domingo, diciembre 31, 2006

Reflexiones de fin de año

Antes que hacer un recuento o ranking alguno, y ante la ausencia casi total de reflexiones profundas sobre lo acontecido el año actual en artes visuales, prefiero repasar ciertas ideas que lecturas, conversaciones e intercambios recientes han puesto en mi agenda de pensamiento. (Esta es una primera parte en vista del corto tiempo que tengo para escribir).

Parto de lo institucional, la desaparición de galerías comerciales como Praxis o Punctum y la aparición de otras como 80m2 arte&debates, Enlace, Vértice -a punto de inaugurar-, además del Centro Cultural Ccori Wassi y del espacio del Centro Cafae-Se, parece insinuar exteriormente que los espacio expositivos se están ampliado. Sin embargo, hay lecturas interesantes que hacer además de lo obvio. Punctum había sido para mí la galería comercial que mejor estaba trabajando a nivel discursivo, y cuyos dos primeros años (2003-2004) marcaron claramente el perfil crítico del curador Jorge Villacorta. El modelo habitual de galería comercial se veía claramente refrescado con un espacio expositivo que, además de apostar por la compra y venta de arte contemporáneo, tenía opinión -a diferencia de Artco, Forum y Lucía de la Puente-. Y es interesante mencionarlo en función de que todos estos nuevos espacios comerciales antes mencionados han surgido y se han vinculado, desde su inicio, con jóvenes curadores locales. Tanto 80m2 con Emilio Tarazona, Enlace con Manuel Munive y Vértice con Miguel Zegarra, lo cual podría advertir varias cosas que merecen atención y que voy a mencionar inicialmente: por un lado me hace pensar en una aparente 'profesionalización' de la labor del curador en el plano local, y por otro que el espacio galerístico no se quiere asumir únicamente como casa de transacción comercial e intenta verse además como una plataforma de circulación discursiva, y quizá crítica. Ello obviamente tiene variantes intermedias, ya que tal 'profesionalización' no atraviesa únicamente por la visibilidad que el mecanismo comercial otorgue al curador, y su 'labor' no se ve avalada únicamente al trabajar 'diseñando' cronogramas de exposiciones. Quisiera pensar que el hecho de que las galerías jóvenes hayan decidido surgir y vincular a un curador a su espacio responde menos a un interés de empatar con el funcionamiento de galerías internacionales, y en cambio apuestan sinceramente por la construcción de un modelo narrativo singular que marque una posición definida frente al arte contemporáneo local.

Es cierto que existe ahora un mayor reconocimiento de la práctica curatorial como un ejercicio de discusión pública, pero me preocupa aún especialmente, y eso lo veo tanto en generaciones jóvenes como ya mayores, que su labor se acostumbre a ser reducida a la escritura de un texto para la exhibición de turno. La curaduría es ante todo un acto discursivo. Su especial atención puesta en la relación entre las obras le permite construir un tramado de sentidos nuevos (literarios o espaciales) que desbordan la propia objetualidad individual de las piezas. Esta potencialidad discursiva al ser su condición esencial le permite al curador urdir inscripciones particulares, pero articuladas siempre en un campo semántico mayor que presenta una idea o una serie de ideas sobre lo expuesto.

Es así como el curador, en los últimos años, entra a ser pieza fundamental dentro de las dinámicas e intercambio textual del sentido crítico en el arte, siendo muchas veces asociado desafortunadamente con una suerte de dictador producto de cierto poder adquirido en materia de decisiones sobre la inclusión o exclusión de ciertos segmentos de la producción en diversos contextos expositivos. Sin embargo, muchos de estos argumentos soslayan aún la necesidad de entender el arte no como una mera producción y acumulación de objetos, sino como un sistema de tensiones y energías vivas que (re)articulan su sentido en cada nueva fricción con lo real, otorgando plataformas de discusión que exceden a la materialidad física de la obra. Toda curaduría bien desarrollada tiene por cualidad descubrir siempre una mirada singular sobre el valor y la pertinencia de una obra en un escenario más amplio. Y es que al ser fundamentalmente un trabajo de enunciación pública habilita relaciones nuevas, reevaluando el horizonte político, social e histórico en el cual una determinada experiencia ha sido previamente inscrita.

Otra dinámica reciente que ha fortalecido la presencia del curador en espacios institucionales ha sido definitivamente el proyecto Miradas de fin de Siglo que Natalia Majluf ha impulsado desde el Museo de Arte de Lima. La voluntad de poner en escena cuatro miradas divergentes sobre el arte peruano del siglo XX es una contribución superlativa a la historia del arte reciente. Pero en este proyecto entran además otro factor importante de advertir y que no he visto señalados en ningún contexto: la posibilidad de insertar miradas y cortes críticos sobre una colección. Esto que parece el principio más obvio y literal del proyecto se convierte, bien mirado, en una plataforma inédita en nuestra escena.

Es decir, la posibilidad de construir y re-construir interpretaciones desde el interior de una colección pone de relieve no sólo la pertinencia de la misma, sino además señala que la única capitalización efectiva de toda colección es su puesta en escena pública a través de un tejido hermenéutico. ¿Es eso novedad? De ninguna manera, pero señala un modelo que podría aplicarse en adelante en vista del coleccionismo creciente en nuestra ciudad. La figura del coleccionista prácticamente nunca tomada en cuenta, y vista además con escepticismo, podría tomar un giro interesante si consiguiéramos distinguir que el valor de ello está justamente en el momento en el cual el acopio privado toma carácter público, y se convierte en un saber colectivo, social. Su circulación, y su sentido todo, depende de que la colección permita la inserción de narraciones críticas que pongan en valor y en crisis sus significados. La 'profesionalización' -si cabe el término- del coleccionista pasa por que éste se entienda comprometido con la Institución pero especiamente con la Historia.

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