jueves, febrero 26, 2009
Políticas del pop / Entrevista con Andreas Huyssen
La nueva edición de invierno de la agenda (Ag) del MACBA publica una entrevista con Andreas Huyssen, uno de editores fundadores de la revista New German Critique, y desde hace varios años profesor de Literatura Alemana y Literatura Compara de la Universidad de Columbia. El trabajo intelectual de Huyssen parece no demandar demasiadas presentaciones, sus reflexiones han sido profundamente influyentes en la revisión de la noción de modernismo y posmodernismo, la memoria cultural y el trauma histórico, archivos, la noción de cultura, globalización, entre otros. Y entre sus libros destaca el imprescindible Después de la Gran División: Modernismo, Cultura de Masas y Posmodernismo [1986]; Present Pasts: Urban Palimpsests and the Politics of Memory (2003), entre otros. Sobre este último tema hace relativamente poco el Fondo de Cultura Económica de Argentina publicó su libro, En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempo de globalización, que recopila diez ensayos altamente recomendables.
En la entrevista del MACBA, Andreas Huyssen responde algunas cuestiones sobre las posibilidades de repensar el pop en el presente. La reproduzco tomada de su web.
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Políticas del pop
Entrevista con Andreas Huyssen
Pregunta: ¿Cuál es el verdadero debate del pop art hoy día para usted? ¿Considera que todavía cabe desarrollar una teoría de la sensualidad y la fantasía en el capitalismo?
Respuesta: En lo que respecta a tu segunda pregunta, mi respuesta es un sí rotundo. Pero estoy harto de que nos perdamos en la teoría. A fin de cuentas, ya no podemos invertir intensas fantasías emancipadoras en una teoría sobre la sensualidad, como se hizo alrededor de 1968. Tanto la sensualidad y la fantasía como la subjetividad y los imaginarios de todo tipo están siempre sujetos a la educación y la manipulación, los medios de comunicación visuales y verbales, así como a las mediaciones, y ahora también a Internet y al frenesí de la omnipresencia de las redes. Esto no es siquiera una cuestión sobre las artes. El efecto de los nuevos medios en la interacción social, en las relaciones íntimas y afectivas, así como en la cultura política, tiene que entenderse más allá del binomio del triunfalismo de Internet, por un lado, y el pesimismo del desánimo cultural, por el otro. Plus ça change, plus c’est la même chose… Como siempre, el diablo está en los detalles.
Los comentarios siguientes no deben tomarse de forma categórica, ya que no estoy seguro de lo que hoy día constituye el verdadero debate del pop art, en caso de que lo haya. Pero primero retrocedamos en el tiempo. El pop surgió en espacios periféricos de la escena del arte metropolitana, sobre todo, pero no únicamente, en Nueva York.
The Factory de Warhol, que para mí es el ejemplo emblemático del espacio de contestación a la estadounidense, fue una iniciativa cool, profundamente paródica, que desafiaba y a la vez reinterpretaba las nociones tradicionales de producción y recepción artística, tal como habían sido codificadas por el dogma del tardo-modernismo de la Guerra Fría. Pese a que esa época ha pasado a ser historia, en vez de desechar el pop de Estados Unidos como producto sintomático de la mercantilización de los mercados del arte de aquel país, debemos guardar en mente su genealogía y sus efectos. El pop fue todo menos una ciega manifestación de la cultura del producto. En Estados Unidos, el pop art contribuyó significativamente a una transformación cultural, que ahora se conoce con el nombre de posmodernismo crítico (que se opone al posmodernismo de «todo vale»). Y en esta transformación, el cambio de énfasis de la producción al consumo, del artista como productor al artista como agente (The Factory de Warhol), del creador al espectador, de la obra de arte al texto y la ejecución, del significado a la significación, de la originalidad a la repetición, de la heterosexualidad compulsiva a los estilos de vida alternativos, de la alta cultura a la cultura de las masas. El pop fue una iniciativa multimedia que no se conformaba con reproducir productos, contribuyendo a lo que Debord y el movimiento situacionista tachaban de cultura del espectáculo. El pop más bien practicaba una versión estadounidense del détournement [desviación] situacionista, reproduciendo la reproductibilidad y penetrando, de esta manera, en el corazón mismo de la cultura capitalista del producto, en la etapa inicial de la publicidad, la televisión y el marketing. No obstante, reproducía esta reproductibilidad con una diferencia, que sigue siendo la manzana de la discordia. Umberto Eco escribió en una ocasión: «Ya no se sabe si estamos escuchando la crítica al lenguaje consumista, consumiendo lenguaje consumista o consumiendo lenguaje crítico como lenguaje de consumo.» Y en realidad ya no se sabe. Tal vez estemos haciendo todo lo mencionado por Eco al mismo tiempo, pero no lo sabríamos sin el pop. En pocas palabras esta es la importancia histórica del pop art.
