Pese al limitado alcance que implica intercambiar ideas por correo electrónico creo que las reflexiones finales, en torno al marco legal y las formas de regulación pública en el campo del arte, son profundamenta significativas, temas que han escapado constantemente del debate crítico nacional. Aquí ya no se discute únicamente sobre una determinada subjetividad curatorial que pone en juego sentidos específicos, sino sobre el marco de poder hegemónico y las formas de producción de enunciados y contraenunciados frente a esa hegemonía, repensando también qué tipo de vínculo existe entre el espacio de producción artística y la consolidación pública de prácticas democráticas -no obstante, cabría preguntarnos aquí también que noción de 'lo democrático' asumimos-. ¿O es que acaso no el arte no es, en tanto plataforma potencial de desarticulación y rearticulación de discursos, una posibilidad tangible de intervención política, y por ende, capaz operar directamente sobre la política democrática? Y me parece significativo que una exposición que versa precisamente sobre una práctica artística que es esencialmente irruptora permita discutir aquí los límites de aquello que se está dando a ver y aquello que no. Preguntarnos por esa gestión de lo visible es clave, ya que es sobre ese marco que la política existe, y es ante esa estructura que el arte precisamente responde.
m.
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De: jesús vilchez <latransgresion@yahoo.es>
Asunto: CENSURA EN FESTIVAL ARTE ACCIÓN 2008
Fecha: lunes, 11 agosto, 2008 15:38
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De: Emilio Santisteban <emilio@emiliosantisteban.com>
Asunto: Re: CENSURA EN FESTIVAL ARTE ACCIÓN 2008
Fecha: lunes, 11 agosto, 2008 23:39
Jesús, si hablamos de censura (y no de exclusión), la cosa es distinta, muy distinta. Habrá que esperar las respetuosas explicaciones de Emilio Tarazona sobre los motivos por los que no incluyó ese trabajo específico que mencionas. Las disculpas del caso, que seguramente se darán, por la ira con que fueron ciertas respuestas (de ambos lados). Luego, creo que me has comprendido mal: reafirmo que un artista que trabaja en serio no debe ocuparse (ni preocuparse) por el espacio que le dan o no desde iniciativas privadas de criterio propio (incluirte en una muestra, en una publicación, en una colección, etc.), y en todo caso la mejor forma de luchar contra silenciamientos sistemáticos (ese sería el caso de una censura) es en el propio trabajo, en la persistencia de la propia obra y en la generación autogestionaria de espacios de poder simbólico y dominio de lo público. Un buen ejemplo de ello fue precisamente Se Vende Se Alquila de Lalo y ustedes, el equipo que ahí estuvo. Hubiera sido muy distinto si tu primer mail explicara la obra que ahora señalas como censurada, y las razones por las que lees en su no-inclusión un intento de sileciamiento, en vez de escribir encolerizado que a tí en lo personal te están excluyendo (concepto que, como sabemos, corresponde a la exclusión del acceso a un derecho administrado desde lo estatal). Estoy plenamente dispuesto a colaborar si propones un espacio de presentación de la obra en cuestion (porque en dicho caso no hablamos de trayectorias ni carreras personales, sino del discurso artístico en sí mismo). Hagamos que la cordura y el debate de ideas se imponga a los egos, diatribas, ofensas y burlas, vengan de quien vengan.
Un abrazo,
E.
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De: Herbert Rodríguez <herbertperu@yahoo.com>
Asunto: Re: CENSURA EN FESTIVAL ARTE ACCIÓN 2008
Hola Jesùs, estaba dándole vueltas en mi cabeza a tu correo y pensando si enviarte algún comentario... y bueno, aquí me ves escribiendo. La primera idea era acerca de si tu reclamo era por la forma como se expreso Emilio al responder que no ibas a estar incluido en la expo o si el tema era por ser excluido. Lo primero, si es así oe, hay que escuchar a ambas partes, si pues no esta bien ser áspero en la comunicación de decisiones de este tipo, y veras que aquí se abre un montón de posibles reflexiones, ¿es un asunto de decirlo con cortesía muchas veces asociado a un trato mas bien hipocritón? o quizá el tema es que no debió de responder por teléfono sino convocar a una reunión con los artistas que habían enviado su material y explicar razones de inclusiones o exclusiones de artistas en la muestra? o muchas otras variables...Habla Emilio y demás curadores, establezcamos criterios de buen trato, no solo de cortesía sino de objetivos y metodologías explicitas; no somos un medio cultural que brilla por la transparencia en las decisiones que se toman, y esto lo digo porque es verdad que las susceptibilidades asociadas a la desconfianza son parte de la convivencia artistas e instituciones.
