jueves, setiembre 13, 2007
Cronica libre desde Mexico (parte 2)
Terminó el Simposio en Mexico y estuvo bastante bien. Me parecio genial poder tener la oportunidad de discutir las dificultades curatoriales , conflictos y contradicciones que plantea un trabajo de recuperación histórica en espacio expositivo. Alberto López Cuenca quien estuvo el primer día hablando de Desacuerdos apuntó muy bien su trabajo en particular, el estuvo a cargo no de la búsqueda de aquellos aspectos de cruce entre arte y política obliterados por la historia, sino de entender que fue lo que se impuso en el contexto español de esos años para que aquello no haya tenido visibilidad o posiblidad de discusión. A Alberto le interesa entrar y visibilizar los mecanismos de mercantilización a partir de los años 80s a través de la feria ARCO y las relaciones de economía que sustentaron e instalaron la presencia de una forma de produccion en España de aquellos años. En un aspecto general es tan simple como decir que la historia del arte, que habitualmente uno suele asumir de modo natural y neutral, es una construccion completamente arbirtaria mediada por ordenes economicos, sociales, ideologicos y políticos. Es una premisa bastante logica y definitivamente es sumamente significativo entender no solo el enunciado sino el lugar de enunciado, los roles que cumple uno dentro del sistema. Para mi era siempre fue una premisa fundamental del proyecto de investigacion sobre los 60s/70s intentar pensar de que manera se instalaron localmente los discursos, porque aquella orientacion es sintomica y la invisibilidad que han tenido los referentes locales mas problematicos del arte contemporaneo no es nada gratuita. Que el grupo Chaclacayo siga siendo uno de los aspectos menos estudiados de los 80s, y el cual es, desde mi punto de vista, uno de los registros criticos mas significativamente complejos y que bien pueden dar una lectura bastante pertinente sobre aquella decada de extrema violencia en nuestro país. Y que la produccion abstracta de Julia Navarrete sea una de las mas cotizadas, y quiza uno de las coordenadas que hayan sobrevivido 'victoriosa' desde los 70s en adelante, es tambien un claro indicio para poder pensar hacia donde se ha llevado el pensamiento critico. A mi no enteresa entrar en disquisiciones sobre su obra, no entro en discusiones formalista, me parece mas importante intentar entender todo aquello que excede a la obra y que determina significativamente su sentido. Aunque por alli aun existen algunos ingenuos que consideran que el sentido es inherente a la obra, que se encuentra dentro del marco, del passpartout. Esa la implatación perfecta de la irreflexion y otra forma burda de autonomía del arte que aun sobrevive en nuestro medio. Pero pedir que se piense la obra desde sus operaciones de produccion y recepcion parece demasiado en una escena tan caracterizada por mirarse el ombligo.
La conferencia de Alberto fue muy signifitiva para abrir el Simposio porque estaba claro que le interesa desmantelar la centralización discursiva que se asume como escritura histórica, planteando un contramodelo de lectura. De hecho su mirada como investigador diferia significativa de la curador Bartolomeu Marí, para Alberto la puesta en escena exhibitiva -en el MACBA- de aquella exhibicion implica musealizar y reificar una cantidad de experiencias y operaciones pensadas para dialogar en los margenes o muy por fuera del espacio del arte. Ver por ejemplo las plantillas de estencil -utilizadas para una serie pintas en las calles- musealizadas en una urna hacia patente la dilución ofensiva de aquellas estrategias de comunicacion. De hecho me hizo acordar a como en la ultima exhibición de Rodrigo Quijano, Popular/Pop, el curador optó por musealizar las bolsas de la acción 'Pon la basura en la basura'. Ver aquello resultó para mi un claro conflicto porque me hizo pensar en los modos curatoriales que se deben asumir para evitar la efectiva neutralización del sentido de algo. No me queda claro si ver esas bolsas en la urna es una opcion adecuada, pero si es absolutamente sintomatico de los limites de lo museable. ¿De que manera decir lo que queremos decir sin claudicar y cancelar su insercion radical y politica? ¿No hubiera sido mejor acaso poner un video de la accion, una serie de registros mediaticos sobre el asunto, una serie de entrevistas sobre el tema? Obviamente estoy desvariado y cada opcion sugiere un modo de lectura distinto, pero eso es justamente lo que me interesa pensar: qué tipo de lectura queremos posicionar, desde que lugar, reivindicando qué. La opción de la urna me sigue resultando problemática.
