viernes, enero 16, 2009

Exposición de Janine Soenens en el Centro Fundación Telefónica



Esto, viene desde el miércoles 14 de enero y va hasta el 1 de marzo. El Centro Fundación Telefónica queda en Av. Arequipa 1155. (Aquí el texto de presentación).

Va y viene

El anverso y reverso de una foto-instalación que Janine Soenens titula Gordiano plantean un diálogo con una pieza breve de Beckett (Come and go, 1965). Pero mientras en la obra del irlandés un secreto compartido entre dos surge y erosiona en cada caso la transparencia del lazo existente entre tres personajes, alimentando un vínculo de reticencias que da consistencia al acaso único o verdadero equilibrio de la relación, para el caso de la artista, la trinidad de las facetas que componen a un solo individuo detentan en calma una equidad con impostura. Vista del lado opuesto ella se torna una divertida turbulencia. La intrincada forma en que uno insiste en mantenerse de una sola pieza, solidario consigo mismo, como si la precariedad de la contorsión fuera el soporte de la imagen proyectada de cara abierta al mundo y la coherencia fuera la piel exterior de una inestabilidad constitutiva siempre próxima a romperse.

Junto a esta, tres trabajos en video. Tomas amplias y suspendidas, escenas llevadas a su distensión: los trabajos incluidos aquí se avocan a esculpir el tiempo. Pero esa frase tomada de Tarkovsky posee un sentido más amplio que el concepto de 'quitar lo excedente' a partir de un bloque continuo de sucesos, que no se aplica enteramente ni a Tarkovsky ni a las obras comentadas. Janine hace en ellas escultura en la medida en que este acto le permite también crear una temporalidad distinta, erigida en paralelo a aquella en la que transcurre con más seguridad la percepción adormecida que tenemos de lo cotidiano. No obstante lo cotidiano nunca se abstiene sino que aparece en sus filmaciones desde un reverso que lo hace lucir enrarecido.

En estas piezas es la continuidad de una imagen o una acción la que echa a andar cierto funcionamiento o mecanismo. Un efecto pendular o de oscilación en donde la repetición de un mismo acto nos insinúa el desenlace nunca alcanzable, al interior del cual permanecen encendidas y despiertas todas las expectativas. La continuidad (o iteración) es una estrategia que suministra densidad y, por lo mismo, hace que cualquier corte que pueda producirse sea más abrupto o intempestivo al quebrar esa continuidad. Así, en La sal, es el momento en el que las miradas de los protagonistas se sostienen en silencio -y no el desgaste de sus fuerzas en acabar con el cúmulo de sal que se desliza entre ambos como único elemento de diálogo o intercambio-, el momento más importante: aquel en donde ya no queda nada que recibir ni ofrecer, nada que compartir, haciendo de la desnudez una certeza mayor.

O en Keep in touch (Mantenerse en contacto), en donde el contacto aludido por el título con un interlocutor posible, se debate en un continuo alejamiento y proximidad intermitentes, mediadas por el desplazarse infructuosamente hacia otra parte buscando, del otro lado, algo más que ese desencuentro permanente. Sí pero no: la certeza del desacierto. Una cadencia que en otros trabajos tiende a presentar las ambivalencias como parte de una suerte de contradicción fundamental. Como el encuentro de los planos discursivo y visual que se propone en un trabajo como Bout des dents (El borde de los dientes), en donde un tímido asomar hacia afuera corta la imagen del paisaje mientras el sonido amplificado del acto de escribir parece también insuficiente para establecer el orden o la dirección del discurso. Allí, el límite de los párpados es también el balbuceo, la afasia, el brote aún no constituido de una enunciación.

Emilio Tarazona
Enero 2009


Foto: Janine Soenens Gordiano (detalle)- Foto-instalación, 2009, detalle. (Realización: Edi Hirose, Musuk Nolte, Janine Soenens).

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