En lo segundo, no ser incluido a la expo, ya de arranque considero que tu obra si tiene el merito para ser consignado en una memoria del accionismo, recuerdo mucho la imagen de fujimori en la sala oscura del Palais Concert en la que habías colocado un mesa con pescado podrido... Por eso la idea que me surgió sobre el tema incluidos - excluidos es que seria inteligente que los curadores consignaran todo en una especie de registro de base - archivo de documentación- y que establezcan criterios para destacar tal o cual obra -lo que va en salas- con un criterio informado, es decir, indispensable conocer toda la actividad artística realizada no solo el entorno cercano o hasta donde llego el tiempo de investigación que muchas veces depende del presupuesto o dinero que hay. Lo que queda en un libro o catalogo de una muestra tipo salas del ICPNA se reproduce interminablemente como la idea valida en un país sin actividad académica autónoma. La última idea era que cada artista considere su visión como una historia -h minúscula, las voces múltiples- legitima al mismo nivel que la Historia con H mayúscula o la voz de la hegemonía.
Herbert
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De: Jesús Vilchez <emilio@emiliosantisteban.com>
Asunto: UN INSOLENTE DIA PARA EL ACCIONISMO EN EL PERÚ
Fecha: martes, 12 agosto, 2008
BRINDIS DE HONOR
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De: miguel lópez <miguel.lopezl@gmail.com>
Asunto: Re: FW: CENSURA EN FESTIVAL ARTE ACCIÓN 2008
Fecha: martes, 12 agosto, 2008 15:47
Hola a todos,
volveré a intervenir porque considero que hay varios conceptos puestos en juego que merecen ser discutidos más a profundidad. Uno de los aspectos que me preocupan en esta discusión es que el papel del curador empieza a tergiversarse. Jesús Vilchez reclama su ausencia en una exposición que Emilio Tarazona tenía su cargo. El trabajo de un curador allí (independientemente de quien se trate) implica ver, analizar y elegir un conjunto de piezas o acontecimientos que sirven para articular un discurso sobre la producción reciente; es decir, la puesta en escena curatorial implica necesariamente un tramado afectivo de conceptos que uno considera significativos por distintas razones. Está claro que toda elección implica en sí misma una omisión: es imposible abarcar en una exposición todas las obras y experiencias en una misma vía, y además de imposible sería improductivo, porque el sentido crítico de la curaduría está precisamente en una selección que permita detonar otras discusiones.
Existe allí una concepción mítica y errónea del papel del curador. Su trabajo no es en ningún sentido 'objetivo' ni pretende serlo. Y pensar que la facultad que tiene un curador de optar por un trabajo frente a otro es 'censura' me parece una consideración profundamente perversa, además de inaudita. No se puede poner en un mismo nivel el ejercicio de selección en el cual se funda toda curaduría, con lo que podríamos llamar 'censura', como la que operó el Estado en contra de algunos dibujos de Piero Quijano al impedir que se mostrasen en la Casa Mariátegui; o en otra situación donde un entidad pública (la municipalidad de san isidro) les impidió mostrar a Lalo Quiroz y Coco Polar unas obras previamente aceptadas en el Festival de Arte Contemporáneo Plataforma, para luego apropiarse de su frase para fines de propaganda del distrito.
Jesús Vílchez asume que su trabajo ha sido "censurado" por ser "teórica y estéticamente una transgresión", y pienso que ello podría ser totalmente razonable en un caso donde, por poner un ejemplo, las autoridades del ICPNA hayan intervenido en el trabajo autónomo del curador impidiéndole mostrar algo que el curador hubiese querido, entre muchas otras posibles situaciones. Es decir pongamos la figura hipotética que Pedro Pablo Alayza haya bajado a las salas y hubiera dicho: 'Ese trabajo no va y se quita inmediatamente'. Pero aquí estamos hablando, e interpreto el primer mail de Vílchez, que el curador le dijo por teléfono que su obra no iba a estar en la exposición -ante una llamada del artista "para consultar si algo de su trabajo iría en el montaje"-. Entonces, llamar a esa decisión personal de un curador -sea quien sea- como 'censura' es tergiversar la propia idea de curaduría y la propia noción de censura.
De hecho, si realmente existiera censura ahora o más adelante en la exposición corresponde a todos denunciarlo. Y también cabe decir que no es nada difícil ver las obras de Vílchez: solo se va a Youtube, se pone su nombre y sale una lista de performances suyas en la ciudad de Lima que están allí dispuesta para la mirada pública sin ninguna restricción. Pero el hecho que un curador -sea quien sea- no elija su trabajo para una determinada exposición, en una entidad privada, no puede ser tan facilista causal que permita llamarlo 'censor'. Como bien señaló Emilio Santisteban no estamos hablando de un 'servicio público' sino de un proyecto independiente que intenta revisar el accionismo reciente desde una mirada particular.
Pero creo que a Vilchez le importa poco discutir los criterios de la exposición y solo quiere defender ciegamente su inclusión en una exposición que ni siquiera ha visto! (ya que se inaugura recién hoy). Y me parece bien que cada uno defienda su propio lugar en el campo del arte, y la posición que considera que merece, pero que ello no nos lleve a deformar ciertas nociones como las antes expuestas.
En tal caso todos todos los curadores del mundo serían 'censores', y yo mismo tendría que denominar mi trabajo curatorial como una 'censura permanente'. Pero eso sería ir claramente en contra de un derecho fundamental del sujeto que es la elección libre de sus afectos e intereses. Ya que, repito, aquí no estamos hablando de un 'servicio público negado' al sr. Vilchez y su obra, sino de una selección radicalmente subjetiva y particular sobre el arte reciente.
Afectuosos saludos a todos,
m.
pd.- espero que mis comentarios sean leídos en función de los argumentos expuestos y no descalificados burdamente como una 'defensa' de alguien en particular. no defiendo a nadie. por el contrario, considero importante discutir sobre lo que está sucediendo.
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De: Augusto del Valle <delvalle.augusto@gmail.com>
Fecha: martes, 12 agosto, 2008
Hola a todos
Es importante la intervención de Herbert Rodríguez, pues establece matices entre lo que puede ser el vínculo entre artistas, curadores e instituciones y el caso específico de la muestra de Emilio Tarazona.
En mi opinión, lo que le está pidiendo a todos es que logren mantener una tensión reflexiva entre este caso particular, específico, y un planteamiento que nos permitan discutir lo que podríamos denominar genéricamente bajo la etiqueta de "poder institucional". Al menos así quiero leerlo. Me explico. Ninguno de los que discute salvo Jesús Vílchez y Emilio Tarazona pueden saber los detalles y pormenores de esta, voy a llamarla de algún modo, "relación frustrada" entre artista y curador. Por mi parte, a partir de los mails que empezaron a llegar hice una inferencia sobre su metodología, que Tarazona dice ahora que es válida pero solo parcialmente, sin antes calificarla de errática. La cuestión es que si alguien se siente censurado o excluido, entonces tiene todo el derecho de manifestarse, incluso, estaría tentado a decir que está en la obligación de hacerlo. Es natural apasionarse y reaccionar a lo que así lo exige. El problema se da cuando queremos argumentar y nos dejamos llevar por nuestros puntos ciegos, ¿quien no se contradice de vez en cuando?
Santisteban nos ayuda bastante con su distinción entre lo público-estatal y lo privado. En síntesis nos alerta de algo que está pasando desapercibido. Se refiere a los espacios que funcionan con dinero público, por ejemplo, la galería Miró Quesada de Miraflores o las salas del Centro Cultural San Marcos, entre otras. Santisteban quiere que nos demos cuenta que ese solo hecho ya marca una diferencia con las salas de entidades privadas como lo son las del ICPNA o las de alguna galería tipo Lucía de la Puente, u otras. Esta diferencia es fundamental. Nos deja ver con claridad cuando -de un modo concreto y en el marco de la ley peruana- podemos acceder al reclamo ciudadano por nuestros derechos. Las entidades públicas y más aún sus gastos están regulados por ley del Estado peruano, nos dice. Traducido esto al lenguaje de las practicas artísticas esto quiere decir que todo apoyo a proyectos artísticos -y dar la sala a una exposición de un artista x a un grupo w, lo es- nunca debe ser a dedo. Al menos no en este tipo de plataformas, nos dice. Quizá sea duro admitirlo, pero de facto, las cosas funcionan de otra manera en Lima y en nuestro país. Sin embargo al ser los proyectos artísticos cualitativamente distinto a, por ejemplo, un programa social o una carretera, la discusión sería aquí ver en qué momento se establecen reglas públicas que los regulen. Nuestro espacio social aún no ha alcanzado la madurez para discutirlo, al menos eso creo. Sería excelente que eso ocurriera.
En cambio para las entidades privadas, es diferente. Santisteban no lo dice, pero, en verdad, las entidades con financiamiento privado funcionan con la lógica de la publicidad, del mercado y del Capital, en síntesis, del espectáculo. El neoliberalismo durante toda la época de Fujimori nos ha hecho creer que no hay nada más natural; y que de hecho, tampoco puede ser de ninguna otra manera.
Por eso es que cuando se trata de instituciones privadas y de curadores que trabajan en un proyecto de las mismas, como en este caso, el reclamo por los derechos de los artistas se ve afectado -digámoslo así- por esta situación de partida: ciertas jerarquías de orden privado sujetas a criterios subjetivos. De todas maneras, uno también podría preguntarse, por la validez de tales criterios subjetivos, o, incluso, por los derechos de los curadores a ejercer el poder que detentan. Miguel López está vivamente interesado en discutir cuales son esos criterios subjetivos de los curadores y creo que eso abre el juego de la discusión aún más y la enriquece. El año pasado en el Centro Cultural de la Universidad Católica hubo un seminario internacional de curaduría, y recuerdo bien que en el folder que repartían a los participantes había una frase que definía a la curaduría metafóricamente como "el arte de excluir e incluir" obras, artistas, etcétera, con vistas a establecer límites que den forma a un proyecto artístico cualquiera. Pero ojo que aquí la exclusión o inclusión se trataba de un proceso de selección en el tiempo.
Si partimos de la idea de que lo que nos interesa es expandir un criterio de arte que afiance credos y prácticas democráticas, creo que resulta de primera importancia detenernos un momento para debatir el sentido mismo de las inclusiones y exclusiones curatoriales, más aún hoy en el marco de una discusión que ha vuelto a comenzar, esto es, la necesidad de gestores y de un Ministerio de Cultura.
Augusto del Valle C
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De: Emilio Santisteban <emilio@emiliosantisteban.com>
Asunto: Re: UN INSOLENTE DIA PARA EL ACCIONISMO EN EL PERÚ
Fecha: martes, 12 agosto, 2008
Disculpa Jesús que me refiera sólo muy brevemente al la no inclusion de tu trabajo en la muestra curada por Emilio Tarazona que abre esta noche; pues los comentarios de Herbert y de Augusto más abajo me invitan a extenderme en reflexiones que considero trascendentes al caso específico.
Si bien me parece, a partir de los hechos conocidos, que puede deducirse que no se trata de un caso de exclusión (y probablemente
tampoco de censura, aunque eso no ha de descartarse a priori sin evaluar el caso bien), sino simplemente de una no consideración
-errada o no- de la obra de un artista para una muestra, si se han hecho públicas muchas y muy graves faltas de respeto, de una y otra parte. Iras, insultos, burlas, ironías, sarcasmos... que dejan muy mal parado a nuestro gremio en referencia al grado de profesionalismo con que se dan las relaciones, además de en lo referido a cualidades y valores personales. Ofensas que faltan al respeto personal y profesional tanto como al respeto de la libre expresión (y ojo, la decisión de una curaduría específica es también un acto de libertad de expresión ¿o acaso sólo los artistas tenemos ese derecho, mientras los curadores deben ser el eco de lo que hacemos? Me parece absurdo no considerarlo). Valga la ocasión para empezar a establecer, a fuerza de costumbre, una suerte de "estatuto ético" de procedimientos de trabajo.
Esto último viene a cuento porque la lectura que hace Augusto de mis comentarios sobre la diferencia entre exclusión y decisión privada de selección me hacen caer, cual Coyote del Correcaminos, sobre los cactus de otra categoría: La Corrupción. Si bien es cierto que organismos supranacionales de corte economicista neoliberal como el Banco Mundial definen la corrupción como el empleo del poder público para beneficio privado propio, otras instituciones supranacionales ocupadas más en temas sociales, de Derechos Humanos y éticos como Transparencia Internacional, definen la corrupción como el uso de cualquier poder delegado en beneficio propio.