De hecho el tema me ha recordado mi intervención en la mesa de dialogo sobre la sala de fotografia, donde comente la opcion museografica sobre las postales de Gilda Mantilla dentro de la exposicion 'Sobre Fotografia' curada por Natalia Majluf y Jorge Villacorta. Un conjunto de imagenes -las postales- pensadas para ser distribuidas gratuitamente (asi se presentaron en la Bienal de Venecia), y que en el contexto de una exposicion 'sobre fotografía' aparecen sacralmente presentadas como objetos unicos. Allí habian dos situaciones a sopesar: uno, que se estaban poniendo en juego la historia de la fotografia y ampliando sus radios de lectura al incluir una obra esencialmente efimera en soporte fotográfico -y por lo cual se estaba exponiendo tambien la forma de construccion discurso sobre 'lo fotografico' del MALI-; y dos, que en esa inserción se operaba como un modelo museografico que dejaba en claro, aunque de forma muy sutil y casi imperceptible, cual era la posicion de los curadores y del Museo frente a esa misma historia de la fotografia. Es decir, con la musealización de las postales se restituía el 'aura' de esos objetos. Allí la forma de presentación era un indicio interesante del lugar desde donde se observaba y se construia aquella historia, intentando apuntar a una forma muy particular de 'tradicion' que, si bien intentaba ser ampliada con la inclusion de aquellas postales, tambien dejaba en claro que la mirada estaba aun ubicada desde un punto que preferia dejar los aspectos mas contaminantes y conflictivos que la imagen fotografica ha permitido.
Pero ya volviendo al tema, Alberto Lopez Cuenca cuestionaba seriamente la opcion de hacer una exhibicion a patir de un proyecto como Desacuerdos, cuya funcion era reestablecer una serie de marcas conflictivas previamente no asimiladas y desestabilizar el tejido historica desde la escritura, entrevistas, y documentos recuperados. Así, si se estaba hablando en el proyecto de estrategias de comunicacion contra-discursivas tambien era necesario apuntar a un modelo contra-museográfico. La pregunta quedó abierta.
En ese sentido la experiencia curatorial de Suely Rolnik sea, tal vez, la opcion mas brillante y acertada. A Suely no le intersa en lo mas minimo restituir el objeto dentro del museo, más aún cuan do Lygia Clark habia renunciado deliberadamente a él. Para Suely su trabajo curatorial era un proyecto de construccion de memoria que deberia desestabilizar los propios modelos de leer y escribir la historia desde el territorio del arte. Pero ¿como reflotar aquella potencialidad critica? ¿Cómo volverlas decibles? No se trataba de reconstruir hechos ni objetos, sino -como bien dijo Suely- de actualizar la sensaciones y potencia poética: intervenir la realidad, el presente. Más aun en una obra como de la Lygia que en una etapa como la que la artista llamó 'La estructuración del Self' se trataba de una experiencia personal, clínica, con la persona, un tipo de vinculo fisico donde la artista se permitia experimentar libremente con las sensaciones. Así, los dos movimientos que hace Suely como curadora me parecen fabulosos e importante de ser pensados: su primer movimiento se trata de no restituir ese cuerpo de trabajo en el espacio de forma tracionalmente museografica, es decir no restituirlos como elementos muertos en vitrinas sino intentar impregnar de memoria viva cada una de ellas. Suely se dedico entonces por algunos años a realizar 65 entrevistas a diferentes personas que habian tenido relacion con Lygia y que habian tambien experimentado aquellas obras. Era claro que el sentido de aquellas obras no estaba en la materialidad sino en aquello que la excede, en todo eso que se encuentra en el medio, y ante ello era importante hacer presente la potencia del acontecimiento. Suely desplegó todas las entrevistas en el espacio de exhibición, y que junto a varios objetos dispuestos para ser tocados y sentidos de manera libre por los espectadores, intentaban aprehender la exterioridad de los elementos apuntando y dando al sujeto la oportunidad de dejarse afectar por cada uno de ellos. Yo debo describirlo pésimo pero realmente fue fabuloso verlo -recomiendo leer su texto 'Lygia llamando' publicado en Brumaria, e incluso voy a tratar de republicarlo en este espacio porque me parece vital-. La otra operacion muy significativa fue invertir el orden cronologico de la exposicion, así el recorrido de la exhibición comenzaba por la más reciente producción de Lygia, la más sensorial también, intentando invertir el modo de lectura que se tenía sobre su obra mucho más asociada al neo-concreto y sus aspectos mas geométricos. Como le decía a Suely, para mi ello era muy importante no solo porque en el espacio expositivo se contaminaba su produccion primera de los aspectos de experiencia viva de produccion ultima, sino tambien porque se apuntaba a invertir los modos de lectura vertical de la propia historia del arte. No se trataba de recuperar reliquias del pasado y clasificarlas, sino abrir otros conceptos de memoria. Y como dijo Cuauhtémoc al momento de intentar presentar su conferencia -inmediatamente después de Suely-, casi parecía imposible decir algo que no sonara banal y superficial luego de ver tan interesante ejercicio de pensamiento y conflicto.
