Aquí reproduzco un artículo sobre la exposición de Micromuseo en Valencia, aparecida en el diario El Comercio el sábado pasado, que no pude consignar en su momento en este blog por cuestiones de tiempo tiempo.
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Un museo peruano en Valencia
Por Marianne Blanco Dejardin
El proyecto peruano Micromuseo es una de las dos propuestas museológicas alternativas de sudamérica que fueron elegidas para la Bienal de Valencia-Sao Paulo como una de sus cartas de presentación más fuertes
Micromuseo es una novedosa propuesta que surge en los años 80, en gran medida como respuesta a la carencia de un museo de arte contemporáneo en Lima, la única capital latinoamericana que no posee un centro de esta naturaleza. Para Buntinx, un museo no es un edificio, sino un proyecto crítico que debe permitir la manifestación de las diferentes realidades que forman un país tan múltiple y complejo como es el Perú. Micromuseo plantea la necesidad de un goce cultural distinto y expone por igual obras de pintores entregados a la gran tradición erudita como la de aquellos que realizan artesanía y productos industriales. Para no caer en afanes de jerarquización, Micromuseo prefiere usar el término artífice para definir a los creadores de las obras que presenta. Nueva forma de hacer museologíaGustavo Buntinx, historiador del arte, crítico y curador peruano, es también uno de los fundadores del proyecto Micromuseo. Fue contactado por los curadores del Encuentro de Dos Mares, que es como ahora se llama la Bienal de Valencia-Sao Paulo, como invitado especial, ya que buscaban exhibir, además de obras de artistas latinoamericanos, propuestas museológicas alternativas que están surgiendo en nuestro continente.
Después de investigar, los curadores de la bienal solicitaron la presencia del Museo del Barro, de Asunción, y la del Micromuseo, de Lima. "Ambos postulan la ruptura radical con cualquier noción de jerarquía, de diferenciación valorativa entre las distintas expresiones materiales de nuestras culturas. Tienen interesantes propuestas de articulación de las diversas maneras como se expresa la creatividad de nuestros entreverados tiempos", comenta Buntinx.
El trabajo expuesto en la bienal es una propuesta que Micromuseo está desarrollando hace muchos años y que constituye una de las cartas de presentación más fuertes de los organizadores de la bienal, pues, como dice Buntinx, esta edición es una apuesta mayor por un sentido transfronterizo de la cultura de lo artístico. Una de las sedes de esta bienal es un antiguo coliseo de gallos, llamado La Gallera. Allí Buntinx montó un preámbulo histórico de la exposición "Lo impuro y lo contaminado". "Una de las tesis de la exposición es que el neobarroco surge en el Perú por una explosión de sensibilidades herizadas por los desastres de la guerra interna. En la Gallera concentramos la mirada sobre las reelaboraciones culturales de esos procesos de violencia y dictadura", comenta Buntinx.
Todos los continentes están representados en las seis sedes de la bienal. Hay una sección Áfricas/Américas. Acá se puede ver la selección de la Bienal de Sao Paulo, donde hay obras de todo el mundo. Está la exposición sobre Jordania y otro espacio dedicado al arte iberoamericano, que incluye las dos propuestas museológicas alternativas, una de ellas la de Micromuseo. "Esta bienal ya no organiza la exhibición con criterios de representación nacionales, sino que abarca categorías conceptuales más complejas que la simple compartimentación por países", añade el curador.
El montaje de Micromuseo tomó un par de semanas. "La exposición se llama 'Lo impuro y lo contaminado' porque vincula piezas de la más formal vocación académica artística con otras que tiene que ver con la artesanía, con la manufactura semiindustrial y con íconos religiosos", comenta Gustavo, para quien lo más importante es que los espectadores entiendan estas piezas como un diálogo constante y a veces polémico con la realidad.
[imagen: Carlos Lamas, Trinidad esférica]
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