Los últimos dos días de violencia y el saldo terrible de muertos, heridos y detenidos producto de los recientes enfrentamientos entre la policía y las comunidades indígenas en Bagua exigen ser leídos desde un lugar más allá del inmediatismo oficialista que se desgasta en determinar responsabilidades fuera de su cancha. Es evidente que el gesto más facilista -capaz de develar todo su autoritarismo- es precisamente la criminalización y la persecución de los dirigentes indígenas que están resistiendo frente a la privatización inconsulta de sus tierras. El problema es más hondo y excede a estos dos días de conflicto, a los casi dos meses de paro en las carreteras, al Andahuaylazo y a cualquier otra situación que sirva de excusa para reducir el conflicto a una foto instantánea.
En un país donde las minorías son permanentemente pisoteadas, y donde una falaz concepción de democracia parece solo servir para seguir arrinconando a comunidades que no quieren articularse a la estructura neoliberal impuesta sistemáticamente, es necesario recordar que lo que está en juego no es la vergonzosa reducción de ‘salvajes’ y ‘civilizados’ que quisiera ensayar la ministra del interior Mercedes Cabanillas, o de oposición al desarrollo e influencia de intereses extranjeros como podría intentar decir el burdo fantoche que tenemos de presidente, sino de concepciones mucho más complejas de construcción política, social y económica que el Estado jamás ha tenido a bien considerar.
¿Por qué estas comunidades indígenas deberían reconocer como su líder a un presidente que no asume que sus formas culturales –la de los indígenas- de relación con la naturaleza y con la tierra es tan válida y respetable como cualquier orden occidental moderno que se quiere implementar en forma de aplanadora? ¿Qué concepción ideológica asume sesgadamente que estas tierras no están siendo ‘útiles’ para el país y que es necesario reintegrarlas en una estructura distinta de progreso? ¿Con qué criterio colonial se piensa aún hoy que tenemos la potestad de decidir la forma en qué las distintas comunidades deben administrar sus territorios, sus cuerpos, sus formas de vida, su comportamiento?
Pero no existe la mínima voluntad del Estado de alterar el orden jerarquizado, miserable y colonialista que está constantemente vejando la representatividad y el respeto que merecen la opinión de los indígenas sobre sus propias tierras. Su prepotencia es a prueba de balas. Y ante esta matanza producto del desalojo criminal mandado por el presidente García resulta flagrante lo fuera de lugar de su gobierno, su primer ministro, la ministra de defensa, y todo el proyecto económico y político que defienden con rifles y pistolas. Dimita señor García! Renuncie señora Cabanillas! No queremos más muertos por tanta negligencia e insensibilidad.
Es necesario hacer frente a la desinformación y el sesgo oficialista de gran parte de los comentarios en prensa, y más aún a la persecución y criminalización cobarde con que el gobierno intenta desacreditar los reclamos de los indígenas. Reproduzco un artículo del ingeniero Juan Sheput (tomado el día de ayer en su
blog) sobre la reciente orden de captura sobre el dirigente indígena Alberto Pizango.
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sábado 6 de junio de 2009
En defensa de Alberto Pizango
por Juan Sheput
Alberto Pizango no es ningún terrorista ni delincuente como afirman Alan García, Mercedes Cabanillas o Aurelio Pastor. Alberto Pizango es un defensor de sus espacios vitales, del medio ambiente, de la tierra de sus ancestros, del futuro de la selva para que la puedan gozar los nietos y bisnietos de su comunidad.
El gobierno, encabezado por los personajes mencionados, desea crear una atmósfera de odio y aversión hacia Alberto Pizango, para así trasladar las responsabilidades de los muertos en Bagua hacia alguien que ha dado la cara en defensa de su comunidad.
No hay que caer en ese juego. Todos los muertos tienen como factor común la peruanidad y ello ya constituye un dolor para nuestra Patria. La violencia es condenable, venga de donde venga, pero la violencia no la inició el líder comunero Alberto Pizango. Su comunidad, más bien, es una víctima de ella.
Alan García no se dignó en recibir a los nativos. El presidente tiene tiempo para recibir a lobbistas y empresarios como Fortunato Canáan pero no puede agendar a Pizango. Si los hechos de la Selva se han desatado de manera fatal es por la forma de operar de este gobierno que impone en lugar de convencer, que insulta en lugar de dialogar, que penaliza y no prevee, que reacciona en lugar de anticipar. Un gobierno que, como el de Alan García, tiene un sentido de la democracia precaria, que cree en la mayoría aplastante en lugar de las mayorías logradas por el consenso dialogante. Un gobierno que tiene a ministras como Mercedes Cabanillas que se equivoca cuando cree que insultando genera temor cuando lo que despierta es lástima y que no se da cuenta que con su vulgaridad pierde autoridad y si no creen pregúntenselo a los mismos policías que ya no la respetan.
Lo que nuestro país está sufriendo es un correlato de los desatinos de este gobierno que por lo visto se empeña en reforzarlos. Un desatino, por ejemplo, es el llamado a la detención de Alberto Pizango.
Por eso antes de acusar a Pizango es preciso conocerlo. Y gracias a uno de los mejores espacios de la blogósfera de América Latina, el blog Hojas de Vida del maestro Heduardo, usted podrá tener la oportunidad de tener acceso
a un vídeo en el cual habla Alberto Pizango. El mismo es importante porque echa por tierra cualquier posibilidad de acusarlo de sedicioso, terrorista o delincuente. Su lucha por su medio ambiente, por la selva no es de ahora ni es contra García: es contra todos los gobiernos que no entienden la forma de pensar, la cultura de nuestros propios hermanos los nativos de nuestra Selva orgullo de nuestro territorio. Los invito a escuchar el minuto 10, escucharán que lo de toma de carreteras y huelgas es una medida extrema que en el 2005 no habían practicado y tampoco en los primeros años de este gobierno. Si lo han hecho ahora es porque están hartos. Y es absolutamente falso que detrás de nuestros hermanos nativos estén intereses extranjeros. Esa fórmula ya no le funciona a Alan García, que cada vez que tiene problemas culpa a Hugo Chávez, Evo o Michelle Bachelet.
Los invito a darse un tiempo y escuchar las reflexiones de Alberto Pizango. Con ellas se puede estar a favor o en contra, usted ejerza su derecho. Lo que no se puede permitir es que se le acuse de narcotraficante, delincuente, asesino o terrorista. Eso es fascismo y de actitudes fascistas ya antes se le ha acusado al APRA. Allí está la historia del Perú político para demostrarlo.
4 comentarios:
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