miércoles, febrero 27, 2008
Exposición de Víctor Castro organizada por Micromuseo
Con el título de "Derivadas. Resultantes de un proceso de recolección" una exposición de Víctor Castro abre este jueves un espacio de exposición en el nuevo Paradero Habana de Micromuseo. Bajo la curaduría de Gustavo Buntinx, la muestra -si bien no es un caso inaugural entre nosotros- enfatiza una línea de trabajo de Castro de clara irrupción en una "estética relacional", delineada a inicios de los Noventa por Nicolás Bourriaud. Aquí la nota de prensa enviada:
Este jueves 28 de febrero, a partir de las 7:30 de la noche y hasta la 1 de la madrugada, la escena crítica del arte peruano inaugura en un solo gesto dos propuestas marcantes. O incluso tres. Un nuevo espacio alternativo, una renovada complejidad de obra. Y una inédita circunstancia artística: la irrupción local de las estéticas relacionales que en distintos países reconfiguran hoy algunas de las fronteras más tensas del fragor cultural.
En efecto, tras años de rutas “piratas” y recorridos a veces insólitos, MICROMUSEO (“al fondo hay sitio”) abre el PARADERO HABANA, su primer paradero estable (vendrán otros) tras un generoso acuerdo que le permitirá usufructuar bajo su nombre y programación el Espacio de Arte anexo al Café Bar Habana, conducido por el también plástico A. Alexis García.
Reconocido por sus respuestas radicales al vacío museal peruano, MICROMUSEO ha generalizado en nuestro medio la propia categoría de arte crítico. Y además la ha potenciado en términos locales con la propuesta insólita de una musealidad mestiza, una musealidad promiscua, donde hasta términos obsoletos como los de “artista” y “artesano” se reemplazan por el de “artífice”, procurando de ese modo significar la crisis de esas y otras distinciones en una cultura crecientemente hecha de lo impuro y lo contaminado.
En coherencia con todo ello, este vehículo contracultural ha deliberadamente escogido inaugurar el PARADERO HABANA con Derivadas (resultantes de un proceso de recolección), exposición culminante de las agudas exploraciones de Víctor Castro en las nuevas condiciones del reciclaje contemporáneo. Condiciones necesariamente sociales y asociativas.
Aunque nacido en México (1974) y residente en el Perú sólo desde hace cuatro años, Castro ha logrado insertarse del modo más incisivo en nuestro medio. Ello debido tanto a la inteligencia de sus propuestas como a la complejidad de sus estrategias de socialización del hecho creativo, articulando la producción del trabajo a nuevas y antiguas comunidades.
Así lo sugieren la argumentación curatorial de la muestra y el rastro procesual de los trabajos allí reunidos. Tan importante como la alta sofisticación estética de las obras expuestas, es la crucial trama de vínculos sociales gestados para la obtención de los desechos post-industriales (botellas y tapas de polietireno) que son su materia prima aparente, plantea el texto de Gustavo Buntinx, chofer de MICROMUSEO y curador de la muestra. “La verdadera sustancia, la materialidad profunda del trabajo de Castro”, sostiene el catálogo, “es la conciencia distinta y la red social que desde él se generan, enlazando amigos y desconocidos, comercios y colegios, en torno a una reelaboración artística y lúdica de compromisos ecológicos urgentes. El rigor y la creatividad así desplegados ubican a nuestro artífice en uno de los vértices de aquellas estéticas relacionales que en los últimos años vienen modificando de modo tan pertinente la discusión internacional del arte”.
“Esa vocación se anuncia en esta muestra desde el propio título que asocia elevadas operaciones científicas a prácticas sencillas pero esenciales de solidaridad artística. Con la naturaleza. Con la comunidad. Derivadas matemáticas, derivas poéticas. Que son también políticas. La ecología como condición terminal de la especie. Y del planeta”.
Todo ello entrelazado con el ineludible referente histórico de las incursiones pioneras de Francisco Mariotti y el taller E.P.S. Huayco en el reciclaje, cuando hacia 1980 identificaron a los infinitos basurales de Lima como nuestro único y verdadero y fáctico museo de arte contemporáneo. (Gesto precursor en cuya inspiración se originan algunas motivaciones de MICROMUSEO). Hay, sin duda, un homenaje a esas experiencias implícito en las exploraciones de Castro, pero también una metabolización que actualiza procedimientos y referencias para lograr un desarrollo de hálitos propios: “No la radical utopía socialista de otrora y sus confrontaciones polares, sino la pragmática reparadora de los estragos provocados por nuestros consumidos tiempos consumistas”. “El resultado”, concluye el texto, “es una escultura social cuya densidad nueva sostiene y supera el impacto visual de las esculturas materiales. La inquietud que resta es cómo hacer no sólo óptica sino políticamente tangible esa otra, invisible belleza. Por derivar”.
En respuesta a ese reto, en el PARADERO HABANA las múltiples sugerencias formales y conceptuales de los ensamblajes se articulan no sólo con documentación procesual sino además con una pieza en elaboración constante que traslada al espacio y al tiempo de la exposición, las poéticas y las políticas de la recolección urbana (“soy un recolector”, es el explícito título del blog creado por el artífice como parte consustancial de su obra). La idea es friccionar el espacio de contemplación con una praxis ritual. Y política.
