jueves, junio 26, 2008
Hoy: "La traición de lo permanente" en la Sala Luis Miro Quesada
Esta noche, a las 7:30 pm., en la Sala Luis Miro Quesada Garland (Esq. Larco y Diez Canseco, en Miraflores), inaugura la exposición curada por Augusto del Valle bajo el título de La traición de lo permanente. En ella participan Jaime Domenack, Haroldo Higa, Eliana Otta, Eriván Phumpiú, Adriana Rodríguez y Pilar Talavera. Aquí el texto de presentación del curador.
La traición de lo permanente.
Augusto del Valle
El reto de reflexionar sobre el sentido de la memoria y acerca de los íconos con los que nos vinculamos con frecuencia, es un desafío cotidiano. La tensión entre la convención publicitaria, la moda, el diseño y los lugares inestables de la memoria suele ser el espacio de una traición constante. Y lo que se traiciona no es lo efímero sino todo lo contrario, lo permanente: Un viejo lugar entrañable, la lenta velocidad del pensamiento, la aventura de la interpretación, una interesante historia real o ficticia, la sensación inmediata perdida en el detalle; y esto, solo por hablar solo de unos cuantos viejos dilemas.
En un interesante artículo que fue publicado hace pocos días, un par de inteligentes artistas aparecen como pequeñas empresarias, ante las dificultades para exhibir que el medio les oponía cuando -luego de vivir varios años en el extranjero- llegaron a Lima, en el año 2001. Ellas ahora tienen una plataforma web muy rentable. Cuentan ellas que en esa época «Había una marcada tendencia conceptual, lo pop estaba en auge (y continúa estándolo). Las listas de espera eran y son imposibles en las galerías».
Por mi lado, como «crítico», solo a partir del 2004 recuerdo haber colocado al año 2001 como el final de una época y el comienzo de otra, al menos en lo que se refiere a la escena artística local. Para esquematizar y simplificar, lo que se terminaba entonces era la época de las exposiciones con objetos y representaciones visuales «estáticas», por así decir. En otras palabras, el «cubo blanco» -que es así como se le ha llamado durante algún tiempo al espacio neutral de las paredes en blanco, listas para albergar un cuadro o una escultura- pronto devino en una suerte de «cuarto oscuro», presto a recoger el movimiento de alguna proyección. Pero, a decir verdad, ni la neutralidad de una pared para una sala tradicional de exhibición, ni su invertida variante posmoderna, han sido modelos que haya tomado en serio en el momento de plantear un «proyecto».
Con la conciencia de estar viviendo un nuevo momento, La traición de lo permanente se propone como un proyecto que indaga entre tales fronteras de la comunicación, pronunciándose con un leve tono irónico. Se ubica en el umbral que divide a ciertos tipos de representación, por ejemplo, a un dibujo de un video, o a un objeto «colocado» en un lugar –sin pedestal, claro- de la proyección digital que lo recoge y lo transforma; entre lo que está para ser percibido por el cuerpo y lo que -a otra velocidad- el ojo interpreta. Entramos a un café, sacudidos por el olor que desde la calle percibimos, mientras involuntariamente traspasamos el umbral para «dar» nuestro tiempo con el afán descifrar una serie de signos en una pantalla.
Los lugares de esta memoria son espacios con imágenes, íconos e historias. Lugares que apelan a la atención de cualquiera de nosotros. Acostumbrados a la televisión, al cine o a la Internet, resulta ahora necesario dejar respirar a otras formas de percepción, acaso en trance de desaparición y olvido. Pero ¿quién no ha participado de alguna historia, sea real o ficticia, que haya ejercido sobre su memoria e identidad una influencia duradera, sostenida? ¿Algún personaje cuyo perfil nos haya fascinado sin una razón concreta? ¿Alguna figura cuya forma de vestir nos haya cautivado para siempre? Seis jóvenes artistas han asumido el reto de reflexionar sobre el sentido de la memoria y de los íconos con los que se vinculan a menudo, en la vida cotidiana. Y aquí están los resultados.
La traición de lo permanente.
