domingo, abril 30, 2006

Un paseo (virtual) por la obra de Víctor Castro

Revisando algunos correos antiguos encontré uno del artista mexicano Víctor Castro -a quien he tenido oportunidad de conocer hace relativamente poco tiempo-, y advertí por vez primera que aquel correo consignaba a modo de firma una web personal de su trabajo. Entusiasmado y curioso decidí abrirla hace algunos minutos para ver que sorpresas podía encontrar. Este texto, presumo, es la sorprendida crónica de lo que ese rápido vistazo me ha mostrado y recordado.

Debo decir ante todo que mi primer encuentro con Víctor fue hace casi un año -él probablemente ni lo recuerde-, el último día de exhibición de su individual en la galería Punctum (junio, 2005), yo llegué con un amigo que iba a realizar el registro fotográfico de las piezas y faltaba poco tiempo para que la galería cierre así que tuve que ver rápidamente toda la sala, deteniéndome pocos minutos en cada obra, incluso diría que recuerdo muy poco del video exhibido. Pero lo que si quedó impreso en mi memoria fue ese carácter de azar y repetición que su trabajo sugería. La pieza n piedras/n latas fue una de las esculturas que más me impactó: su cualidad contingente, su aparente variabilidad infinita activó ese gusto personal que yo sostengo por lo inestable, por lo transitorio, pero además evidenciado por una llana presentación material, la escultura no se ocultaba bajo el manto de la representación sino que se enunciaba a sí misma, en su constante posibilidad.
Otra de las piezas que me dio pautas interesantes de lectura fueron su totems: esculturas verticales compuestas de la apilación de diversos materiales. El que más me impresionó fue aquel que tenía como base una silla de madera, dos bloques de madera de diferente procedencia y un fragmento de muro de ladrillo (totem 2). Su determinación de no fijar, pegar o adherir los elementos, sino simplemente acumularlos, parece asignar en la obra de Castro un espacio muy propio de diálogo particular entre los materiales. De más está decir que al ser un 'ensamblaje' la pieza desplaza deliberadamente el sentido hacia la configuración final de la escultura, cada elemento señala así su procedencia, y que en el caso de Castro no sólo atestigua su origen geográfico sino, significativamente, un modo peculiar de percibir un recorrido muy personal a través del espacio y del tiempo.

Luego de aquella ocasión me olvidé del asunto durante mucho tiempo, hasta hace un par de meses que me tropecé de casulidad, en la galería 80m2, con un catálogo que había editado Castro de aquella exposición. No pude más que ojearlo unos pocos segundos puesto que estaba ayudando a mi amigo E. con el montaje de su muestra. Rápidamente pasé las páginas evocando imágenes que cobraban forma y se ordenaban nuevamente en mi memoria. Este pequeño libro tenía la particularidad de tener pequeñas descripciones de cada pieza -las cuales no recuerdo si estuvieron también presentes en la galería-, y así me detuve en una obra que decía Dibujo Washington, y que recordaba haberla visto con placer en la sala por su presencia mínima, silenciosa, casi de huella. Grande fue mi sorpresa al leer como primera línea en su descripción: "Dibujo hecho por su propia voluntad". Y continúa: "(...) con ayuda de la humedad, al estar guardadas unas laminillas de máquinas barredoras (recolectadas en la calle frente al Hirshhorn Museum en Washington) en una carpeta entre papeles durante aproximadamente 3 semanas de regreso a Lima desde Washington". Efectivamente aquel 'dibujo' no era más que la presencia azarosa de óxido de fierro sobre papel, índice puro que me señaló nuevamente, y avivando mi entusiasmo, el horizonte de indagación estética del artista.

Y ahora que entro por unos pocos minutos a la página web de Castro me encuentro con dos acciones insólitas que se desprenden de la escultura Un gran fósforo. La primera que registra casi a modo de juego un conjunto de termitas que Castro encontró en el trozo de madera que sirvió de base para la construcción del gran fósforo, que titula lúdicamente 'Análisis y estudio de una colonia xilófaga (Big Brother)'; y otra mucho más sugestiva en la cual el artista atravesó la ciudad desde su taller en Barranco hasta la galería Punctum en San Isidro trazando una suerte de dibujo imaginario sobre Lima. Este 'gran fósforo' sirvió así como un gran trozo de carboncillo, y que sin embargo no se permitió tocar el suelo a modo de linea contínua, sugiriendo en cambio en el solo tránsito la posibilidad de delinear una ruta arbitraria de desplazamiento. El carácter efímero (o inexistente) de este dibujo me remite a su vez al anterior mencionado: una configuración libre y casual que determina ambas 'presencias'. Y es que por más que la ruta de tránsito de Castro parezca trazada de antemano, es la casualidad la que determina finalmente que la raya imaginaria se insinúe sobre una zona del espacio frente a otra.
Definitivamente hay otras muchas referencias que la página presenta de toda su obra, la presencia del fuego en su trabajo complejiza y convierte su proceso escultórico en una constante exploración de carácter temporal, y también físico al elegir procedimientos alternativos de grabado (por ejemplo tinta de fósforos molidos, y que a su vez es quemada sobre el papel). Y sin haber acabado de recorrer la web en su integridad -por verla fragmentadamente al alternarla a la escritura de estas líneas- termino momentáneamente este breve pero agradable paseo mental por la sugestiva y extraña escultura de Castro.
Tienen que revisar su web!


[foto 1: totem 02. fragmento de muro de ladrillo, bloques de madera y banco de madera. ensamblaje. 30 x 134 x 33 cm., 2005 / foto 2: dibujo washington. óxido de fierro sobre papel. 53.5 x 61.8 cm., 2005 / foto 3: un gran fósforo. madera quemada. 5 x 305 x 5 cm., 2005 / foto 4: registro fotográfico de 'recorrido taller-galería. dibujo conceptual de la ciudad' / todas las imágenes han sido tomadas de la web, me he tomado la libertad sin embargo de retocarlas ligeramente]

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