miércoles, setiembre 03, 2008
Lecturas II – Bochinche en el Barrio
Continuo con la subida de escritos -o fragmentos como en esta ocasión- de un conjunto que he recopilado de diversas fuentes y que continuarán apareciendo en los próximos días. Son textos en su mayoría ya publicados en prensa escrita o en Internet -web, o circulando en forma de correo- cuyo nexo en común es reflexionar sobre la práctica artística y sus ramificaciones. Textos en formato de reseña, crítica, crónica con alguna peculiaridad que me interesa resaltar.
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En el semanario de actualidad Caretas se publica Artes y Ensartes, la columna de Luis Lama, quien en su momento fuera director de las Bienales de Lima y de la Sala Miro Quesada Garland de la Municipalidad de Miraflores y en la actualidad es director de la escuela de arte Corriente Alterna, a la vez que curador y crítico. Sus notas suelen concretarse en el repaso de las exposiciones recientes en Lima y de vez en cuando aborda cuestiones relacionadas con el cine más reciente.
En relación a estos artículos hay varias cosas que llaman la atención. Su tono sancionador y concluyente pensado más para lograr la adhesión -o el rechazo- que para hacer pensar al lector; la insistencia en valorar hiperbólicamente artistas, obras y muestras y no tanto en hacer referencia a procesos o dirigir miradas de mayor calado al contexto; y el brillo que le suele sacar a los nombres más relevantes de su escudería. Añádasele el reparto de bendiciones y admoniciones a galeristas alternado con coscorrones a curadores, pullas para con artistas y dimes y diretes con instituciones entre otro variado repertorio.
Sin embargo traigo a colación su columna del pasado 21 de agosto, Juntos y Revueltos por otras razones que no tienen tanto que ver con lo más arriba expuesto. En la mencionada nota Lama, amén de otros asuntos, aborda la reciente polémica que enfrentó al artista Jesús Vílchez con el curador Emilio Tarazona y que puede consultarse en este blog. En relación a la trifulca sorprende ver cómo Lama en vez de intentar clarificar y situar lo sucedido razona de una manera bien alambicada, obviando el reconocer las tensiones y conflictos que más allá de la anécdota personal están al fondo de los agravios.
Repasemos el juego de muñeca y los malabares que despliega el comentarista. Arranca con palo a Emilio Tarazona con quien mantiene un contencioso a raíz de la exposición que este le curara a Víctor Delfín hace un tiempo. Le sigue a continuación un intento de congraciarse con el “débil” de la pelea, esto es Vílchez, dándole ánimos y atizando de nuevo la idea de censura. Luego, en un confuso razonamiento en base a una cadena de supuestos y a un lejano precedente, intenta sembrar cizaña entre el curador y la institución que acoge la muestra. Al final y como quitándole el caramelo de la boca a la víctima del agravio, la cita de un correo de Miguel López le sirve para poner las cosas en su sitio, esto es en el ámbito de la decisión curatorial denotando un evidente espíritu de cuerpo, su gusto por la vuelta al orden y todo ello sin tener que darle la razón a Emilio Tarazona.
Más que pescar en río revuelto, Lama revuelve el río para que nadie pesque en él, toda una habilidad donde la haya en una ámbito con tantas cosas que decir como es el de la escritura sobre arte en el Perú.
Ahí va el mencionado fragmento:
- Después de la apología a Víctor Delfín, el ….versátil Emilio Tarazona hace una muestra sobre accionismo en el Perú. Ahora ha creado un problema al omitir –¿censurar?– a Jesús Vílchez, un artista que merecía estar dentro de esta antológica. No creo que P.P. Alayza haya intervenido aunque me consta que hay trabajos que el ICPNA prefiere omitir, como ocurrió con el Abismael Guzmán de Cristina Planas en la Bienal, por temor a las reacciones que podrían ocasionar. De haber sido así Tarazona debió ir a otro espacio o cancelar la exposición, porque el ICPNA tiene el derecho de exhibir lo que considere conveniente. Con un exceso de opiniones disparadas por internet, el único que ha tenido la lucidez de sustentar una opinión irrebatible ha sido Miguel López al afirmar: “…todos los curadores del mundo serían ‘censores’, y yo mismo tendría que denominar mi trabajo curatorial como una ‘censura permanente’. Pero eso sería ir claramente en contra de un derecho fundamental del sujeto que es la elección libre de sus efectos e intereses. Ya que, repito, aquí no estamos hablando de un ‘servicio público negado’ al Sr. Vílchez y su obra, sino de una selección radicalmente subjetiva y particular sobre el arte reciente”.
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En el semanario de actualidad Caretas se publica Artes y Ensartes, la columna de Luis Lama, quien en su momento fuera director de las Bienales de Lima y de la Sala Miro Quesada Garland de la Municipalidad de Miraflores y en la actualidad es director de la escuela de arte Corriente Alterna, a la vez que curador y crítico. Sus notas suelen concretarse en el repaso de las exposiciones recientes en Lima y de vez en cuando aborda cuestiones relacionadas con el cine más reciente.
