Pero el detalle diferencial, y acaso ominoso, de esta nueva intervención es precisamente ese brazo que Salazar deja al descubierto. Una acción que parece, incluso, extraviar el gesto inicial del conquistador quien en la escultura original señala hacia su espalda, contraponiendo su mirada y dirección del cuerpo a la extensión misma de su brazo, que parece dar cuenta, en un gesto ambiguo, de algo que quedó atrás pero que sigue siendo observado. La intervención de Salazar sobreescribe por completo su sentido -sin cancelar el anterior-. La mano aparece aquí como un signo suspendido, como si el señalamiento pareciera apuntar a eso que viene, pero cuya corporalidad ha cambiado. Una suerte de ready-made propiciatorio que parece imaginar el monumento de una conquista otra, que no se erige aquí como el índice de lo que quedó atrás -como lo hace inicialmente la estatua del conquistador-, sino como una proyección afirmativa de un algo que se encuentra también allí, pero en la dirección contraria, trastocando así abiertamente el gesto de la conquista. Una alteración radical que cambia también el rumbo de la mirada, tanto del monumento como aquello que nosotros vemos en éste, e incluso de lo que avistamos en el horizonte señalado. ¿Cuál es ese lugar hacia donde la mano parece ahora dirigirnos?
(fotos : Jennys Obando)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario