La exposición inauguró el pasado 10 de setiembre bajo la curaduría del historiador Fernando Davis en la institución Espacio de Arte - Fundación OSDE (Buenos Aires), y sin duda se perfila como uno de los proyectos más interesantes y de visita imprescindible. Realmente lamento no poder asistir y ver la exposición en cuerpo presente, no solo por el profundo aprecio y admiración que tengo por el trabajo de Romero, sino además porque no me cabe duda que ese espacio con sus piezas debe lograr generar una sensación sobrecogedora. Es también una excelente iniciativa el haber logrado que el catálogo de la exposición además puede descargarse gratuitamente desde este link (realmente lo recomiendo!!).
Reproduzco algunas imágenes, la invitación a la exposición y el texto de presentación. Espero colgar pronto algunas otras notas sobre el tema.
I. JUAN CARLOS ROMERO
CARTOGRAFÍAS DEL CUERPO, ASPEREZAS DE LA PALABRA
La producción de Juan Carlos Romero se inscribe en zonas de intervención diversas y superpuestas: grabador y performer, poeta visual y artista-correo, editor de revistas experimentales y otras publicaciones autogestionadas, archivista y organizador de exposiciones, artista grupal, docente y militante. Desde posicionamientos múltiples y simultáneos, Romero trama un complejo dispositivo crítico cuyo irregular despliegue desarma la integración retrospectiva de su obra en un relato coherente y unitario.
En las estrategias poético-políticas que activa, la producción de Romero cruza diferentes problemáticas. La puesta en cuestión del grabado en sus fundamentos conceptuales y técnicos y la opción de la imagen múltiple como dispositivo político en la transformación de los modos de vida. La intervención en espacios alternativos a los circuitos artísticos institucionales y la búsqueda de una mayor participación del espectador. Las interferencias mutuas entre grabado artístico, imagen mediática y gráfica popular. La palabra como registro opaco, abierto a turbulencias de la significación que desorganizan los pactos de sentido hegemónicos fijados por la “transparencia” neoliberal. La incorporación del cuerpo como territorio de inscripción de las relaciones (conflictivas) de poder que reglamentan el orden individual y social.
La exposición I. Juan Carlos Romero. Cartografías del cuerpo, asperezas de la palabra interpela estos problemas en un conjunto de obras que abarca más de cuarenta años (1966-2009) de la producción del artista. Cuerpo y palabra constituyen las dos dimensiones que la exposición tensiona en los trayectos cruzados que diagrama al interrogar la densidad conflictual de esta serie de obras. Desde esta perspectiva, no se trata de presentar un recorrido exhaustivo y acabado de la obra de Romero. En el recorte conscientemente parcial que propone como apuesta interpretativa, esta muestra no pretende fijar un relato, sino, por el contrario, hacer explícitas las tensiones y derivas, las fricciones e interferencias que dicho cuerpo de producción activa en la potencia crítica de sus accidentes y porosidades, para, lejos de clausurar su espesor disruptivo en la “llamada al orden” de su ordenamiento retrospectivo, abrirlo a los desfases e intermitencias de sentido que lo animan.
En este marco, la exposición busca incidir críticamente en otros dos debates. Por un lado, el referido a las problemáticas relaciones entre práctica artística y política. En una dirección que se aparta de su reducción como ámbitos mutuamente excluyentes –solo conciliables en tanto hay un afuera-del-arte que reclama su “politización”-, esta muestra propone pensar la relación arte / política en el territorio movedizo en el que ambas dimensiones se interpelan de manera recíproca.
Por otro lado, la exposición pretende intervenir en una particular coyuntura caracterizada por un destacado reconocimiento de los conceptualismos de los 60 y 70 y por la revisión y puesta en discusión de sus relatos inaugurales canónicos. En este sentido, se trata no sólo de incidir en el desmontaje crítico de la integridad de un relato cuyo ordenamiento retrospectivo ha obturado la visibilidad de otras propuestas conceptuales ajenas a las categorías regladas desde las instituciones hegemónicas. En un contexto de potencial “domesticación” de los conceptualismos radicalizados, se trata, también, de pensar el voltaje disruptivo de estas prácticas en su capacidad de intervenir más allá de su tiempo, para extender al hoy su apuesta irreverente en la pugna por el sentido.[imagen 1: Violencia, libro de artista, 1977 / imagen 2: La palabra oculta, instalación, 2000 / imagen 3: Las palabras se pudren sobre el papel, intervención en la estación Avellaneda, 2003]
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