En relación a estos artículos hay varias cosas que llaman la atención. Su tono sancionador y concluyente pensado más para lograr la adhesión -o el rechazo- que para hacer pensar al lector; la insistencia en valorar hiperbólicamente artistas, obras y muestras y no tanto en hacer referencia a procesos o dirigir miradas de mayor calado al contexto; y el brillo que le suele sacar a los nombres más relevantes de su escudería. Añádasele el reparto de bendiciones y admoniciones a galeristas alternado con coscorrones a curadores, pullas para con artistas y dimes y diretes con instituciones entre otro variado repertorio.
Sin embargo traigo a colación su columna del pasado 21 de agosto, Juntos y Revueltos por otras razones que no tienen tanto que ver con lo más arriba expuesto. En la mencionada nota Lama, amén de otros asuntos, aborda la reciente polémica que enfrentó al artista Jesús Vílchez con el curador Emilio Tarazona y que puede consultarse en este blog. En relación a la trifulca sorprende ver cómo Lama en vez de intentar clarificar y situar lo sucedido razona de una manera bien alambicada, obviando el reconocer las tensiones y conflictos que más allá de la anécdota personal están al fondo de los agravios.
Repasemos el juego de muñeca y los malabares que despliega el comentarista. Arranca con palo a Emilio Tarazona con quien mantiene un contencioso a raíz de la exposición que este le curara a Víctor Delfín hace un tiempo. Le sigue a continuación un intento de congraciarse con el “débil” de la pelea, esto es Vílchez, dándole ánimos y atizando de nuevo la idea de censura. Luego, en un confuso razonamiento en base a una cadena de supuestos y a un lejano precedente, intenta sembrar cizaña entre el curador y la institución que acoge la muestra. Al final y como quitándole el caramelo de la boca a la víctima del agravio, la cita de un correo de Miguel López le sirve para poner las cosas en su sitio, esto es en el ámbito de la decisión curatorial denotando un evidente espíritu de cuerpo, su gusto por la vuelta al orden y todo ello sin tener que darle la razón a Emilio Tarazona.
Más que pescar en río revuelto, Lama revuelve el río para que nadie pesque en él, toda una habilidad donde la haya en una ámbito con tantas cosas que decir como es el de la escritura sobre arte en el Perú.
Ahí va el mencionado fragmento:
- Después de la apología a Víctor Delfín, el ….versátil Emilio Tarazona hace una muestra sobre accionismo en el Perú. Ahora ha creado un problema al omitir –¿censurar?– a Jesús Vílchez, un artista que merecía estar dentro de esta antológica. No creo que P.P. Alayza haya intervenido aunque me consta que hay trabajos que el ICPNA prefiere omitir, como ocurrió con el Abismael Guzmán de Cristina Planas en la Bienal, por temor a las reacciones que podrían ocasionar. De haber sido así Tarazona debió ir a otro espacio o cancelar la exposición, porque el ICPNA tiene el derecho de exhibir lo que considere conveniente. Con un exceso de opiniones disparadas por internet, el único que ha tenido la lucidez de sustentar una opinión irrebatible ha sido Miguel López al afirmar: “…todos los curadores del mundo serían ‘censores’, y yo mismo tendría que denominar mi trabajo curatorial como una ‘censura permanente’. Pero eso sería ir claramente en contra de un derecho fundamental del sujeto que es la elección libre de sus efectos e intereses. Ya que, repito, aquí no estamos hablando de un ‘servicio público negado’ al Sr. Vílchez y su obra, sino de una selección radicalmente subjetiva y particular sobre el arte reciente”.
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1 comentario:
Raymond,
Nunca me sentí el débil de la pelea, es más estoy completamente convencido en mente y en cuerpo que no lo fui en el "caso Tarazona" -pues fue a él a quien el destino le hizo aprender a coscorrones, quizás con sus errores, desde si su debilitada trinchera y sus disculpas públicas a mi persona, pese a la persistencia de taparle en pañales sus engreídas "heces" dentro de un mini sector bastante "manchado" en lo artístico institucional en Perú...- ; tampoco creo que Lama haya tenido la intención de congraciarse con mi persona o mejor aún con mi trabajo, tan solo porque no leíste en sus comentarios del 21 de agosto del 2008 en Caretas en darle la razón, como "creo" que hubieses querido, a Tarazona, y darle con palo a Vilchez, no?.
Se leerá como un bochinche en el barrio el caramelo que se te quitará ahora de la boca, -pues son más los que me favorecieron con "La Razón y La Verdad Dicha..."- después de esta tardía nota aclaratoria de mi parte ya que como he dicho en el Perú ahora si se van a poner las cosas en su sitio dando catana a cualquier pusilánime.
Jesús Vilchez
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