Todo lo anterior no ha perdido su pertinencia hoy día, pese a que no podemos conformarnos con repetirlo simplemente. Los entornos vividos de medios de comunicación y grandes centros comerciales, turismo y voyeurismo, saturación informativa y transferencias de cultura transnacionales han cambiado significativamente durante las últimas décadas. Ahora que Jasper Johns, Andy Warhol y Roy Lichtenstein son figuras canónicas, puede que valga la pena fijarse en otros artistas de la década del pop de Europa o América Latina cuyos impulsos pop se mezclaron con el conceptualismo, los happenings, el compromiso político y el arte de la performance. Después de todo, las prácticas relacionadas con el pop fuera de Estados Unidos —por ejemplo, en Europa y América Latina— siempre estuvieron más directamente implicadas en la esfera política, teniendo en cuenta el legado vivo de la vanguardia histórica, que se introdujo tardíamente en Estados Unidos y, en gran medida, después de la década pop. Este cambio de perspectiva a favor de varias periferias puede resultar aún más beneficioso, en un momento en que las sociedades desarrolladas de consumo y de medios del mundo occidental están entrando en un periodo de crisis económica que probablemente sea prolongada y exacerbada y que requiere reflexión, no sólo en torno a los imaginarios atractivos/repulsivos del consumo, sino respecto a las estructuras, en gran medida invisibles, del capitalismo financiero mismo. Todavía no sé exactamente cuáles son las estrategias estéticas de que disponemos. Pero, al mismo tiempo, ya no basta fijarse únicamente en el mundo occidental. Hoy día existen fenómenos que podemos llamar pop de China y pop de la India, alimentado cada uno por tradiciones icónicas muy distintas, reaccionando de manera creativa a la emergencia explosiva de la cultura del consumo y la nueva riqueza, negociando relaciones estructuralmente diferentes con el Occidente capitalista.
P: ¿Cómo debemos interpretar políticamente el pop art hoy? ¿Cómo se articula una crítica del arte como producto de consumo en la era del arte relacional, el trabajo inmaterial y el capitalismo cognitivo que estamos viviendo? ¿Qué aspectos críticos del pop respecto al de consumo de masa permanecen válidos?
R: Ya en 1938 Adorno afirmaba que toda forma de arte, tanto culto como popular, se había mercantilizado bajo el capitalismo. Lo anterior ya no es ninguna novedad. La historia de las vanguardias muestra que la mercantilización y la musealización son la finalidad de todo el arte «exitoso», por más que busquemos tendencias opuestas, transgresiones y resistencias al mercado del arte. ¿Dónde se encuentra la frontera entre la transgresión y el espectáculo? Es hora de que dejemos de esperar que el arte cambie al mundo. Y también es hora de que dejemos de considerar que el capitalismo es el que despoja al arte de un cometido tan noble y admirable. El metalamento sobre la mercantilización del arte, según Adorno, es obsoleto. La mercantilización es un concepto demasiado global y abstracto para comprender las formas en que las prácticas artísticas concretas funcionan en los mercados y submercados actuales. Por otra parte, la crítica política de la creciente integración vertical de las empresas de la industria cultural y la utilización excesiva de la especulación artística de los últimos años es más necesaria que nunca. Dichas críticas tienen que actuar desde el interior, sin sentimientos de vergüenza ni de culpa. No existe lugar que esté a salvo fuera de la red mercantil.
