llama “Informe de rostro” y es, conjuntamente con las otras dos (informe de corazón y de sangre), una de las obras conceptuales más paradigmáticas del arte conceptual peruano para los curadores de “Teresa Burga. Informes. Esquemas. Intervalos. 17.09.10”.

Dicen Emilio Tarazona y Miguel López: “Se junta en ella una obsesión en el tiempo por crear documentos no solo en el dibujo sino también un documento de sí misma a través de todas las vías posibles de representación no subjetiva. Hay una suerte de desconfianza en su trabajo con la representación, por eso hay como un guiño con la serie Lima imaginada. Es una especie de cerrar los ojos y buscar otros medios de representación mucho más veraces de la imagen que te bota la realidad. Además en su obra hay un rechazo a la tradición expresionista del arte de esos años”. Es curiosa esa obsesión por la objetividad y el registro de sí misma como estudio para alguien que tras su aparición en el año 65 y su última muestra del 81 con un comprometido y crítico proyecto titulado “El perfil de la mujer peruana” (hecho con Marie-France Cathelat, en el que participaron especialistas de distintas áreas y que tuvo como resultado un libro y una exposición) desapareció de la escena hasta hacerse completamente invisible.

Eso fue lo que encontraron Tarazona y López hace cuatro años: un vacío. Cuando se les ocurrió trabajar sobre la artista peruana apenas la conocían. Burga empieza a exponer en el 65, con grabados sobre su “Lima imaginada”. Previamente había hecho pintura expresionista y después había girado hacia el arte pop con el grupo Arte Nuevo, que encabezaba la vanguardia peruana de ese período. Después parte a EE.UU. a estudiar gracias a una beca y cuando vuelve se entrega al conceptualismo.

“Su obra ha estado casi oculta durante esas décadas y poder recuperarla es también intentar decir que es necesario volver a esos años y repensar en cómo se ha escrito la historia del arte durante todo ese tiempo y ver qué se ha privilegiado”, apuntan los curadores.

Reconstruir la memoria de Burga incluye haber recuperado dibujos, fotografías, partituras, videos, objetos pop, instalaciones, slides, planos y estadísticas. Piezas agrupadas en dos salas y que evidencian su exploración sobre los límites del lenguaje y ese obsesivo registro del tiempo en el proceso de creación. ¿Por qué, tras dos estallidos en los 60 y 70, y esa exposición en los 80, desaparece? “El resto de su obra más conceptual y experimental no tenía un soporte. Y hasta hoy no lo tiene. Es demasiado atípico”, resuelven Tarazona y López, quienes han rescatado a la persona y a la artista comprometida.


MÁS INFORMACIÓN

Lugar: Galería del Icpna. Dirección: Av. La Marina 2469 y Av. Angamos Oeste 120, Miraflores. Horario: de mar. a dom. de 11 a.m. a 8 p.m. Entrada: Libre.

martes, octubre 05, 2010

Exposición retrospectiva de Teresa Burga en Lima

Por el mínimo tiempo que he tenido estas últimas semanas no he podido ni siquiera anunciar la exposición retrospectiva de Teresa Burga que curamos, Emilio Tarazona y yo, en las galerías del ICPNA de San Miguel y del ICPNA de Miraflores. Fue un trabajo largo, derivado de las investigaciones iniciadas por ambos en 2006 sobre experiencias críticas locales poco documentadas, y en este particular caso, asociadas al arte conceptual y experiencias desmaterializadas desde los años 60 en adelante. Esa iniciativa conjunta nos permitió presentar en marzo de 2007 la exposición La Persistencia de lo Efímero. Orígenes del no-objetualismo peruano: ambientaciones / happenings / arte conceptual (1965-1975), la cual exhibió un conjunto amplísimo de documentos, registros, fotografías y obras que habían sido escasamente discutidas o del todo desconocidas por la historiografía del arte. En aquella ocasión, la obra de Teresa Burga tuvo una presencia importante en particular con la obra Autorretrato. Estructura. Informe. 9.6.72 (1972), la reconstrucción de Obra que desaparece cuando el espectador trata de acercarse (1970), y varias piezas conceptuales sobre papel y fotografías realizadas por la artista en Chicago durante 1970 y 1971. Y desde entonces fue evidente para nosotros la importancia de empezar a reconstruir aquel itinerario que llegaría hasta los 80, tan relevante como injustamente olvidado.

La exposición retrospectiva que aquí presentamos, bajo el título Teresa Burga. Informes. Esquemas. Intervalos. 17.9.10, es así parte de un proyecto mayor de recuperación de fuentes de esos años y lectura crítica de nuestro pasado reciente. La exhibición permite además presentar un conjunto muy numeroso de obras y proyectos que, por distintos motivos, no llegarían a ser exhibidos públicamente --es significativo advertir que gran parte de su producción en Lima se produce en los años del gobierno velasquista y sus postrimerías. Una obra que desde sus comienzo inició una persistente investigación sobre las posibilidades de la representación, vinculándose al llamado conceptualismo desde los tempranos 60, y desde entonces poniendo en marcha un proceso enérgico de disolución del soporte y experimentación estética contaminada por las teorías del lenguaje y los análisis científicos. Reproduzco aquí nuestro texto escrito para el tríptico de la muestra y además algunas pocas fotografías (tomadas al vuelo por Dorota Biczel) de ciertos pedazos del montaje.

