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El Museo Imposible
por Giuseppe Campuzano
Una estructura artística donde galerías, centros culturales y museos no cumplen papeles definidos —haciendo los tres de todo un poco mientras dejan vacíos sin cubrir— y un modelo globalizado que se va imponiendo a trompicones. Sin embargo, tal «informalidad» —denominada así por un proyecto que continúa siendo tan ilustrado como absolutista— se ofrece como posibilidad para iniciar un diálogo. Un proyecto propio.
La imposibilidad física de un museo de arte contemporáneo limeño (MAC-Lima) mientras ya es posible acceder a su página web y folletos hace manifiesta su necesidad imperiosa de una fisicidad para exhibir una colección más allá de un planteamiento, sus relaciones y contrastes. ¿Es que Lima no está preparada para un museo de arte contemporáneo? Habría que definir desde que arte y desde que contemporaneidad se plantea tal propuesta.
Ante la infertilidad de la crítica de una crítica siempre a partir de supuestos y posturas, y de la objetividad como propósito utópico, propongo la crítica como obra, partiendo del yo, aquí y ahora. La obra como crítica, y la crítica como obra artística, no es un concepto nuevo, la crítica al museo como institución acrítica ha sido planteada por artistas como Michael Asher, desmantelando sus estructuras, o Fred Wilson, reordenándolo para señalar sus incongruencias, pero ya que este reto surge desde la producción de un saber temporal y local entre discursos, relaciones y sujetos, éste será siempre nuevo.
Considero dicha experiencia necesaria —la revisión del papel del museo— en un contexto que se constituye como el archipiélago del siglo XXI pero que a su vez continúa anclado a dos bloques que se excluyen entre sí. Ante este mapa el «revisionismo» de mitologías, héroes y sujetos no es gratuito. Este es el reto que el Museo Travesti, mi proyecto, ha asumido enfrentar: un trabajo paralelo donde plantear-se —para existir— mientras uno desmantela los propios supuestos es la paradoja a develar. Un seudo museo histórico que se hilvana a partir de las fisuras de un género hegemónico, él cual crítica desde el propio cuerpo —aquella «criticalidad»* que Irit Rogoff señala. El cuerpo travestido como significante (pretexto lacaniano) de aquella informalidad peruana de siempre que hay que entender para luego cuestionar. Un proceso que parte del yo hacia un concepto —lo travesti— para entender lo peruano.
Aquella condición de museo —inscrita asimismo en el proyecto ilustrado— consiste en una apropiación de sus formas y fórmulas no para camuflar al travesti —exótico fardo funerario a diseccionar— sino para travestir al museo —infectándolo como un retrovirus. Un museo que prescinde de una colección y espacio físicos mientras transforma tal «carencia» en colección potencial —cuyos únicos límites son los propios vacios intelectuales— para establecer relaciones y contrastar discursos.
Un montaje-desmontaje donde la moderna espectacularidad travesti deviene en performatividad (glosando a Manuel Borja-Villel, director del MACBA) abandonando la estéril disociación entre arte «académico» (pintura, escultura) y «de vanguardia» (video, instalación, performance), el cubo blanco o la caja negra, para recrear el objeto en su contemporaneidad.
Crítica y curaduría como obra que se produce a partir de la performance de un cuerpo andrógino, de un cuerpo travestido que satiriza hasta autorridiculizarse —como el cuerpo-obra de Andrea Fraser—mientras sus tantas capas permanecen debajo, como un saber entre líneas. El género, transgénero, como método y posibilidad.
*Criticality — the difference between criticism and critique and what I am calling criticality is that I think we have understood that as educated as we may be in critical theory, able to mobilise a great deal of reflectivity and consciousness, nevertheless we are situated within a paradigm. No matter how much criticism we can mobilise towards the problem, we are never going to be situated in living it out.
La imposibilidad física de un museo de arte contemporáneo limeño (MAC-Lima) mientras ya es posible acceder a su página web y folletos hace manifiesta su necesidad imperiosa de una fisicidad para exhibir una colección más allá de un planteamiento, sus relaciones y contrastes. ¿Es que Lima no está preparada para un museo de arte contemporáneo? Habría que definir desde que arte y desde que contemporaneidad se plantea tal propuesta.
Ante la infertilidad de la crítica de una crítica siempre a partir de supuestos y posturas, y de la objetividad como propósito utópico, propongo la crítica como obra, partiendo del yo, aquí y ahora. La obra como crítica, y la crítica como obra artística, no es un concepto nuevo, la crítica al museo como institución acrítica ha sido planteada por artistas como Michael Asher, desmantelando sus estructuras, o Fred Wilson, reordenándolo para señalar sus incongruencias, pero ya que este reto surge desde la producción de un saber temporal y local entre discursos, relaciones y sujetos, éste será siempre nuevo.
Considero dicha experiencia necesaria —la revisión del papel del museo— en un contexto que se constituye como el archipiélago del siglo XXI pero que a su vez continúa anclado a dos bloques que se excluyen entre sí. Ante este mapa el «revisionismo» de mitologías, héroes y sujetos no es gratuito. Este es el reto que el Museo Travesti, mi proyecto, ha asumido enfrentar: un trabajo paralelo donde plantear-se —para existir— mientras uno desmantela los propios supuestos es la paradoja a develar. Un seudo museo histórico que se hilvana a partir de las fisuras de un género hegemónico, él cual crítica desde el propio cuerpo —aquella «criticalidad»* que Irit Rogoff señala. El cuerpo travestido como significante (pretexto lacaniano) de aquella informalidad peruana de siempre que hay que entender para luego cuestionar. Un proceso que parte del yo hacia un concepto —lo travesti— para entender lo peruano.
Aquella condición de museo —inscrita asimismo en el proyecto ilustrado— consiste en una apropiación de sus formas y fórmulas no para camuflar al travesti —exótico fardo funerario a diseccionar— sino para travestir al museo —infectándolo como un retrovirus. Un museo que prescinde de una colección y espacio físicos mientras transforma tal «carencia» en colección potencial —cuyos únicos límites son los propios vacios intelectuales— para establecer relaciones y contrastar discursos.
Un montaje-desmontaje donde la moderna espectacularidad travesti deviene en performatividad (glosando a Manuel Borja-Villel, director del MACBA) abandonando la estéril disociación entre arte «académico» (pintura, escultura) y «de vanguardia» (video, instalación, performance), el cubo blanco o la caja negra, para recrear el objeto en su contemporaneidad.
Crítica y curaduría como obra que se produce a partir de la performance de un cuerpo andrógino, de un cuerpo travestido que satiriza hasta autorridiculizarse —como el cuerpo-obra de Andrea Fraser—mientras sus tantas capas permanecen debajo, como un saber entre líneas. El género, transgénero, como método y posibilidad.
*Criticality — the difference between criticism and critique and what I am calling criticality is that I think we have understood that as educated as we may be in critical theory, able to mobilise a great deal of reflectivity and consciousness, nevertheless we are situated within a paradigm. No matter how much criticism we can mobilise towards the problem, we are never going to be situated in living it out.
muy bien puesto el nombre (travesti).
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