Pese a que no basta con imitar el pop para desarrollar dichas críticas, los impulsos del pop actúan cuando los artistas se enfrentan con la iconografía de la vida cotidiana, desarrollan estrategias de détournement, experimentan con nuevos medios digitales —que posiblemente reestructurarán de nuevo lo que entendemos como arte—, o cuando intentan trabajar al margen del sistema de las galerías y los museos para alcanzar el estado inevitablemente de éxito y de cooptación. En este punto el ciclo empezará de nuevo. Después de todo, el pop agudizó nuestro sentido de la repetición inevitable, aunque sea repetición con una diferencia, y, de esta manera, terminó de cavar la fosa del vanguardismo no reflexivo.
En la entrevista del MACBA, Andreas Huyssen responde algunas cuestiones sobre las posibilidades de repensar el pop en el presente. La reproduzco tomada de su web.
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Políticas del pop
Entrevista con Andreas Huyssen
Pregunta: ¿Cuál es el verdadero debate del pop art hoy día para usted? ¿Considera que todavía cabe desarrollar una teoría de la sensualidad y la fantasía en el capitalismo?
Respuesta: En lo que respecta a tu segunda pregunta, mi respuesta es un sí rotundo. Pero estoy harto de que nos perdamos en la teoría. A fin de cuentas, ya no podemos invertir intensas fantasías emancipadoras en una teoría sobre la sensualidad, como se hizo alrededor de 1968. Tanto la sensualidad y la fantasía como la subjetividad y los imaginarios de todo tipo están siempre sujetos a la educación y la manipulación, los medios de comunicación visuales y verbales, así como a las mediaciones, y ahora también a Internet y al frenesí de la omnipresencia de las redes. Esto no es siquiera una cuestión sobre las artes. El efecto de los nuevos medios en la interacción social, en las relaciones íntimas y afectivas, así como en la cultura política, tiene que entenderse más allá del binomio del triunfalismo de Internet, por un lado, y el pesimismo del desánimo cultural, por el otro. Plus ça change, plus c’est la même chose… Como siempre, el diablo está en los detalles.
Los comentarios siguientes no deben tomarse de forma categórica, ya que no estoy seguro de lo que hoy día constituye el verdadero debate del pop art, en caso de que lo haya. Pero primero retrocedamos en el tiempo. El pop surgió en espacios periféricos de la escena del arte metropolitana, sobre todo, pero no únicamente, en Nueva York.
The Factory de Warhol, que para mí es el ejemplo emblemático del espacio de contestación a la estadounidense, fue una iniciativa cool, profundamente paródica, que desafiaba y a la vez reinterpretaba las nociones tradicionales de producción y recepción artística, tal como habían sido codificadas por el dogma del tardo-modernismo de la Guerra Fría. Pese a que esa época ha pasado a ser historia, en vez de desechar el pop de Estados Unidos como producto sintomático de la mercantilización de los mercados del arte de aquel país, debemos guardar en mente su genealogía y sus efectos. El pop fue todo menos una ciega manifestación de la cultura del producto. En Estados Unidos, el pop art contribuyó significativamente a una transformación cultural, que ahora se conoce con el nombre de posmodernismo crítico (que se opone al posmodernismo de «todo vale»). Y en esta transformación, el cambio de énfasis de la producción al consumo, del artista como productor al artista como agente (The Factory de Warhol), del creador al espectador, de la obra de arte al texto y la ejecución, del significado a la significación, de la originalidad a la repetición, de la heterosexualidad compulsiva a los estilos de vida alternativos, de la alta cultura a la cultura de las masas. El pop fue una iniciativa multimedia que no se conformaba con reproducir productos, contribuyendo a lo que Debord y el movimiento situacionista tachaban de cultura del espectáculo. El pop más bien practicaba una versión estadounidense del détournement [desviación] situacionista, reproduciendo la reproductibilidad y penetrando, de esta manera, en el corazón mismo de la cultura capitalista del producto, en la etapa inicial de la publicidad, la televisión y el marketing. No obstante, reproducía esta reproductibilidad con una diferencia, que sigue siendo la manzana de la discordia. Umberto Eco escribió en una ocasión: «Ya no se sabe si estamos escuchando la crítica al lenguaje consumista, consumiendo lenguaje consumista o consumiendo lenguaje crítico como lenguaje de consumo.» Y en realidad ya no se sabe. Tal vez estemos haciendo todo lo mencionado por Eco al mismo tiempo, pero no lo sabríamos sin el pop. En pocas palabras esta es la importancia histórica del pop art.