Es muy sencillo deducir que en el caso de la corrupción en el Estado calzaría la hipótesis de cualquier decisión sistemática que, por
ejemplo, promueva exclusiva o preferiblemente la obra de artistas incluídos en la cartera curatorial personal privada o en una colección particular, con los beneficios económicos y profesionales ilícitos que de ello derivarían (como si un funcionario del Ministerio de la Producción que es industrial arrocero dirija sus actividades casi solamente a dicho producto... lo que lo llevaría a la cárcel sin dudas posibles); pero la corrupción en cualquier poder delegado más allá de lo público implica que también instituciones privadas como el Icpna pueden alojar funcionarios corruptos si éstos emplean sus facultades decisoras para beneficiarse... pero ¿es el caso Tarazona? No, definitivamente no lo es ni nada que se le parezca; por una muy simple razón: desde el punto de vista técnico, Emilio vendría a ser lo que en lenguaje institucional (estatal o privado) se denomina un "perito" o un "especialista" que es contratado (o invitado ad honorem, no lo sabemos) para aplicar su criterio profesional y entregar un producto o servicio a la institución que lo convoca, verbigracia, una curaduría bajo su responsabilidad, su juicio, haciendo uso de la libre expresión de su personal criterio.
Y si el criterio de Tarazona equivoca al no considerar obras de Vilchez, entonces (aparte del sano debate que deberia desatarse)
tenemos que el artista en cuestión -cualquier artista- puede abrir otros caminos para asegurar que la Historia Hegemónica (caso Tarazona por tratarse del Icpna) no sea la única ni necesariamente la más difundida. Un ejemplo es el caso Herbert Rodriguez, sistemáticamente ninguneado u "obviado" por deteminada crítica en su momento, y que sin embargo tiene su bien ganado lugar, obvio extenderse porqué. Pero ¿debe un artista preocuparse tanto de "su historia" o, más aún, de "su lugar en la historia"?, o debe dirigir sus esfuerzos al sentido de su trabajo. Ese es un tema ético profesional que ya se vincula con los asuntos de la responsabilidad profesional en medio de un planeta en crisis... ya para muchas otras charlas y debates.
Un abrazo.
E.
Lamentable el papel que viene cumpliendo Tarazona y como va revelando su verdaero caracter de construir argollas, y no es el único en estos afanes.
ResponderBorrarhola,
ResponderBorraryo creo que la reflexión debe ser más profunda que el lugar común de señalar la construcción de 'argollas', la cual es una apreciación bastante primaria, y que tampoco permite entrar a tallar sobre los criterios de la exposición que aquí se discute.
poner la sucesión de mails en torno al tema para mí implica precisamente discutir esa idea tan fácilista que rehuye la posibilidad de enfrentar argumentativamente el tema. creo además que ya es momento de discutir sobre las líneas discursivas de la exposición, de otro modo toda apreciación corre el riesgo de quedarse en el aire.
por k adornar una realidad makillandola como una causal para reflexion, existe esa argolla y el criterio que prima es la idea facil, que tiene k ver con lo anterior, la comunidad del anillo.
ResponderBorrarclaro, esta interesante el debate, en tanto como van funcionando los criterios curatoriales en la toma de decisiones, el de elegir o no tal obra. y en el caso especifico de la obra de vilchez, me parece q esta en su derecho de alzar la voz por haber sido exlcuido de esa muestra, donde al parecer esa vaina de arte accion era su fuerte. claro, en el medio artistico peruano, fuera de lo consagrado-exitista-comercial, los artistas son sus mismos agentes representantes, y al hablar de su propia obra para algunos sonara egocentrico tratando asi de desacreditarlo, como lo quisieron hacer en posteoes anteriores
ResponderBorrary asi pues
Evidentemente que Miguel Lopez no niega el hecho de que muchas cosas aquí se mueven en funcion del amiguismo o de lo que algunos llaman argollas, por más que él lo quiera poner como una "apreciación primaria", por que él tampoco está exento a ese hecho.
