domingo, enero 14, 2007

Emergencia de Harry Chavez

El miéroles 17 de enero inaugura no sólo la primera individual de Harry Chávez, titulada Emergencia, sino también la galería Vértice como un nuevo espacio para el arte contemporáneo local. Su apuesta al parecer involucra gente joven, riesgo que aplaudimos desde ya. El día de hoy apareció en el suplemento El Dominical del diario El Comercio un texto de Diego Otero a propósito de la próxima inauguración, el cual reproduzco en su integridad.
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Arte: Viajes y visiones
La obra transcultural de Harry Chávez
por: Diego Otero.

Emergencia es el título de la singular y atractiva primera exposición -mostrada el año pasado en Iquitos- de este artista que engarza tradiciones visuales aparentemente antagónicas como el arte popular de la amazonía y el arte óptico. Con esta muestra se estrena la galería Vértice.


Hace un tiempo, Harry Chávez realizó un largo viaje a algún punto de la selva para hacer una dieta con una planta llamada chirisanango. Una planta conocida porque entre sus propiedades principales está la de tonificar los músculos y las articulaciones. Pero algo falló. Y Chávez entró en un espiral oscuro y violento. Y cuando por fin pudo escapar, experimentó una intensa sensación de resurrección. Como si los pocos brazos de sol que se cuelan entre las ramas tupidas del cielo selvático tocaran su piel por primera vez.

Entonces, nítidamente, apareció la idea de esta exposición. Nítidamente, imagen por imagen.

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El eje de la muestra echa mano de las dos acepciones del vocablo emergencia. Situación crítica, por un lado, pero también vuelta a la superficie, reflote. Así, la idea de lo cíclico se expande desde el centro hacia los bordes del trabajo. El hundimiento y la resurrección son dos partes del todo, y la narración visual va tejiendo los símbolos de un universo circular en el que fin y principio se tocan.

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Pero Harry Chávez no solo ha realizado viajes a la selva amazónica. En 2001 pasó una temporada en Seúl, Corea, estudiando en un programa de artes visuales de la Universidad de Dankook. Y ese viaje, a la larga, se hizo fundamental para su formación. Chávez decidió visitar el Tíbet, y pasó una serie de peripecias para llegar ahí. Y luego se movió a Nepal, "uno de los lugares más bellos del mundo". Y de pronto, tuvo una revelación. Katmandú se abrió ante sus ojos como un espacio mágico, en el que las tradiciones milenarias se entrelazaban con los mitos de la cultura pop contemporánea. "Era increíble caminar por la calle y ver una vaca orlada y gorda paseándose por ahí como una divinidad", dice.

En ese sentido, quizá uno de los aspectos más atractivos del trabajo de Harry Chávez sea su condición de espacio abierto para una serie de rituales y códigos transculturales. Cada una de las imágenes de Emergencia opera como una especie de zona franca para que diversos sistemas y tiempos simbólicos coexistan y se retroalimenten. En obras como "Mi madre es la tierra, mi padre es el sol" o "En el vientre", Chávez recurre a diseños de la costa prehispánica del mismo modo en que recurre a las estructuras y el sentido de los mandalas o a los animales míticos de la cosmovisión amazónica. O a ciertas estrategias del Op Art, la psicodelia de los sesenta o, incluso, la imaginería popular del Perú contemporáneo. Todo parece encajar en sus obras, todo parece convertirse en parte de lo mismo.

Aunque en realidad es el punto de vista el que tiende lazos, convoca, cierra círculos.


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Hay un elemento final (e ineludible) en el procedimiento expresivo de Harry Chávez y de las obras de Emergencia. La alusión, por momentos velada y por momentos intensa, al mundo de la cultura electrónica. Los pixeles, los beats, la precisión, una cierta forma de distribuir los reflejos y los volúmenes. Esta alusión, sin embargo, es necesariamente irónica. Pocas cosas más artesanales que la estrategia formal de Chávez, que consiste en colocar cuentas redondas de vidrio o de madera sobre la superficie de sus cuadros, a la manera de unidades cromáticas.

Una de las virtudes del arte es la posibilidad de transformar las contradicciones en recursos expresivos. Emergencia lo hace ejemplarmente. Y se aproxima a soluciones que las ciencias sociales a veces no suelen ver ni por asomo.


En sus palabras
Harry Chávez nació en Lima en 1977. Christian Bendayán le echó el ojo a su trabajo hace un tiempo y lo llamó para participar en la importante exposición titulada La soga de los muertos, en el Centro Cultural de San Marcos.

-No hay ninguna tradición de arte en mi familia. Ni yo tampoco tuve la vocación tan clara de chico. Estudié dos años de letras y me trasladé a artes plásticas. Pero hasta el cuarto año me la pasé dudando. Recién ahí empecé a sentir que hacía trabajos con los que sintonizaba; trabajos que me guiaban hacia a algún lugar.

-Llevar cursos con Jorge Villacorta y con María Burela me sirvió mucho. Hubo un momento en el que me interesaba hacer un dibujo distinto al que me habían enseñado, buscándole perspectivas particulares, por ejemplo, y de pronto me encontraba con que en la vanguardia rusa había gente como Rodchenko que realizó búsquedas similares. Con esos cursos me di cuenta de que mi proceso no era descabellado ni azaroso, tenía vínculos con la historia del arte contemporáneo.



[imagen 1: Harry Chávez, Emergencia, 2006, 240 x 140 cm., cuentas de madera, ojos de gato y gemas de vidrio sobre acoplac / imagen 2: Harry Chávez, Yanapuma Guerrero, 2006, 090 x 215 cm., ojos de gato y gemas de vidrio sobre acopl]

2 comentarios:

Anónimo dijo...

cobran la entrada a la exposicion, me han contado.
confírmame por favor.

Miguel López dijo...

De ninguna manera, la exposición es de total acceso libre.