Todo lo anterior no ha perdido su pertinencia hoy día, pese a que no podemos conformarnos con repetirlo simplemente. Los entornos vividos de medios de comunicación y grandes centros comerciales, turismo y voyeurismo, saturación informativa y transferencias de cultura transnacionales han cambiado significativamente durante las últimas décadas. Ahora que Jasper Johns, Andy Warhol y Roy Lichtenstein son figuras canónicas, puede que valga la pena fijarse en otros artistas de la década del pop de Europa o América Latina cuyos impulsos pop se mezclaron con el conceptualismo, los happenings, el compromiso político y el arte de la performance. Después de todo, las prácticas relacionadas con el pop fuera de Estados Unidos —por ejemplo, en Europa y América Latina— siempre estuvieron más directamente implicadas en la esfera política, teniendo en cuenta el legado vivo de la vanguardia histórica, que se introdujo tardíamente en Estados Unidos y, en gran medida, después de la década pop. Este cambio de perspectiva a favor de varias periferias puede resultar aún más beneficioso, en un momento en que las sociedades desarrolladas de consumo y de medios del mundo occidental están entrando en un periodo de crisis económica que probablemente sea prolongada y exacerbada y que requiere reflexión, no sólo en torno a los imaginarios atractivos/repulsivos del consumo, sino respecto a las estructuras, en gran medida invisibles, del capitalismo financiero mismo. Todavía no sé exactamente cuáles son las estrategias estéticas de que disponemos. Pero, al mismo tiempo, ya no basta fijarse únicamente en el mundo occidental. Hoy día existen fenómenos que podemos llamar pop de China y pop de la India, alimentado cada uno por tradiciones icónicas muy distintas, reaccionando de manera creativa a la emergencia explosiva de la cultura del consumo y la nueva riqueza, negociando relaciones estructuralmente diferentes con el Occidente capitalista.
P: ¿Cómo debemos interpretar políticamente el pop art hoy? ¿Cómo se articula una crítica del arte como producto de consumo en la era del arte relacional, el trabajo inmaterial y el capitalismo cognitivo que estamos viviendo? ¿Qué aspectos críticos del pop respecto al de consumo de masa permanecen válidos?
R: Ya en 1938 Adorno afirmaba que toda forma de arte, tanto culto como popular, se había mercantilizado bajo el capitalismo. Lo anterior ya no es ninguna novedad. La historia de las vanguardias muestra que la mercantilización y la musealización son la finalidad de todo el arte «exitoso», por más que busquemos tendencias opuestas, transgresiones y resistencias al mercado del arte. ¿Dónde se encuentra la frontera entre la transgresión y el espectáculo? Es hora de que dejemos de esperar que el arte cambie al mundo. Y también es hora de que dejemos de considerar que el capitalismo es el que despoja al arte de un cometido tan noble y admirable. El metalamento sobre la mercantilización del arte, según Adorno, es obsoleto. La mercantilización es un concepto demasiado global y abstracto para comprender las formas en que las prácticas artísticas concretas funcionan en los mercados y submercados actuales. Por otra parte, la crítica política de la creciente integración vertical de las empresas de la industria cultural y la utilización excesiva de la especulación artística de los últimos años es más necesaria que nunca. Dichas críticas tienen que actuar desde el interior, sin sentimientos de vergüenza ni de culpa. No existe lugar que esté a salvo fuera de la red mercantil.
