domingo, mayo 27, 2007

Hospitalidades

Ha sido mi primera semana en Medellín y la experiencia ha sido insuperable. A un nivel puramente artístico las actividades del Encuentro son constantes: conversatorios, proyecciones, exposiciones, eventos sonoros, todos los días y en diferentes espacios. La participación de las personas es también significativa y variada. Sobre la idea de hospitalidad me quedo con un idea de mi amigo Juvenal, a quien conocí en La Jikara -uno de los 'espacios anfitriones' ubicado en el barrio de Castilla, uno de cuyos pasados se caracterizan por ser de los más violentos en la ciudad-: "La idea de hospitalidad en Medellín implica también que a quién tenemos únicamente es a nosotros mismos". Y lo que he podido ver en estos días ha sido también una muy fuerte voluntad colectiva de construcción social, y que sobrepasa el mero 'slogan' institucional para inscribirse en las energías personales de quienes vivieron la violencia de forma directa y ahora trabajan para cambiar la situación. Energías que en muchos casos circulan de forma paralela a las actividades del Encuentro, a tal vez de manera muy silenciosa pero que el evento parece servir -en algunos casos- para hacer visible.

El pasado encuentro de Los Aterciopelados en un colegio de la Comuna 13 pareció plantear una oportunidad interesante para discutir y fortalecer las voluntades autogestionadas que adolescentes y adultos vienen realizando desde su comunidad, al parecer una de las más afectadas en años pasados. Sin embargo, el público conformado únicamente por niños de primaria, y prácticamente sin adolescentes y adultos del entorno directo, limó por momentos una efectiva comunicación que podría haber sido sumamente fructífera. El carácter 'cerrado' del evento parecía contradecir ese ánimo de diálogo.

Si bien actualmente este Encuentro es, como lo define Jaime Cerón, uno de sus curadores, "una especie de laboratorio", lo que parece planterse como un reto interesante es si luego de estos seis meses de actividades constantes (de enero a junio) las iniciativas no institucionales únicamente, sino especialmente las personales y colectivas logran articular discursos que no pasen exclusivamente por lo oficial o que estén a la espera de éste, creando canales de comunicación disidentes y críticos. Porque si, como se me ha comentado constantemente, la ciudad se encuentra bajo el velo de un único curador que administra los discursos locales pues me parece más necesario que nunca que de este Encuentro surjan maneras diferentes de entender la práctica curatorial y el ejercicio creativo en los artistas jóvenes que están participando, lo cual no depende nunca de clases o academias sino de entender y asimilar las necesidades de su contexto. Y es que toda curaduría para mí atraviesa un punto insoslayable -y quizá la condición inicial para ser pensada-: la pertinencia, que se ve marcada de forma específica y particular por cada escenario.

Ya comentaré luego sobre las exposiciones y obras de los artistas, ayer estuve en el tour de exposiciones que organizó la Casa del Encuentro y tengo varios comentarios al respecto. Aunque me quedo momentaneamente con el comentario de un guía al estar cuarenta metros suspendido en un cuarto doméstico construido por Tatsu Nishi en medio de la punta en cruz de una iglesia, el guía ante mi pregunta de por qué el artista había decidido hacer esta obra en específico para el evento me dijo: "El artista dice que esto es lo que le gusta a los curadores contemporáneos, que él también pinta y dibuja, pero qué esto le piden los curadores". Qué se pide y qué se da en este Encuentro es mi pregunta.

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