jueves, febrero 15, 2007

Alquiler-Venta / CKE, Corredores de Arte

Cuelgo un texto de David Flores-Hora -quien participara del proyecto Se vende o alquila este local-, que revisa, entre la crónica y la reflexión, algunos conceptos significativos sobre esta intervención en el espacio público de Lalo Quiroz el año pasado. Un comentario mío también puede verse aquí.
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SE VENDE O ALQUILA ESTE LOCAL
Proyecto de intervención en espacio público
CKE, Corredores de Arte.
Domingo 02 de abril del 2006.
Centro Histórico de Lima.
Creación y dirección: Lalo Quiroz
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ALQUILER-VENTA
CKE, Artistas-corredores
David Flores-Hora


El domingo 02 de abril las calles del Centro Histórico de Lima tomaron un nuevo protagonismo: 35 artistas visuales, dirigidos por Lalo Quiroz, se apropiaron del Palacio de Justicia, Congreso de la República y Palacio de Gobierno. Una intervención en el espacio público que se dio como un arte-acontecimiento en tres lugares artísticamente inesperados, con un público anónimo y masificado.

Quiroz y colaboradores, aquel celebre domingo víspera a las elecciones generales, tomaron por asalto la intemperie. Para lo cual fruto de un compromiso de participación, debate y reuniones previas crearon: “CKE, Corredores de Arte”, empresa corredora ficticia encargada de, como dice el volante manifiesto, vender nuestras ilusiones. Esta empresa al llamarse CKE (se cae), al leerse maquillan esta sugestiva caída, inestabilidad y fragilidad de los tres poderes del estado y por ende, de la sociedad peruana. El hecho de que la empresa también se llame “corredores” de arte, además de hacer alusión a los fines de venta de inmuebles (donde funcionan el poder legislativo, ejecutivo y judicial), también hace alusión a la acción de correr, correr por la calles con arte, de esta forma podemos hacer una lectura de: 35 artistas corriendo por las calles del Centro Histórico de Lima con arte.

El éxito de esta acción no solo radicó en la sentencia rotunda, breve y lacónica: “SE VENDE O ALQUILA ESTE LOCAL”, también en los factores formales de este proyecto: 29 planchas de Triplay, uno por artista-corredor, de forma que a cada uno le correspondía una letra de la frase que titula este proyecto. Toda la propuesta utilizó una tipografía similar a la que usa la Municipalidad Metropolitana de Lima, (colores Amarillo, negro y rojo), de tal forma que los artistas-corredores uniformados con polos y gorras por momentos se confundieron entre trabajadores municipales, barrenderos, o trabajadores de construcción civil. Además se planteó un correcto manejo de la escala, las dimensiones de estas planchas permitieron una excelente visualización y percepción en un espacio abierto amplio como el Paseo de los Héroes navales, la Av. Abancay y la Plaza de Armas de Lima.

Durante la intervención los artistas-corredores fueron escoltados por colaboradores, encargados del amplio registro fotográfico, el cual se puede ver en
www.sevendeoalquilaestelocal.blogspot.com, otros colaboradores entregaron a los transeúntes un volante-manifiesto e hicieron entrevistas donde el público pudo responder a preguntas como ¿Qué significa para ti el palacio de justicia o de gobierno o el congreso?, ¿Qué opinas que se venda estos tres locales?, estos testimonios sirvieron para la elaboración del video que posteriormente fue exhibido.


Tal como decía el volante-manifiesto. “Participamos diariamente del acto de consumir, voluntariamente o sin darnos cuenta terminamos siendo parte de un sistema económico que favorece al poderoso”. Efectivamente estamos inmersos en este consumismo y las peculiaridades de una ciudad como Lima, fenómenos como “Tacora”, “Azángaro”, “San Jacinto”, entre otros; donde cual se puede adquirir lo inimaginable. Este consumismo va más lejos que la oferta y demanda de mercancías, en este contexto peruano, el alquiler-venta llega hasta los cargos públicos, ser un funcionario del gobierno es para muchos un negocio, “Por dios y por la plata” (SIC). Los locales donde funcionan lo poderes del gobierno son solo los locales de alberge por cinco años de estos reducidores o invasores. De este modo se nos presenta este Perú en destrucción-construcción, que como una invasión se irrumpe, lo que primero es la sola estera que toma forma de arco para luego convertirse en cuatro palos y cuatro esteras. La analogía se presenta con los inmuebles de los poderes del estado a modo de una estera conceptual, la cual delimita el espacio de los invasores.