Pese a que no basta con imitar el pop para desarrollar dichas críticas, los impulsos del pop actúan cuando los artistas se enfrentan con la iconografía de la vida cotidiana, desarrollan estrategias de détournement, experimentan con nuevos medios digitales —que posiblemente reestructurarán de nuevo lo que entendemos como arte—, o cuando intentan trabajar al margen del sistema de las galerías y los museos para alcanzar el estado inevitablemente de éxito y de cooptación. En este punto el ciclo empezará de nuevo. Después de todo, el pop agudizó nuestro sentido de la repetición inevitable, aunque sea repetición con una diferencia, y, de esta manera, terminó de cavar la fosa del vanguardismo no reflexivo.
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8 comentarios:
No veo porqué, mâs aùn me parece del todo falso que la Factory de Warhol “reinterpretaba las nociones tradicionales de producción y recepción artística, tal como habían sido codificadas por el dogma del tardo-modernismo de la Guerra Fría.”
Vayamos par partes, ¿qué es “tardo modernismo”? al menos esta persona debería evitar el uso de palabras inventadas o explicar a que hace referencia exactamente. Ahora bien cual es el “dogma” tardopostmodernista?
La frase suena muy culta y sofisticada pero la verdad es que me aterra como hay personas que son sumamente hábiles para profesionalizarse en producir discursos donde una cantidad de puntos quedan completamente difusos.
Pienso también que la factory de Warhol no reinterpreta ninguna noción tradicional de producción, porque la idea que él tenía era la de generar resultados en medios tradicionales que son vendibles: serigrafía, películas etc. Que produzca muchísimo y que venda muchísimo hasta el día de hoy no quiere decir que este “reinterpretando” ninguna noción tradicional de producción a mi modo de ver.
“Y en esta transformación, el cambio de énfasis de la producción al consumo, del artista como productor al artista como agente (The Factory de Warhol), del creador al espectador, de la obra de arte al texto y la ejecución, del significado a la significación, de la originalidad a la repetición, de la heterosexualidad compulsiva a los estilos de vida alternativos, de la alta cultura a la cultura de las masas.”
Esto me da mucha pena, pero no significa nada, no es una frase, hace falta un verbo. Ahora bien, se deduce la idea por el contexto. Allí también se equivoca esta persona. Dice que con la Factory de Warhol hay un cambio del artista como productor al artista como agente.
Pienso que esta idea es una gran falacia actual, que da cabida hoy a legitimar muchos abusos. Warhol producía muchísimo, estaba pendiente y era muy escrupuloso con sus producciones visuales. Otra cosa es que también se conoce que dedicaba mucho tiempo para hacer lobby y regodearse con amplios sectores de millonarios en Estados Unidos. Pero por ello no hay ningún cambio de paradigma, desde el siglo XV los pintores han estado al lado de gente que compra sus productos.
¿Si ves Miguel porqué te he dicho lo que te he dicho muchas veces? Si los sacerdotes de la teoría actual del arte no se preocupan por ser al menos medianamente coherentes, escribir gramaticalmente sin faltas y evitar decir cosas obvias de manera confusa creo que el arte contemporáneo va mal.
querido dimo,
creo que tu comentario está muy fuera de lugar y es absolutamente autoritario y arrogante en sus apreciaciones. y es que considero que para comentar sobre algunos temas hace faltar hacer un ejercicio crítico mucho más complejo que meras evaluaciones gramaticales para descalificar al autor (tomando incluso en cuenta que la entrevista original fue en inglés, y que huyssen no lo escribió tal cual está con su puño y letra).
andreas huyssen no es ningún "sacerdote de la teoría actual del arte". él ni siquiera escribe sobre arte. su trabajo es sobre procesos culturales y literatura alemana, y principalmente la memoria y el trauma histórico. sus opiniones son la de un observador de procesos sociales, que intenta pensar la producción cultural y los conflictos políticos del último siglo.