El PARADERO HABANA de MICROMUSEO se encuentra en la calle Manuel Bonilla Nº 107, Miraflores. Su ruptural horario de atención es de 6 pm. a 1 am., toda la semana salvo el domingo (día de recogimiento espiritual). El ingreso es libre.
Este jueves 28 de febrero, a partir de las 7:30 de la noche y hasta la 1 de la madrugada, la escena crítica del arte peruano inaugura en un solo gesto dos propuestas marcantes. O incluso tres. Un nuevo espacio alternativo, una renovada complejidad de obra. Y una inédita circunstancia artística: la irrupción local de las estéticas relacionales que en distintos países reconfiguran hoy algunas de las fronteras más tensas del fragor cultural.
En efecto, tras años de rutas “piratas” y recorridos a veces insólitos, MICROMUSEO (“al fondo hay sitio”) abre el PARADERO HABANA, su primer paradero estable (vendrán otros) tras un generoso acuerdo que le permitirá usufructuar bajo su nombre y programación el Espacio de Arte anexo al Café Bar Habana, conducido por el también plástico A. Alexis García.
Reconocido por sus respuestas radicales al vacío museal peruano, MICROMUSEO ha generalizado en nuestro medio la propia categoría de arte crítico. Y además la ha potenciado en términos locales con la propuesta insólita de una musealidad mestiza, una musealidad promiscua, donde hasta términos obsoletos como los de “artista” y “artesano” se reemplazan por el de “artífice”, procurando de ese modo significar la crisis de esas y otras distinciones en una cultura crecientemente hecha de lo impuro y lo contaminado.
En coherencia con todo ello, este vehículo contracultural ha deliberadamente escogido inaugurar el PARADERO HABANA con Derivadas (resultantes de un proceso de recolección), exposición culminante de las agudas exploraciones de Víctor Castro en las nuevas condiciones del reciclaje contemporáneo. Condiciones necesariamente sociales y asociativas.
Aunque nacido en México (1974) y residente en el Perú sólo desde hace cuatro años, Castro ha logrado insertarse del modo más incisivo en nuestro medio. Ello debido tanto a la inteligencia de sus propuestas como a la complejidad de sus estrategias de socialización del hecho creativo, articulando la producción del trabajo a nuevas y antiguas comunidades.
Así lo sugieren la argumentación curatorial de la muestra y el rastro procesual de los trabajos allí reunidos. Tan importante como la alta sofisticación estética de las obras expuestas, es la crucial trama de vínculos sociales gestados para la obtención de los desechos post-industriales (botellas y tapas de polietireno) que son su materia prima aparente, plantea el texto de Gustavo Buntinx, chofer de MICROMUSEO y curador de la muestra. “La verdadera sustancia, la materialidad profunda del trabajo de Castro”, sostiene el catálogo, “es la conciencia distinta y la red social que desde él se generan, enlazando amigos y desconocidos, comercios y colegios, en torno a una reelaboración artística y lúdica de compromisos ecológicos urgentes. El rigor y la creatividad así desplegados ubican a nuestro artífice en uno de los vértices de aquellas estéticas relacionales que en los últimos años vienen modificando de modo tan pertinente la discusión internacional del arte”.
“Esa vocación se anuncia en esta muestra desde el propio título que asocia elevadas operaciones científicas a prácticas sencillas pero esenciales de solidaridad artística. Con la naturaleza. Con la comunidad. Derivadas matemáticas, derivas poéticas. Que son también políticas. La ecología como condición terminal de la especie. Y del planeta”.
Todo ello entrelazado con el ineludible referente histórico de las incursiones pioneras de Francisco Mariotti y el taller E.P.S. Huayco en el reciclaje, cuando hacia 1980 identificaron a los infinitos basurales de Lima como nuestro único y verdadero y fáctico museo de arte contemporáneo. (Gesto precursor en cuya inspiración se originan algunas motivaciones de MICROMUSEO). Hay, sin duda, un homenaje a esas experiencias implícito en las exploraciones de Castro, pero también una metabolización que actualiza procedimientos y referencias para lograr un desarrollo de hálitos propios: “No la radical utopía socialista de otrora y sus confrontaciones polares, sino la pragmática reparadora de los estragos provocados por nuestros consumidos tiempos consumistas”. “El resultado”, concluye el texto, “es una escultura social cuya densidad nueva sostiene y supera el impacto visual de las esculturas materiales. La inquietud que resta es cómo hacer no sólo óptica sino políticamente tangible esa otra, invisible belleza. Por derivar”.
En respuesta a ese reto, en el PARADERO HABANA las múltiples sugerencias formales y conceptuales de los ensamblajes se articulan no sólo con documentación procesual sino además con una pieza en elaboración constante que traslada al espacio y al tiempo de la exposición, las poéticas y las políticas de la recolección urbana (“soy un recolector”, es el explícito título del blog creado por el artífice como parte consustancial de su obra). La idea es friccionar el espacio de contemplación con una praxis ritual. Y política.
El PARADERO HABANA de MICROMUSEO se encuentra en la calle Manuel Bonilla Nº 107, Miraflores. Su ruptural horario de atención es de 6 pm. a 1 am., toda la semana salvo el domingo (día de recogimiento espiritual). El ingreso es libre.
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