jueves, febrero 23, 2006
Retazos en Estereofónica
La artista y diseñadora Ana Teresa Barboza -más conocida como Anita- está presentando por dos únicos días (22 y 23 de febrero) un proyecto bastante simpático en la tienda de ropa y diseño Estereofónica de Miraflores. Esta primera presentación titulada Retazos, parece ser el feliz inicio de una serie de invitaciones que la tienda hará a diversos diseñadores y jóvenes artistas que vienen desarrollando una propuesta visual a la par de proyectos de diseño de ropa y objetos.
Me parece importante señalar como punto inicial y a muy grosso modo la significativa proximidad que los artistas de esta nueva generación mantienen con el diseño, como una extensión de sus posibilidades personales de comunicación. Y aunque si bien el desplazamiento de sentido a través de la ropa y la indumentaria ha sido siempre parte de nuestra sociedad occidentalizada, me interesa señalar lo que parece ser una manifestación en mayor escala en los más jóvenes y que parece demandar el reconocimiento del diseño como una forma competente de diálogo artístico. Creo que la situación no puede ser simplificada de manera genérica así que dejaré estas reflexiones para algún otro momento, sólo valga el señalamiento.
La exposición Retazos es, tal como lo indica la invitación, "una pequeña muestra de arte e indumentaria". Anita ha sabido conjugar muy bien la estética nostálgica de la tienda con su propuesta personal que mezcla la pintura con el bordado, proponiendo un espacio de juego que nos permite no sólo adentrarnos en sus diseños sino que complejiza su trabajo visual. La artista, egresada recientemente como pintora de la Universidad Católica, ha venido incorporando en los últimos años el tejido a su trabajo pictórico de manera significativa. Las primeras piezas que recuerdo haber visto de ella tenían un claro eje autoreferencial introduciendo sus recuerdos a través de autorretratos o de fotografías familiares que ella reproducía o incorporaba al lienzo. E incluso a través de la propia escritura. En esta pieza por ejemplo -de la cual no recuerdo el título pero creo que se llamaba Diario- transcribía con el tejido extractos de su diario personal. Luego tomaría conceptualmente la idea del hilván. El hilván es aquella unión de puntos largos que se realizan como preparación para la costura definitiva. Lo que me parecía más interesante del uso del hilván era que la construcción final que la artista hacía de sus nuevas piezas aludía a una conjunción de fragmentos, pero que parecían nunca estar fijados del todo. Como si estuvieran a la espera de su estabilidad final. Levantamientos parciales de la arquitectura personal de nuestros recuerdos y en donde cada habitación parece tener siempre nombre propio.
Para esta ocasión la artista, tomando las licencias que el espacio le permitía, ha montado en las habitaciones pequeños ambientes que fusionan objetos personales y piezas artísticas, mezclados incluso con los propios elementos de la tienda con los cuales se desplegaba un diálogo amable. Uno de los cuartos intervenidos por la artista incluía por ejemplo una máquina de coser, una serie de juguetes, revistas, un pequeño pianito, agujas y alfileteros, telas de colores, un pequeño baúl. Una serie de vestigios que señalan una narrativa personal pero que ocultan al mismo tiempo el sentido singular y afectivo que los vincula con su particular existencia. El ambiente todo parecía entonces estar plagado de claves, de frágiles signos que complementaban las propias señales que la obra de la artista sugería.
La artista ha diseñado también pequeños objetos-mini-álbum donde recupera fotografías antiguas, habitualmente de familiares cercanos, y en donde coloca sus vestidos sobre figuras femeninas. Este juego que parece asociado inicialmente a la promoción de ropa, remarca un elemento fundamental que la artista ha desplazado a lo largo de su trabajo: la memoria. Incluso una de sus piezas-objeto ubicadas en una mesita central se titulaba justamente Álbum, y en ella se mezclaban recuerdos con reliquias personales, aquellas evocaciones asociadas a nuestro culto más cotidiano o ritual privado de atesorar determinados objetos.
Me parece además interesante pensar que en esta ocasión la artista se permite escapar un poco más de la representación, buscando un señalamiento a través de los propios elementos. Una posibilidad cada vez más presente en nuestros jóvenes artistas que retoman sus objetos no por sus cualidades externas o puramente estéticas, sino por ser ellos huellas e indicios de una vida determinada -y de una vida vivida de una determinada manera-, desplazando en su sola materialidad una fuerza expansiva que escapa a la mera condición icónica de lo representado.