yo creo que antes de tener la arrogancia de descalificar a alguien de forma tan violenta deberíamos hacer el mínimo intento de comprender un tanto más el sentido y contexto de sus comentarios. no por nada me doy la molestia de citar al menos un par de sus libros en el inicio de mi post, de otro modo pondría la entrevista directamente sin ninguna referencia añadida. lo que haces es un ejercicio absurdo e infantil, es como si yo me propusiera leer dos páginas de De la Gramatología de Derrida y tomará dos párrafos sueltos para descontextualizarlos y decir que no entiendo nada, que Derrida es un idiota y no tiene ni idea de lo que habla.
obviamente el ejercicio interpretativo desborda la aparente literalidad de lo escrito, y reposa sobre muchas otras instancias que en varios casos tienen que ver más con lo que nosotros ponemos en el ejercicio de la propia lectura del texto (un poco de 'la estética de la recepción' caería excelente en este punto).
por ello dimo quizá deberías procurar ser un lector más crítico, y también menos arrogante, conseguir alguno de los libros de huyssen y procurar ingresar un tanto más a sus ideas sin tantos prejuicios. esto es un ejercicio básico de toda lectura, no hay ninguna verdad o sentido que sea 'inmediatista', sino que se revela en sus distintos procesos y contextos.
y luego de ese ejercicio honesto de pensamiento, intentar elaborar argumentos menos autoritarios y superficiales que tu retórica y desvergonzadamente facilista conclusión: "no entiendo lo que me dice = el arte contemporáneo es una mierda".
Creo entender lo que dice esta persona a pesar de la manera embrollada que utiliza. No lo culpo por ello, es el pan de cada día entre la gente que hace teoría, enredar unas ideas que se podrían decir de forma mucho mas simple, ¿no será esta la verdadera arrogancia?
Para evaluar unas opiniones de temas concretos y específicos que da alguien, a partir de preguntas específicas que se le hacen no hace falta un complejo ejercicio interpretativo, como tu lo planteas. La interpretación sobre teoría se realiza y sirve para aclarar el sentido de un texto, sobretodo antiguo. Pero aquí no es el caso, se trata de un autor vivo, que se está expresando sobre algo. No se necesita hacer una “interpretación" de lo que dice, a menos que sus ideas estén tan embarulladas que requieran ser desenredadas.
Veo que no reparas en mis argumentos si no en las intenciones que tu me atribuyes (arrogancia) me desilusiona esto, pensé que ibas a aclararme algo que yo no había entendido, o ampliar la discusión con ideas.
Te recuerdo que yo estoy argumentando.
Saludos.
Lamento que no haya podido responder a tus comentarios pero como te diste cuenta me impactó profundamente el tono autoritario con que los decías, como descalificando con cierto aire de superioridad algunas ideas, o incluso ridiculizando cierta falla gramátical (?).
no sentí que tus comentarios quisieran entablar un diálogo honesto con las ideas, sino simplemente procurar encontrar aparentes 'fallas' -que no las considero tal, por cierto- sobre las cuales regodearze. y en ese sentido, al no sentir que había un intento de diálogo y curiosidad sincera, pues no pude atender a las ideas ya que el tono autoritorio y algo violento fue lo que más me impactó.
y en muchos casos esas frases que aparentemente "no significan nada" o "que te da mucha pena" son más complejas de lo que parecen, y cuyo entramado cultural nos toca desentrañar. la frase que citas y que aduces no tiene verbo señala efectivamente, de modo muy sintético, un cambio de paradigma histórico de entendimiento de la estética en general, e incluso de los modos de hacer política, que podemos situar en la segunda mitad de los 60. reproduzco la frase nuevamente:
“Y en esta transformación, el cambio de énfasis de la producción al consumo, del artista como productor al artista como agente (The Factory de Warhol), del creador al espectador, de la obra de arte al texto y la ejecución, del significado a la significación, de la originalidad a la repetición, de la heterosexualidad compulsiva a los estilos de vida alternativos, de la alta cultura a la cultura de las masas.”