Deberé seguir comentando al respecto pero ya con ideas más ordenadas, y estoy seguro que pronto podremos tener a Suely en Lima para poder discutir estas ideas. Cierro con la cita de Clark con la cual Suely abrio su conferencia, muy pertinente para los aspectos que nos reunían alrededor del Simposio: "En el preciso momento en que el artista digiere el objeto, es digerido por la sociedad que ya le encuentra un título y una ocupación burocrática: será así el ingeniero de los pasatiempos del futuro, actividad que en nada afecta el equilibrio de las estructuras sociales" (Lygia Clark, 1969)
Para mi la pregunta sigue siendo ¿Qué operaciones son entonces necesarias para no reducir aquella potencialidad crítica de estos acontecimientos? ¿Es acaso siempre necesario apostar por una exhibicion para enhebrar aquellas memorias? Respuestas que deben darse, claro, para cada caso específico.
La conferencia de Alberto fue muy signifitiva para abrir el Simposio porque estaba claro que le interesa desmantelar la centralización discursiva que se asume como escritura histórica, planteando un contramodelo de lectura. De hecho su mirada como investigador diferia significativa de la curador Bartolomeu Marí, para Alberto la puesta en escena exhibitiva -en el MACBA- de aquella exhibicion implica musealizar y reificar una cantidad de experiencias y operaciones pensadas para dialogar en los margenes o muy por fuera del espacio del arte. Ver por ejemplo las plantillas de estencil -utilizadas para una serie pintas en las calles- musealizadas en una urna hacia patente la dilución ofensiva de aquellas estrategias de comunicacion. De hecho me hizo acordar a como en la ultima exhibición de Rodrigo Quijano, Popular/Pop, el curador optó por musealizar las bolsas de la acción 'Pon la basura en la basura'. Ver aquello resultó para mi un claro conflicto porque me hizo pensar en los modos curatoriales que se deben asumir para evitar la efectiva neutralización del sentido de algo. No me queda claro si ver esas bolsas en la urna es una opcion adecuada, pero si es absolutamente sintomatico de los limites de lo museable. ¿De que manera decir lo que queremos decir sin claudicar y cancelar su insercion radical y politica? ¿No hubiera sido mejor acaso poner un video de la accion, una serie de registros mediaticos sobre el asunto, una serie de entrevistas sobre el tema? Obviamente estoy desvariado y cada opcion sugiere un modo de lectura distinto, pero eso es justamente lo que me interesa pensar: qué tipo de lectura queremos posicionar, desde que lugar, reivindicando qué. La opción de la urna me sigue resultando problemática.
De hecho el tema me ha recordado mi intervención en la mesa de dialogo sobre la sala de fotografia, donde comente la opcion museografica sobre las postales de Gilda Mantilla dentro de la exposicion 'Sobre Fotografia' curada por Natalia Majluf y Jorge Villacorta. Un conjunto de imagenes -las postales- pensadas para ser distribuidas gratuitamente (asi se presentaron en la Bienal de Venecia), y que en el contexto de una exposicion 'sobre fotografía' aparecen sacralmente presentadas como objetos unicos. Allí habian dos situaciones a sopesar: uno, que se estaban poniendo en juego la historia de la fotografia y ampliando sus radios de lectura al incluir una obra esencialmente efimera en soporte fotográfico -y por lo cual se estaba exponiendo tambien la forma de construccion discurso sobre 'lo fotografico' del MALI-; y dos, que en esa inserción se operaba como un modelo museografico que dejaba en claro, aunque de forma muy sutil y casi imperceptible, cual era la posicion de los curadores y del Museo frente a esa misma historia de la fotografia. Es decir, con la musealización de las postales se restituía el 'aura' de esos objetos. Allí la forma de presentación era un indicio interesante del lugar desde donde se observaba y se construia aquella historia, intentando apuntar a una forma muy particular de 'tradicion' que, si bien intentaba ser ampliada con la inclusion de aquellas postales, tambien dejaba en claro que la mirada estaba aun ubicada desde un punto que preferia dejar los aspectos mas contaminantes y conflictivos que la imagen fotografica ha permitido.