ResponderBorrarLlevarlo al plano argumental es solo una salida docta, por que al final el rollo aguanta todo, pero en ese caso sería bueno que Tarazona argumente sobre sus razones "críticas", "conceptuañes" y "curatoriales"
Argumentos que de ninguna manera justifican el maltrato que fue objeto el artista.
La idea de una "argolla" que podría considerarse casi una versión modernizada de una vieja oligarquía solidaria y homogñenea ya desmantelada desde los años Cincuenta y Sesenta es un discurso manido y actualmente insostenible, en mi opinión. Que existen vínculos entre las personas que duda cabe. Pero también rupturas. Y movimientos e irrupciones, desplazamientos estructurales. No hay "argollas" que puedan ser sostenidas en la actualidad como un núcleo influyente, sino redes, y las redes permiten muchas formas y la argolla no es la más interesante ni la más efectiva. Las redes establecen puntos de contacto que se hacen y se deshacen. Así pensamos más o menos en la actualidad la idea de las "mallas del poder": el poder no es una cosa, no es una silla, ni un palacio ni una corona (y mucho menos una sala de exposición!!): es un conjunto de relaciones, fuerzas y tensiones entre ellas. Inestablemente tejidas.
ResponderBorrarHola,
ResponderBorrarante todo decir que sería mejor dejar los anonimatos y discutir con personas con nombre propio, sino pareciera que no hubiera intención real de discutir.
Cuando me refiero a no dejarlo a un nivel 'primario' no intento una "salida docta", señalo la necesidad de apostar por argumentos concretos y no especulaciones abstractas. A eso simplemente me refiero. Por ejemplo, he oído muchas veces la queja de que la columna de Luis Lama en Caretas tiene un abierto favoritismo por sus alumnos de Corriente Alterna. ¿A eso nos referimos por 'argolla'? O que por ejemplo los artistas vinculados a un espacio contracultural como El Averno son siempre los mismos. ¿Esa es otra 'argolla'? O se ha dicho que la exposición Arte sin argollas nucleó a un grupo de productores visuales que trabajan juntos hace buen tiempo. ¿Es posible denominar a eso otra 'argolla'? Es decir, señalo la necesidad de apostar por reflexiones concretas y no por situaciones abstractas que podrían llevarnos a decir que todos los 'curadores' son corruptos. Entonces, no pido salidas doctas, pido reflexiones específicas. ¿Es eso mucho pedir?
Quizá yo pueda hablar solo por mi trabajo. Yo entiendo la curaduría como una labor de investigación y puesta en escena de discurso crítico. Y sopesando que mis únicas dos exposiciones personales -donde la curaduría ha sido íntegra- han sido sobre los 60s, entonces ¿podríamos sostener que mi 'argolla' son los artistas de hace 40 años? ¿Expongo obras de los artistas de los 60s porque son mis 'amigos' o porque considero que existe allí, en esas prácticas visuales dejadas al margen, un espacio de confrontación necesario de pensar en el presente?
Creo que el último post de Tarazona en el blog es interesante porque justamente remarca que esas instancias de validación son reales pero también son contingentes, estamos hablando de un poder arbitrario y movible. Y es interesante preguntarnos por cómo se produce ello: yo tuve formación de artista visual -una formación limitada por cierto-, pero ante ciertas ausencias de discusión y deseos personales pues tuve que buscar las maneras de pensar sobre aquello que para mí era importante. Y ello implicó tener que agenciar formas autogestionadas de conocimiento y eventuales plataformas de visibilidad.
Intento decir también que yo no quise esperar a que otro articule una escena de enunciación sobre lo que para mí era importante, sino que tuve que generarla. Y es importante reconocer que si bien toda la estructura del sistema del arte es una instancia de poder, nosotros mismos sujetos autónomos también lo somos, y con la plena capacidad de crear escenarios antagónicos, adversariales y contradiscursivos.
Y como dice el último anónimo, yo "no estoy excento de ese hecho" [de las 'argollas] pero no porque esté interesado en reiterar nombres, sino porque yo mismo armo mis propias plataformas y espacios de debate y pongo en juego los sentidos que me parecen importantes. ¿O creen que este blog cayó del cielo con 200 posts hechos? Yo abrí este blog cuando no tenía ni media curaduría realizada, pero con la plena convicción de que era necesario entender el campo del arte como un espacio de lucha y de confrotación pública.