a que se refiere Huyssen con eso? qué es ese cambio de paradigma? en realidad esa sola frase que Huyssen utiliza para pensar el contexto de los 60s del pop desliza de modo muy sutil la confluencia de muchos de los discursos que desde diversos ámbitos transformaron de forma radical el pensamiento estético de aquellos años: ya sea desde el posestructuralismo francés, la semiólogia, el sicoanálisis, la antropología y también las relecturas del marxismo. todas ellas no se inscribieron en Warhol propiamente, pero tanto su obra así como varias de las experiencias (de cierto escenario artístico 'central' pero no solo) de los 60s son un síntoma de ello.
cuando Huyssen hablan de: "el cambio de énfasis de la producción al consumo", se refiere por ejemplo al desplazamiento del modelo de producción individual Greenbergiano y la noción de obra autoreferencial (del teórico norteamericano Clement Greenberg, quien es el principal mentor teórico de esos años), hacia el modelo de producción en serie y desromantizada del minimalismo y el pop, y es que no por nada Greenberg desestima abiertamente ambas estéticas por considerarlas ajenas al "buen gusto" del arte abstracto que él defendía. en ese sentido, el cambio "de la producción al consumo" se refiere también a que los artistas retoman el concepto del ready-made de Duchamp, donde el objeto presentado es simplemente un objeto de consumo sacado de la circulación convencional para ser exhibido, que es la estrategia que muchos miniamlistas utilizan -al mandar a hacer sus obras o simplemente comprarlas y disponerlas-, o de los artistas pop como Richard Hamilton que utilizan el fotomontaje y la apropiación de signos comerciales. hay además otro giro importante pocas veces advertido, y tiene que ver con que en el años 50 en EEUU via el MoMA se afianza la estética de la 'straigh photography', via Alfred Stieglitz, Edward Steichen, entre otros, donde se ensalza y construye institucionalmente la figura del fotográfo 'artista', profesional, creador individual (no por nada el MoMA es el primer museo de arte moderno en abrir un 'departamento de fotografía' en 1940). y a mediados de los 60 emergen una serie de prácticas desprofesionalizadas y abiertamente críticas con el modelo de fotográfo individual, y en donde los formatos de producción son de la fotografía 'amateur' o también llamada snapshot, es decir donde se cuestionaba la idea de que había un formato propiamente artístico de producción individualista para pensar la producción de fotografías en masa, reconsiderando además social y culturalmente el lugar de la imagen.
otras frases de huyssen son mucho más complejas y señalan las transformaciones que en distintos, e incluso alejados, campos de la estéticas se estaba llevando a cabo de forma crucial. como cuando habla por ejemplo "del creador al espectador", donde claramente Huyssen advierte uno de los cambios de paradigma más importantes de esos años, y que bien puede rastrearse -como habitualmente se hace- en textos como "La muerte del autor", de Roland Barthes de 1968, o "Qué es un autor" de Michel Foucault de 1969, y también la estética de la recepción alemana de Hans Robert Jauss y Wofgang Iser, que observaba cómo el análisis textual se centraba no en el aparente ámbito semántico que carga el texto, y donde el 'receptor' acepta de forma pasiva los significados que le vienen dados, sino que por el contrario intenta señalar cómo el espectador construye y articula los significado. es tan importante esto al punto que Jauss propone dejar de pensar en realizar una "historia de los hechos", y pensar una historia de la recepción o una historia de sus efectos, observando las formas de recepción y sus múltiples sentidos.
otro tanto sucede con la frase "de la originalidad a la repetición" donde Huyssen alude a algo más poderoso, que al más literal abandono de la "obra original", por la apropiación de algo ya hecho. y me animo a pensar que con esa idea huyssen señala el quiebre radical que implica la irrupción del pensamiento deconstructivo derridiano en su impugnación al discurso estructuralista (ver De la Gramatología), principalmente con la crítica que le hace al linguista Ferdinand de Saussure, donde el concepto derridiano de 'la diffèrance' impugna el papel central que Saussaure la había dado a la oralidad para reinstalar la escritura; y más aún, ya en el ampo de la experiencia misma, desmontar la noción de origen del discurso metafísico para colocar lo que él llama la "repetición".