Pero ya volviendo al tema, Alberto Lopez Cuenca cuestionaba seriamente la opcion de hacer una exhibicion a patir de un proyecto como Desacuerdos, cuya funcion era reestablecer una serie de marcas conflictivas previamente no asimiladas y desestabilizar el tejido historica desde la escritura, entrevistas, y documentos recuperados. Así, si se estaba hablando en el proyecto de estrategias de comunicacion contra-discursivas tambien era necesario apuntar a un modelo contra-museográfico. La pregunta quedó abierta.
En ese sentido la experiencia curatorial de Suely Rolnik sea, tal vez, la opcion mas brillante y acertada. A Suely no le intersa en lo mas minimo restituir el objeto dentro del museo, más aún cuan do Lygia Clark habia renunciado deliberadamente a él. Para Suely su trabajo curatorial era un proyecto de construccion de memoria que deberia desestabilizar los propios modelos de leer y escribir la historia desde el territorio del arte. Pero ¿como reflotar aquella potencialidad critica? ¿Cómo volverlas decibles? No se trataba de reconstruir hechos ni objetos, sino -como bien dijo Suely- de actualizar la sensaciones y potencia poética: intervenir la realidad, el presente. Más aun en una obra como de la Lygia que en una etapa como la que la artista llamó 'La estructuración del Self' se trataba de una experiencia personal, clínica, con la persona, un tipo de vinculo fisico donde la artista se permitia experimentar libremente con las sensaciones. Así, los dos movimientos que hace Suely como curadora me parecen fabulosos e importante de ser pensados: su primer movimiento se trata de no restituir ese cuerpo de trabajo en el espacio de forma tracionalmente museografica, es decir no restituirlos como elementos muertos en vitrinas sino intentar impregnar de memoria viva cada una de ellas. Suely se dedico entonces por algunos años a realizar 65 entrevistas a diferentes personas que habian tenido relacion con Lygia y que habian tambien experimentado aquellas obras. Era claro que el sentido de aquellas obras no estaba en la materialidad sino en aquello que la excede, en todo eso que se encuentra en el medio, y ante ello era importante hacer presente la potencia del acontecimiento. Suely desplegó todas las entrevistas en el espacio de exhibición, y que junto a varios objetos dispuestos para ser tocados y sentidos de manera libre por los espectadores, intentaban aprehender la exterioridad de los elementos apuntando y dando al sujeto la oportunidad de dejarse afectar por cada uno de ellos. Yo debo describirlo pésimo pero realmente fue fabuloso verlo -recomiendo leer su texto 'Lygia llamando' publicado en Brumaria, e incluso voy a tratar de republicarlo en este espacio porque me parece vital-. La otra operacion muy significativa fue invertir el orden cronologico de la exposicion, así el recorrido de la exhibición comenzaba por la más reciente producción de Lygia, la más sensorial también, intentando invertir el modo de lectura que se tenía sobre su obra mucho más asociada al neo-concreto y sus aspectos mas geométricos. Como le decía a Suely, para mi ello era muy importante no solo porque en el espacio expositivo se contaminaba su produccion primera de los aspectos de experiencia viva de produccion ultima, sino tambien porque se apuntaba a invertir los modos de lectura vertical de la propia historia del arte. No se trataba de recuperar reliquias del pasado y clasificarlas, sino abrir otros conceptos de memoria. Y como dijo Cuauhtémoc al momento de intentar presentar su conferencia -inmediatamente después de Suely-, casi parecía imposible decir algo que no sonara banal y superficial luego de ver tan interesante ejercicio de pensamiento y conflicto.
Deberé seguir comentando al respecto pero ya con ideas más ordenadas, y estoy seguro que pronto podremos tener a Suely en Lima para poder discutir estas ideas. Cierro con la cita de Clark con la cual Suely abrio su conferencia, muy pertinente para los aspectos que nos reunían alrededor del Simposio: "En el preciso momento en que el artista digiere el objeto, es digerido por la sociedad que ya le encuentra un título y una ocupación burocrática: será así el ingeniero de los pasatiempos del futuro, actividad que en nada afecta el equilibrio de las estructuras sociales" (Lygia Clark, 1969)
Para mi la pregunta sigue siendo ¿Qué operaciones son entonces necesarias para no reducir aquella potencialidad crítica de estos acontecimientos? ¿Es acaso siempre necesario apostar por una exhibicion para enhebrar aquellas memorias? Respuestas que deben darse, claro, para cada caso específico.
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