Verbo hecho imagen
Ruiz Durand y sus atmósferas literarias
por: Diego Otero
La exposición Artes digitales y poética visual, que se puede ver en el Centro Cultural Ccori Wasi, es una singular aproximaciónl al universo de algunos de nuestros escritores. Diseñador gráfico, matemático, pintor y músico, Jesús Ruiz Durand, el autor del proyecto, es una de las personalidades más inquietas de nuestra escena artística.
Artes digitales y poética visual no nació como un proyecto de exposición. Ruiz Durand tampoco concibió las obras para que sean colgadas en las paredes de una galería. Las veintiún piezas que conforman esta muestra son, en realidad, una selección antológica de las ilustraciones –más de quinientas– que el artista ha venido realizando para la revista Martín, publicación que suele entregar ediciones monográficas sobre escritores peruanos. Así, lo que vemos en la sala principal de Ccori Wasi es, en una mirada inicial, una particular aproximación visual a los climas, el humor y las obsesiones de siete de nuestros más importantes escritores: Martín Adán, César Moro, Washington Delgado, Alfredo Bryce, Carlos German Belli y César Calvo.
Del pop al barroco
Una jirafa en llamas; unos felinos grandes que merodean, hambrientos, la ciudad; un cielo denso, a punto de caerse. ¿Cómo no recurrir a un ímpetu abiertamente onírico, de una sensualidad entre fatal y extraterrestre, para aproximarnos a la obra de Moro, por ejemplo? Ruiz Durand dice que él solo intentó “crear espacios visuales inspirados en estos escritores”, aunque es obvio que en esa tarea tuvo también que generar propuestas muy diferenciadas, a veces antagónicas: el tratamiento de historieta para la obra de Bryce –un tratamiento que, curiosamente, parodia las estrategias visuales de Lichtenstein–, frente a la exuberancia de estímulos y la frondosidad barroca para la obra de Calvo, que es, en sus mejores páginas, una puesta al día de las visiones y los mitos del mundo amazónico.
Así pues, las propias características del proyecto han obligado a Ruiz Durand a desplegar todo su repertorio de herramientas formales: el diseño, el arte cinético, la pintura sobre tela, el collage. Como si Artes digitales y poética visual fuera un territorio ideal para el experimento, el tanteo digital, la confluencia de rutas creativas. “Al tratarse de escritores, lo natural era recurrir tanto a sus ideas como a la materialidad de sus documentos. Para el trabajo sobre Martín Adán incluí la carta que le mandó Ginsberg, por ejemplo. Aunque no quise restringirme, de modo que también incorporé imágenes mías; viejas acuarelas, pinturas, todo lo que iba encontrando en el camino”.
–Cuando uno ve estas piezas no puede dejar de pensar en que la superposición de técnicas, formas y recursos utilizados, de alguna manera remite a un espíritu barroco. Como si usted hubiera realizado este largo viaje desde el pop de sus inicios hasta el barroco…
Yo soy un barroco, necesariamente. Es algo que está en nuestra cultura. Aunque es cierto que también tengo una inclinación por la matemática, que alguna vez me ha empujado hacia un filón más tecno, si se quiere, más cerebral. Pero creo que en estas piezas vibra un temperamento que remite al barroco sencillamente porque me he permitido la absorción de distintos discursos, planos y estilos al interior de una misma pieza. Por otro lado también es cierto que he estado vinculado al arte colonial desde muy niño. De chico fui monaguillo y pasé muchas tardes jugando en la catedral de Huancavelica, mi ciudad natal. Recuerdo con claridad los cuadros de Zurbarán, las casullas bordadas en oro, el órgano inmenso, con fuelle. De modo que desarrollé mi capacidad de juego y de imaginación en ese mundo plenamente barroco.
–Veía, hace unos días, en la cuarta versión de Miradas de fin de siglo, en el Mali, que sus afiches de la reforma agraria han terminado convirtiéndose en hitos de una manera de abordar la sintaxis del universo pop para generar un clima y un discurso sobre nuestra realidad. ¿Cómo se dio esa confluencia de elementos?
Todas esas cosas se resolvieron sobre el caballo. Nadie se detuvo a pensarlo mucho. Estábamos atravesando el año 1968 y vivíamos una especie de cumbre de inquietudes juveniles: el antibelicismo, las drogas psicodélicas, la revolución de Mao, el Che Guevara. Había pues una especie de efervescencia de la creatividad y la renovación, y todo estaba a flor de piel. En esa época el pop estadounidense e inglés era nuestro pan de cada día, era el arte que consumíamos, y con voracidad. En ese contexto fue que se me encargó lo de los afiches, y recuerdo que tenía muy clara la idea de que esos afiches demandaban un mensaje urgente, inmediato, entusiasta. Yo no tenía tiempo de elaborar demasiadas ideas: simplemente se trataba de pensar que eran afiches para la calle, rústicos, de gran tiraje. ¿Por qué no usar la técnica de la historieta?, me dije entonces, ¿quién no conoce ese lenguaje? Así fue que recurrí a imágenes de colores planos, capaces de comunicar a pesar de la agresión del clima; capaces de ser impresas con la tecnología más precaria. Pero había algo aún más importante. Dicha técnica me permitía utilizar imágenes documentadas en el campo: todos los afiches fueron basados en fotos que yo tomaba de los campesinos en su propio contexto, redibujadas luego a mano como si fueran historietas.
El santo y el rayo
Luego de ver Artes digitales y poética visual se podría pensar que Ruiz Durand no volverá a trabajar en formatos analógicos, pues la computadora le permite imbricar todas sus rutas creativas. Pero su temperamento omnívoro y versátil puede más. Para el próximo año anuncia una exposición de cuadros al óleo y al acrílico que ya tiene título: El discurso de Santiago. “Pintar al óleo, dibujar, son aventuras bellísimas, de las que es muy difícil deshacerse. Lograr un cuadro que funcione es una satisfacción especial, de una intensidad muy distinta a la que se puede alcanzar luego de la resolución de imágenes con píxeles”.
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El discurso de Santiago
La exposición individual que planea Jesús Ruiz Durand para el próximo año es una reflexión en torno a los símbolos y a la paradójica perversidad de sus posibles acepciones. “Por un lado está la imagen del santo que galopa en las nubes de España, al que invocan los guerreros españoles, pero también, en las celebraciones del Corpus Christi en el Perú andino, debajo del anda de Santiago, se suele colocar una piedra, que es una representación de Yllapa, la serpiente de fuego, el rayo, que es una de las grandes divinidades andinas. La de Santiago, por otro lado, es una de las fiestas más importantes del mundo andino: el santo que celebra la espada del enemigo es también la serpiente de fuego que anuncia la lluvia, es decir, la vida”.
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[Publicado el domingo 15 de julio en el Suplemento Dominical del diario El Comercio]
1 comentario:
Jesús, Super tu muestra, con una fuerza, una intensidad y la belleza de lo hermosamente pensado y acabado! felicitaciones, siempre hubo un hilo conductor en toda tu obra. Hemisferios cerebrales bien armonizados entre el pensamiento cartesiano, la lógica y la fantasía disruptiva! Enhorabuena, con un afectuoso abrazo por los viejos tiempos de quartier Latin!
Marie-France Cathelat
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