La exposición se presenta en la Galería ICPNA San Miguel hasta el 7 de noviembre, y en la galería ICPNA Miraflores hasta el 17 de octubre.
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TERESA BURGA
INFORMES. ESQUEMAS. INTERVALOS. 17.9.10

Esta exhibición antológica resitúa la presencia decisiva –tanto por su audacia experimental como por su lucidez– de una trayectoria que ha resultado un caso marginal e inexplorado para la historia del arte peruano contemporáneo. La obra y proyectos de Teresa Burga (Iquitos, 1935) aquí desplegados no se proponen simplemente ampliar los referentes de una narrativa ya consolidada, sino sacudir los criterios a través de los cuales –a falta de un debate e investigación continuos, coludido con una empobrecida recepción– se ha construido un consenso más o menos homogéneo sobre lo que el circuito local de las artes visuales pondera. Frente a esa historia esta exhibición marca un recorrido disidente, y pretende ser menos una contribución que la puesta en evidencia de un permanente conflicto.

Es desde aquella discontinuidad que su obra comienza hoy a sostener un enrarecido diálogo con experiencias del arte más reciente. Esta producción se caracteriza por una enérgica disolución del objeto (artístico): una erosión y señalamiento crítico de sus soportes materiales, pero así también sociales. No es difícil leer tras los desencuentros y silencios alrededor de su trabajo las rupturas e ilusiones desplazadas del anhelo desarrollista a mediados de los 60, las posteriores contradicciones de la promesa revolucionaria, así como las diásporas en el escenario de violencias extremas de los 80. Para éstos últimos contextos, las tentativas de Burga serían poco menos que compresibles. Pese a ello, la ostensible vitalidad revelada (muchas de sus obras son aquí por primera vez exhibidas) nos introduce a uno de los más intensos itinerarios en el reverso de la historia.

Obra que desaparece

Egresada de la Universidad Católica en 1964, su trabajo recorre el campo de la pintura y el grabado en la primera mitad de los 60. Su serie de linóleos Lima imaginada (1965) ofrece representaciones urbanas realizadas a partir de imágenes guardadas en la mente, suprimiendo con ello el protagonismo del referente concreto. Poco después, Burga participa de las transformaciones renovadoras en la plástica y la consolidación de tendencias de vanguardia a través del Grupo Arte Nuevo (1966-1968). Tras una ausencia de dos años a fines de esa década, la artista regresa a Lima luego de sus estudios en el School of the Art Institute de Chicago. Desde entonces incorpora procesos experimentales y nuevas estrategias creativas: el uso de tecnologías de la información, registros científicos y un claro interés en trabajar con ‘conceptos’. Su trabajo deviene muchas veces en reportes, descripciones y esquemas que documentan acciones o propuestas a realizar, utilizando la estadística para releer el entorno. Y en otros casos, traduciendo la realidad y el lenguaje a diferentes códigos, cuantificando y problematizando una existencia que suponemos concreta y que Burga ausculta con cierta obstinación, ya se trate de su propio cuerpo, un poema, una comunidad definida o un segmento concreto del espacio urbano.

Escasas serán, sin embargo, las posibilidades de mostrar su experimentalismo más enérgico. Serían tan solo dos sus apariciones públicas en el contexto artístico limeño de los 70: Autorretrato. Estructura-Informe 9.6.72 (1972), y 4 mensajes (1974), ambas exhibidas en la salas del ICPNA. En aquel reformismo militar su propuesta será una afrenta prácticamente sin interlocución. Burga emprende, no obstante, un ininterrumpido trabajo que abarca series de dibujos, juguetes no-útiles y proyectos imposibles.

Perfiles y brechas

Reaparece en la escena a inicios de los 80 cuando presenta, junto a Marie-France Cathelat, el proyecto Perfil de la mujer peruana (1980-1981). Expuesto inicialmente en el I Coloquio de Arte No-Objetual y Arte Urbano en Medellín y luego en el Auditorio del Banco Continental en Lima, esta obra despliega una investigación y estudio sociológico sobre la situación de la mujer de 25 a 29 años de la clase media peruana, realizada a través de encuestas sobre la condición femenina desde sus aspectos políticos, económicos, religiosos, raciales, jurídicos y sexuales. Ya en 1967, a través de maniquíes y ambientaciones pop, Burga había adelantado una reflexión sobre el sentido común que asocia indiferentemente lo doméstico y lo femenino. Manteniendo un mismo aliento, la brecha entre ambas propuestas es también el periodo de consolidación de una nueva agenda feminista local.

Como los intervalos de tiempo rigurosamente consignados en varios de sus dibujos --a modo de cronómetro que registra el proceso de producción de la imagen-- esta exposición es también un intento de tomar el pulso al presente. Así como Burga ha producido un conjunto de documentos rigurosos del pasado reciente, y no solo en el terreno de lo artístico, el recorrido que aquí se propone es una suerte de archivo que pone en intervalo precario las bases en las que se ha consolidado el lugar común de la historia del arte en las últimas décadas.

Emilio Tarazona + Miguel A. López
Lima, agosto 2010



Teresa Burga. 4 Mensajes. 1974. Instalación de medidas variables

Teresa Burga. Autorretrato. Estructura. Informe. 9.6.72 (1972)
Instalación de medidas variables

Vista de montaje. Dibujos varios producidos en los años 70
Teresa Burga. Sin título. 1967.
Objetos restaurados en 2010 y 2007 respectivamente


Vista de instalación y detalles de objetos del proyecto realizado por Teresa Burga y Mari-France Cathelat (ISA, Investigaciones Sociales Artísticas) Perfil de la Mujer Peruana (1981), reconstruidos para esta exposición.