Retazos se presenta como una alternativa sugerente ante la invitación de intervenir Estereofónica, presentando de modo inteligente vínculos interesantes entre propuesta visual y diseño de ropa. Espero que puedan visitarla.
Me parece importante señalar como punto inicial y a muy grosso modo la significativa proximidad que los artistas de esta nueva generación mantienen con el diseño, como una extensión de sus posibilidades personales de comunicación. Y aunque si bien el desplazamiento de sentido a través de la ropa y la indumentaria ha sido siempre parte de nuestra sociedad occidentalizada, me interesa señalar lo que parece ser una manifestación en mayor escala en los más jóvenes y que parece demandar el reconocimiento del diseño como una forma competente de diálogo artístico. Creo que la situación no puede ser simplificada de manera genérica así que dejaré estas reflexiones para algún otro momento, sólo valga el señalamiento.
La exposición Retazos es, tal como lo indica la invitación, "una pequeña muestra de arte e indumentaria". Anita ha sabido conjugar muy bien la estética nostálgica de la tienda con su propuesta personal que mezcla la pintura con el bordado, proponiendo un espacio de juego que nos permite no sólo adentrarnos en sus diseños sino que complejiza su trabajo visual. La artista, egresada recientemente como pintora de la Universidad Católica, ha venido incorporando en los últimos años el tejido a su trabajo pictórico de manera significativa. Las primeras piezas que recuerdo haber visto de ella tenían un claro eje autoreferencial introduciendo sus recuerdos a través de autorretratos o de fotografías familiares que ella reproducía o incorporaba al lienzo. E incluso a través de la propia escritura. En esta pieza por ejemplo -de la cual no recuerdo el título pero creo que se llamaba Diario- transcribía con el tejido extractos de su diario personal. Luego tomaría conceptualmente la idea del hilván. El hilván es aquella unión de puntos largos que se realizan como preparación para la costura definitiva. Lo que me parecía más interesante del uso del hilván era que la construcción final que la artista hacía de sus nuevas piezas aludía a una conjunción de fragmentos, pero que parecían nunca estar fijados del todo. Como si estuvieran a la espera de su estabilidad final. Levantamientos parciales de la arquitectura personal de nuestros recuerdos y en donde cada habitación parece tener siempre nombre propio.
Para esta ocasión la artista, tomando las licencias que el espacio le permitía, ha montado en las habitaciones pequeños ambientes que fusionan objetos personales y piezas artísticas, mezclados incluso con los propios elementos de la tienda con los cuales se desplegaba un diálogo amable. Uno de los cuartos intervenidos por la artista incluía por ejemplo una máquina de coser, una serie de juguetes, revistas, un pequeño pianito, agujas y alfileteros, telas de colores, un pequeño baúl. Una serie de vestigios que señalan una narrativa personal pero que ocultan al mismo tiempo el sentido singular y afectivo que los vincula con su particular existencia. El ambiente todo parecía entonces estar plagado de claves, de frágiles signos que complementaban las propias señales que la obra de la artista sugería.
La artista ha diseñado también pequeños objetos-mini-álbum donde recupera fotografías antiguas, habitualmente de familiares cercanos, y en donde coloca sus vestidos sobre figuras femeninas. Este juego que parece asociado inicialmente a la promoción de ropa, remarca un elemento fundamental que la artista ha desplazado a lo largo de su trabajo: la memoria. Incluso una de sus piezas-objeto ubicadas en una mesita central se titulaba justamente Álbum, y en ella se mezclaban recuerdos con reliquias personales, aquellas evocaciones asociadas a nuestro culto más cotidiano o ritual privado de atesorar determinados objetos.
Me parece además interesante pensar que en esta ocasión la artista se permite escapar un poco más de la representación, buscando un señalamiento a través de los propios elementos. Una posibilidad cada vez más presente en nuestros jóvenes artistas que retoman sus objetos no por sus cualidades externas o puramente estéticas, sino por ser ellos huellas e indicios de una vida determinada -y de una vida vivida de una determinada manera-, desplazando en su sola materialidad una fuerza expansiva que escapa a la mera condición icónica de lo representado.
Retazos se presenta como una alternativa sugerente ante la invitación de intervenir Estereofónica, presentando de modo inteligente vínculos interesantes entre propuesta visual y diseño de ropa. Espero que puedan visitarla.
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1 comentario:
Hola Angel!
gracias por tus palabras, Ana es una brillante artista llena de ternura y melancolía, gracias anita por confiar en nosotras.
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