

La intervención de Jorge Villacorta narró las peripecias que un crítico tiene que sobrellevar para poner en funcionamiento un espacio de exposiciones. Recordó sus primeras experiencias en la galería Parafernalia (1993-1997 aprox.), y posteriormente su labor como director de la Sala Luis Miró Quesada Garland en Miraflores. Lo más significativo fue para mi el señalamiento que hizo entre la diferencia que existe entre una Sala de uso y proyección pública, y una Galería de Arte. Una diferencia que yo considero fundamental, especialmente en Lima, lo cual me remite al título de la conversación: "espacios flexibles". Cuando Tarazona al comienzo de su intervención se puso a enumerar posibilidades expositivas alternativas como 'Terreno de Experiencia 1', Centro de Arte EGO, Galería del Escusado, Cubo Blanco Flexi-Time, etc., para mí estaba bastante claro que no hablábamos ya de 'rol de galerías': todas estas experiencias son vías de escape a las mismas. Y ellas, algunas más que otras, podrían ubicarse en el horizonte que tanto el arte conceptual como otras vías contemporáneas de reflexión estética han permitido desde fines de los 60's. El desplazamiento de la obra-de-arte hacia soportes cada vez más inmateriales (en el sentido que el modernismo lo concebía) permitiría la ampliación hacia un campo expandido -por usar un término de Krauss- del sentido. El arte en esos casos, al ser eminentemente reflexión sobre arte, socavaría sus propios soportes, permitiéndose en ocasiones ser simples documentos a insertarse en una revista (desde el escueto statement de Lawrence Weiner en Arts Magazine en abril de 1970, hasta el ¿irónico? Homes for America de Dan Graham), o logrando que su única materialidad sea el propio catálogo expositivo, además de las múltiples formas de intervención espacios abiertos y públicos a través del cuerpo o de elementos, lo cual a la postre dejaría el legado de lo que ahora podemos concebir como instalación, site-specific, etc.
El Centro de Arte EGO, por ejemplo, que llegó a Lima en abril de 2003 si no me equivoco, permitió una dinámica completamente nueva: este Centro de Arte era simplemente un mueble de madera que tomaba por completo el espacio que ocupaba. Este objeto era también una suerte de crítica irónica sobre la idea ostentosa y monumental que solemos tener del 'museo'. EGO reclamaba entonces ser únicamente una plataforma mental que podría materializarse en cualquier momento y en cualquier situación donde el mueble pudiese situarse. Así, la dirección de Jorge Villacorta y la suma de 8 curadores jóvenes permitió construir experiencias en puntos tan alejados como Tacora, donde se hizo un 'Remate de Saldos' y objetos en desuso; la participación del 'Vía Crucis' en Breña donde el aparador cubierto de tela blanca y de flores rendiría homenaje a las víctimas de violencia en una de las estaciones de la procesión; o incluso como improvisada mesa de conferencias en la serie de conversatorios 'F(l)loros' en la Casa Museo José Carlos Mariátegui; entre otras situaciones. Así también recordé

Así este arte más flexible digamos permite modular una forma más amplia donde la transferencia del sentido es lo que interesa, procurando hacer del arte un ente orgánico a través de la acción de sus participantes. Una 'estética relacional' como diría Villacorta al refererirse a su Terreno de Experiencia 1.
De las conclusiones que quedarían flotando en la sala 80m2 me gustaría rescatar aquella que incidía en lo importante de comprender el espacio galerístico como una plataforma discursiva, que exige tener una propuesta de proyección estética definida, y que con esa línea se permita apoyar a sus artistas e instalar un mercado y un coleccionismo. Pero así como es necesario fortalecer las estructuras de nuestro precario sistema galerístico limeño, también es importante tomar en cuenta que muchas de estas propuestas 'flexibles' a las cuales aludía Tarazona son justamente posibilidades enunciativas que escaparán constamente de los márgenes clásicos de exposición, y que este canón clásico en galerías de Lima -como Forum o Lucía de la Puente, por ejemplo- siempre será privilegiado. Me parece imposible pensar un Cubo Blanco en un espacio galerístico comercial. Finalmente, considero que no es una cosa de competencia, sino simplemente de tener en cuenta que estas dos vías son independientes, y que es saludable que sea así. Lo excepcional siempre van a ser esos extraños casos donde el espacio galerístico otorgue verdaderas plataformas a curadores, y que con entera libertad les permitan tomar el pulso a sus intereses críticos y estéticos. No existe aún un espacio así en Lima, pero debo decir que 80m2 parece pretender conjugar de un modo equilibrado el necesario riesgo conceptual con la voluntad empresarial de toda galería, privilegiando arte joven. Establecer una línea (un gusto definido por lo contemporáneo) y fortalacerla debe ser su primera tarea, el cómo es lo que la hace interesante de observar con detalle durante los próximos meses.
1 comentario:
estoy de acuerdo en que se debe dar mayor fuerz y validèz a los curadores en su rol,y no involucrar otros fines ajenos a la producciòn real del arte. con respecto al cubo blanco, crèo que funciona hoy dìa como un espacio de lo posible, debido a la falta o indisposiciòn de otros espacios ya establecidos.
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