martes, diciembre 09, 2008

Intervención de Juan Javier Salazar en el Festival de Performance de Cali

Un par de semanas atrás Juan Javier Salazar me mandó una escueta serie de fotografías de la acción que había realizado en Cali, el sábado 22 de noviembre, en una de las jornadas de apertura del 7º Festival de Performance que organiza Helena Producciones, y que no pude colgar antes por cuestiones de tiempo. En esta acción, Salazar cubre con una tela estampada de un empredado incaico la estatua del conquistador español Sebastián de Belalcazar, ubicada en una de las plazas de la ciudad. Así, Salazar recupera el mismo procedimiento que lo llevó a cubrir por completo el monumento público de Francisco Pizarro ubicado entonces en la Plaza de Armas de Lima -no es un dato menor saber además que Sebastián de Belalcazar, el conquistador del monumento ahora intervenido, fue parte de la expedición que Pizarro preparó contra el imperio incaico en el s. XVI-.

Pero el detalle diferencial, y acaso ominoso, de esta nueva intervención es precisamente ese brazo que Salazar deja al descubierto. Una acción que parece, incluso, extraviar el gesto inicial del conquistador quien en la escultura original señala hacia su espalda, contraponiendo su mirada y dirección del cuerpo a la extensión misma de su brazo, que parece dar cuenta, en un gesto ambiguo, de algo que quedó atrás pero que sigue siendo observado. La intervención de Salazar sobreescribe por completo su sentido -sin cancelar el anterior-. La mano aparece aquí como un signo suspendido, como si el señalamiento pareciera apuntar a eso que viene, pero cuya corporalidad ha cambiado. Una suerte de ready-made propiciatorio que parece imaginar el monumento de una conquista otra, que no se erige aquí como el índice de lo que quedó atrás -como lo hace inicialmente la estatua del conquistador-, sino como una proyección afirmativa de un algo que se encuentra también allí, pero en la dirección contraria, trastocando así abiertamente el gesto de la conquista. Una alteración radical que cambia también el rumbo de la mirada, tanto del monumento como aquello que nosotros vemos en éste, e incluso de lo que avistamos en el horizonte señalado. ¿Cuál es ese lugar hacia donde la mano parece ahora dirigirnos?









(fotos : Jennys Obando)

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