El hecho de utilizar como escenario de esta acción la calle, nos demuestra no solo el interés por salir de la pulcra sala de exhibición, el “cubo blanco hermético” como dijo H. Sayre (1989). El uso de la calle como una intemperie, como un lugar protegido y no protegido, la calle como un espacio público y a la vez privado, dando posibilidad al azar y al acontecimiento, tal como A. Kaprow (1959) lo definiera: “Un acontecimiento que ocurre en el tiempo, […], dando la bienvenida al azar”. Precisamente con respecto a la acción dirigida por Quiroz, el azar constituyó la absurda represión policial en la Plaza de Armas de Lima y la respuesta eufórica y solidaria de los presentes en esta plaza, gente común y corriente que aprovechando el paseo dominguero por las atiborradas calles del Centro Histórico pudieron presenciar, rechazar, participar y aplaudir un discurso cuya finalidad fue sacudir sus conciencias, hacer suyo un concepto y una respuesta, unir esa brecha entre los social y lo político.

De esta forma “SE VENDE O ALQUILA ESTE LOCAL”, permite una democratización del espacio. Una propuesta artística como un arma perturbadora y espontánea, como un “continuo cuadro viviente” donde los espectadores son co-creadores y cómplices de esta obra.


Con respecto a los antecedentes de esta acción, en el Perú podemos observar registros de intervenciones urbanas desde finales de los años setenta, siempre bajo el enfoque de apropiaciones, interacciones y planteamientos de la relación arte-sociedad-política. Pero fue a finales de los años noventa y como reacción a la dictadura de Alberto Fujimori que la intervención urbana tomó la idea de “Desobediencia simbólica” (Víctor Vich: 2001). Esto fue posible mediante grupos, entre muchos otros, como “La resistencia”, “Colectivo sociedad civil”, “Los Aguaitones”; y acciones, por solo citar algunas, como: “Lava la bandera”, lavar la bandera con agua y jabón en la pileta de la Plaza de Armas, sacar toda podredumbre imperante en la Patria, puntualmente en la clase política, puntualmente en el edificio frente a la Plaza de Armas. Otra intervención urbana para recordar fue el “Muro de la verguenza”. Tela de color negro, a modo de un muro transportable, con los rostros de los principales representares de la mafia fujimorista con una invitación latente a que los transeúntes puedan intervenir este muro por medio de la escritura, y así expresar todo este rechazo al régimen dominante en ese momento. El mismo rechazo que fue obvio en “Bota la basura en la basura”, moraleja omnipresente desde los colegios iniciales hasta en las señales de tránsito, Para esta intervención se utilizó 35000 bolsas de basura con las fotos impresas de Fujimori y Montesinos con traje a rayas, tal como ellos mismos presentaban a la opinión pública a los líderes terroristas. Estas bolsas tenían como destino la casa de los principales colaboradores de la mafia, Grupos organizados produjeron los “embasuramientos”, colocaron estas bolsas de basura en su lugar, pusieron la basura en la basura, o en la casa de la basura.

Estas intervenciones, al igual que “SE VENDE O ALQUILA ESTE LOCAL”, demuestran esta capacidad de grupos y colectivos de artistas, de cuestionar nuestra coyuntura que a todas luces y por todos los medios está orientado a no ver, no oír y no escuchar; a mirarlo pero no observarlo, a saber que existe pero aceptarlo como parte de nuestra cotidianidad.

Como conclusión nos queda el sabor de un alquiler-venta, que alquila o vende mis ilusiones, nuestras ilusiones, finalmente la ilusión de todos los peruanos. Un proyecto que pide una segunda parte, una tercera y las veces que sea necesario para todos los peruanos.

David Flores-Hora

1 comentario:

  1. Me interesa el hecho de poder conseguir locales en alquiler para poner mi propio emprendimiento de arte.

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