jueves, agosto 03, 2006

Curador, crítico, artista, coleccionista.... ¿coleccionista?

Tal como se anunció los días pasados se llevó a cabo en el MALI, el día de ayer, la mesa sobre coleccionismo titulada arteBA: ¿un modelo a seguir? Confrontaciones desde la periferia [extrema]. Un último adjetivo con el cual Gustavo Buntinx intentaba volver más polémica la mesa de discusión. El diálogo discurrió sin sobresaltos y probablemente la presencia del galerista argentino Alberto Sendrós permitió contrastar más efectivamente tanto las miradas externas e internas, así como una reflexión sobre lo histórico y epistémico en relación a lo puramente económico.

Evitaré reseñar las discusiones sobre la mesa pero me interesa enfatizar un comentario signicativo que haría el crítico chileno Justo Pastor Mellado, y que ya ha sido repetido muchas veces en este blog y en general por diversas personas en la escena local, y tiene que ver con que el fortalecimiento de un sistema artístico local no sólo pasa por el reconocimiento de la labor de los agentes del campo del arte -algo de por sí ya bastante difícil- sino con aquel plus que en la propia actividad cada operador se permite. Me explico: ya he manifestado en más de una oportunidad mi fastidio de intentar definir los/as operadores/operaciones del campo del arte a través de divisiones disciplinares que restringen las labores de sentido a compartimentos estancos. Lo que señalaba Mellado era justamente que la formación y fortalecimiento de una escena como la argentina pasa porque existe una mayor aptitud a asumirse en su propia actividad como un agente y algo más, generando incluso sus propias condiciones de visibilidad. Así, esa aceptación de los roles íntegra implica apostar por la interferencia, por los cruces, por la complicidad que se genera en el momento de toda articulación enunciativa.
Algo más que necesario en nuestra escena donde la excesiva moderación y mesura -e incluso resistencia- frente a los diversos intentos discursivos que buscan conflictuar toda división categórica de la actividad en el campo, suele ser un absurdo lugar común.

Alguna vez un amigo mío muy querido me dijo: "¿pero tú quieres ser todo, curador, gestor cultural, coleccionista, crítico, artista...?" Y yo lo que pensé inmediatamente fue: "¿es que acaso existe alguna diferencia?" Ahora, por supuesto que las hay intrínsecamente operativas, pero si preferimos -como yo- pensar toda actividad como una puesta en movimiento de ideas, como la oportunidad de generar nuevas interferencias en el espacio inmaculado de las actividades puras, e incluso asumir por encima de todo que estamos siempre en el terreno de dinámicas esencialmente linguísticas, entenderemos que toda actividad exige desde ya la contaminación efectiva de sus bordes para una inserción eficaz de significados otros. No se me hace nada difícil entender un coleccionismo ligado a un activismo crítico -y no estoy pensando exclusivamente en G. Buntinx-, una crítica activa (crítica-acción) que pueda convertirse en una herramienta de subversión del sentido o transformar su materialidad en presencia artística puramente conceptual cuando considere necesario, o incluso en un artista que pueda trastocar su etiqueta en otro tipo de agente advirtiendo finalmente en su obra un tránsito y establecmiento de ideas y sentidos antes que de puras formas.

Sin embargo, un aspecto que se soslayó en la mesa -y a eso iba también el comentario verbal que hice durante la rueda final de preguntas- es justamente el espacio nebuloso y casi invisible que la figura del coleccionista ocupa en nuestro contexto. No se comprende la significación y relevancia, de un trabajo de acopio y preservación de obras de arte, el cual se convierte en una tarea más que imprescindible y fundamental en un escenario con una fragilidad histórica alarmante. No es suficiente entonces que se organice una mesa sobre 'coleccionismo' una vez al año en un Museo local, la verdadera comprensión de su pertinencia pasa por su capitalización epistemológica, esto es, la conversión de este conjunto de obras en un tramado de sentidos que puedan poner en fricción la historia o revelar nuevas perspectivas sobre ella.

El Museo de Arte de Lima, por ejemplo, con el proyecto titánico que actualmente emprende titulado Miradas de fin de siglo no sólo permite una puesta en escena de su colección institucional bajo cuatro miradas curatoriales diferentes, sino esencialmente su puesta en cuestión. Es decir la configuración de nuevas fisuras sobre el aún incipiente tejido revelado como nuestra historia de las artes visuales en el último siglo. Del mismo modo, un diálogo efectivo entre la institucionalidad -léase el Museo- y los propios coleccionistas privados permitiría conjugar una serie de iniciativas productivas a fin de insertar críticamente un conjunto mayor de obras en la dinámica más visible del arte contemporáneo, advirtiendo así la relevancia de su labor. O incluso tal como se lo señalé verbalmente a Gustavo Buntinx durante la conferencia, que ello permita introducir nuevas miradas en su colección personal y privada -Micromuseo- a fin de poner en abismo los propios presupuestos discursivos sobre los cuales ésta fue fundada.

Las colecciones son finalmente entes vivos en la medida que interactúen directamente con la construcción de un sentido político, social, cultural e histórico, extendiendo nuevos dispositivos de conocimiento y creando puntos de fuga alternos sobre la organización semántica de la historia. Tenemos que buscar incentivar un coleccionismo responsable, es decir aquel que se permita una reflexión pertinente y cuidada sobre su propia actividad, y para que eso suceda aquellos que tienen ya un acopio significativo de arte contemporáneo peruano deberían dar el primer paso sin miedo. En estos casos los diálogos con lo institucional suelen traer los más valiosos resultados.


[foto: Justo Pastor Mellado. El crítico chileno por partida triple en presentaciones en Lima: el martes una visita guiada junto a Gustavo Buntinx, ayer una conferencia en el MALI, y el día de hoy Jueves 3 de Agosto en una conferencia en el Museo de Arte del Centro Cultural de San Marcos -junto a Buntinx y a Geremías Gamboa- titulada Lo roto y lo recompuesto. El arte latinoamericano ante los dilemas de la reintegración. Sumballein. Antología rota de Carlos Runcie Tanaka (1978-2006). La cita es como siempre a las 7:00 p.m.]

3 comentarios:

cristina dijo...

pasé algunos meses tratando de encontrar tu blog y al fin lo logré! felicitaciones miguel, felicitaciones, realmente me parece un blog muy interesante. ahora voy a revisarlo con calma (y con muchas ganas).
por cierto, totalmente de acuerdo con eso de que no hay en el fondo diferencia entre curador, gestor cultural, coleccionista, crítico, artista... me parece que eso tiene que ver con ese espíritu insaciable de conocer-aprender y de vivir que muchos tenemos.

Miguel López dijo...

Cristina!! no sabía que tenías también un blog, quizá me lo dijiste en algún momento pero yo ando últimamente medio despistado. Me parece buenísimo! te voy a poner entre mis links y te seguiré leyendo, mucha suerte, m.

Anónimo dijo...

Estimados:
Necesito ubicar a Claudia Coca
para curadoría en Chile.
mi mail es rodolfoandaur@gmail.com
Desde ya gracias.