no puedo analizar cada frase porque sería algo absurdo, pero el asunto es que esa "transformación" radical del pensamiento que atraviesan los años 60, de la cual habla huyssen, y que para ti "no dice nada" o "te da pena", es profundamente más compleja de lo que un análisis superficial de las palabras puede ver.
no es nada inocente hablar como hace huyssen "del creador al espectador", o "del origen a la repetición", como tampoco lo es decir "del significado a la significación" o "de la obra de arte al texto y la ejecución". pero depende de nosotros poner en juego esos niveles de complejidad que están allí tácitamente inscritos. nadie dice que la lectura es sencilla, pero ese debe ser nuestro papel como lectores críticos, y no descalificar con arrogancia algo que aparentemente no entedemos simplemente porque no hemos tenido el interés, el esfuerzo o la sinceridad de pensarlo.
saludos,
m.
Bueno, reconozco que tu respuesta es bastante densa, haciendo referencias a todo un lenguaje especializado y ajeno a lo que considero que es el arte en general. Después volveré a leer y te diré lo que pienso, por ahora tengo que salir a trabajar, hablamos luego.
Entiendo mejor: Estas ideas remontan a la historia del conceptualismo.
En ausencia de una historia general de la cultura visual de orden absoluto, (es decir sin restricciones, ni condiciones), se construye el arte desde el enfrentamiento entre modernismo y cambio de paradigma.
A partir de esta idea se hace énfasis en las fracturas que - relativamente - definen la historia de los movimientos artísticos del siglo XX.
Se sobreentiende en este discurso el enfrentamientos entre Ortodoxias y Heterodoxias, no solo en la modernidad, sino hasta nuestros días.
Desde los rudimentos de este punto de vista se busca que una cultura conceptual del arte se prolongue hacia el futuro. No puede reprochársele nada a esta intención teórica, es una forma de pensar, de identificarse con ciertos autores que construyen un campo disciplinar. La identificación de géneros y de categorías estéticas, de ideas que producen resonancia son factores principales en esta escuela de pensamiento, hoy viva.
Sin embargo la misma suele hacer la economía de otros sistemas de comprensión del arte, hoy tan múltiples como ayer. Es por ello que los debates actuales son contradictorios: Lo que en un espacio sobre arte contemporáneo resulta accesorio, en otro está en primer plano. Hay que tener en cuenta el índice geográfico, cultural y contextual en el que una determinada vivencia del arte se establece. Debido a condiciones y experiencias radicalmente distintas, los hechos demuestran que una sola lectura no logra imponerse.
Con la explicación que hace Miguel Lopéz se aprende la visión sobre el crítico de arte Greenberg que posteriores discursos tienen sobre la misma.
El blog Arte Nuevo se encamina hacia una reflexión sobre un arte no figurativo, lo cual puede ser también no representativo, pero no necesariamente abstracto. El trabajo efectuado es permeado por una visión particular de entender el arte: la visión política.
Esta visión no corresponde ni pretende una comprensión neutra de la actividad artística. Es comprometida y sensible al momento y a la temporalidad presente. Es por ello ante todo una visión histórica, revistiendo una necesidad de transformar el mundo por medio de las reflexiones exteriores que pueden constituir al arte.
Sin embargo esta visión se refiere a un arte donde la percepción visual es dejada de lado.
Absorbido por los problemas políticos, económicos y sociales tras la ideología no debe olvidarse que lo que Marx coloca en el centro de su reflexión es el trabajo. "La emancipación del hombre es la condición de su ascenso a la forma superior de trabajo, es decir al arte."
Es importante señalar por ultimo que es solamente gracias a la dispersión objetiva de la riqueza humana que un oído musical, que un ojo sensible a la belleza de las formas puede desarrollarse.
Muy interesante el blog, Miguel, te he enlazado. Dimo: de nuevo no aciertas, creo que te metes en berenjenales de los que no sabes salir.
Hola Rubén, estaba por presentarte a Miguel, pueden congeniar ahora que se amplían los debates en los blogs. ¿Porque piensas que no acierto? Lee de nuevo lo que escribí y me dices. Yo intento ser claro, los que se meten en berenjenales ya sabemos quienes son.
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