Augusto del Valle
El reto de reflexionar sobre el sentido de la memoria y acerca de los íconos con los que nos vinculamos con frecuencia, es un desafío cotidiano. La tensión entre la convención publicitaria, la moda, el diseño y los lugares inestables de la memoria suele ser el espacio de una traición constante. Y lo que se traiciona no es lo efímero sino todo lo contrario, lo permanente: Un viejo lugar entrañable, la lenta velocidad del pensamiento, la aventura de la interpretación, una interesante historia real o ficticia, la sensación inmediata perdida en el detalle; y esto, solo por hablar solo de unos cuantos viejos dilemas.
En un interesante artículo que fue publicado hace pocos días, un par de inteligentes artistas aparecen como pequeñas empresarias, ante las dificultades para exhibir que el medio les oponía cuando -luego de vivir varios años en el extranjero- llegaron a Lima, en el año 2001. Ellas ahora tienen una plataforma web muy rentable. Cuentan ellas que en esa época «Había una marcada tendencia conceptual, lo pop estaba en auge (y continúa estándolo). Las listas de espera eran y son imposibles en las galerías».
Por mi lado, como «crítico», solo a partir del 2004 recuerdo haber colocado al año 2001 como el final de una época y el comienzo de otra, al menos en lo que se refiere a la escena artística local. Para esquematizar y simplificar, lo que se terminaba entonces era la época de las exposiciones con objetos y representaciones visuales «estáticas», por así decir. En otras palabras, el «cubo blanco» -que es así como se le ha llamado durante algún tiempo al espacio neutral de las paredes en blanco, listas para albergar un cuadro o una escultura- pronto devino en una suerte de «cuarto oscuro», presto a recoger el movimiento de alguna proyección. Pero, a decir verdad, ni la neutralidad de una pared para una sala tradicional de exhibición, ni su invertida variante posmoderna, han sido modelos que haya tomado en serio en el momento de plantear un «proyecto».
Con la conciencia de estar viviendo un nuevo momento, La traición de lo permanente se propone como un proyecto que indaga entre tales fronteras de la comunicación, pronunciándose con un leve tono irónico. Se ubica en el umbral que divide a ciertos tipos de representación, por ejemplo, a un dibujo de un video, o a un objeto «colocado» en un lugar –sin pedestal, claro- de la proyección digital que lo recoge y lo transforma; entre lo que está para ser percibido por el cuerpo y lo que -a otra velocidad- el ojo interpreta. Entramos a un café, sacudidos por el olor que desde la calle percibimos, mientras involuntariamente traspasamos el umbral para «dar» nuestro tiempo con el afán descifrar una serie de signos en una pantalla.
Los lugares de esta memoria son espacios con imágenes, íconos e historias. Lugares que apelan a la atención de cualquiera de nosotros. Acostumbrados a la televisión, al cine o a la Internet, resulta ahora necesario dejar respirar a otras formas de percepción, acaso en trance de desaparición y olvido. Pero ¿quién no ha participado de alguna historia, sea real o ficticia, que haya ejercido sobre su memoria e identidad una influencia duradera, sostenida? ¿Algún personaje cuyo perfil nos haya fascinado sin una razón concreta? ¿Alguna figura cuya forma de vestir nos haya cautivado para siempre? Seis jóvenes artistas han asumido el reto de reflexionar sobre el sentido de la memoria y de los íconos con los que se vinculan a menudo, en la vida cotidiana. Y aquí están los resultados.
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5 comentarios:
hey, gracias por colgarlo, en verdad me gustó el texto, hace tiempo que no leo a augusto. me han dado ganas de ver la exposición.
dime una cosa emilio, ese dibujo que está en el post es de eliana?
sí, es de eliana. es parte de una serie de dibujos de casonas miraflorinas. no te preocupes que sí llegas a ver la muestra porque va hasta el 26 de julio.
Fui a la muestra y creo que el trabajo de Adriana Rodriguez es el mejor. No solo por su belleza, sino por dedicacion y contenido.
Vi la muestra. Me pareció un proyecto que puede ser un punto de partida para diversas actividades en Lima. me gusto lo de Adriana Rodríguez y lo de Eriván Phumpiú.
Una pregunta... cuál es el nombre de la canción que tocaban en la muestra del conejito de chifa?
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