martes, julio 08, 2008

Ignasi Aballí: “Hay que adoptar un punto de vista crítico"- David G. Torres

Originalmente en EL CULTURAL

Ignasi Aballí pertenece a una generación de artistas catalanes (con Pep Agut o Mabel Palacín) que en los años noventa recuperaron las prácticas conceptuales desde una intensa reflexión sobre el estatuto de la imagen, la pintura, la representación e incluso la condición política del arte. Hace un par de años el MACBA le dedicó una amplia exposición en la que revisitaba algunas de sus obras: desde los cuadros de errores (tapando toda la superficie con Tipp-Ex) o los pantones (cuadros monócromos identificados en aquel caso con ideologías), hasta piezas más recientes como los listados de objetos, personas, oficios o números. Una exposición que supuso el primer punto en la fuerte expansión y visibilidad que ha tenido su obra en los últimos años (Bienal de Venecia incluida). Y en un museo que está a cuatro pasos de su estudio. Allí, en un orden que seguramente Ignasi Aballí entiende, pero que al visitante se le escapa y que contrasta con la austeridad de su trabajo, nos encontramos con el artista para que nos hable de sus recientes proyectos para PHotoEspaña y la galería Elba Benítez. También para hacer un repaso de estos últimos años y de su manera de enfocar el trabajo en arte.

–Presentará una instalación en el Jardín Botánico: ¿de qué se trata?
–Es un encargo complicado: implica trabajar en un gran espacio, abierto durante dos meses y en relación a la fotografía. Finalmente, presento fotografías de malas hierbas, aquéllas que nunca estarán en un jardín y que crecen espontáneamente. Provocan un contraste: las malas hierbas son una inconveniencia en un lugar preparado para la excelencia. Estas imágenes van acompañadas de textos extraídos de manuales de fotografía para jardines. De hecho, el título es Fotografía para jardines.

–¿Qué otros trabajos muestra?
–Tengo una exposición en el Algarve, también en el contexto de PHotoEspaña, en el Museo de Portimão. Tanto en una como en la otra, la fotografía y la imagen han quedado en un segundo plano. Mi propuesta en Portimão consiste en dejar mi cámara todo el tiempo de la exposición en una vitrina. En realidad se trata de una acción, o más exactamente, una no-acción: como mi cámara estará allí no podré hacer fotos mientras dure la exposición. Acompañando la vitrina, hay de nuevo, textos que, en este caso, están tomados del manual de la cámara y dan información sobre cómo cuidarla y cómo hacer una fotografía con ella. Además presento una serie en la que llevo tiempo trabajando, Manipulaciones, imágenes, también sacadas de manuales, con personas trabajando sobre fotografía: sólo se ven manos manipulando cámaras, instrumentos fotográficos... Son imágenes sobre cómo hacer imágenes.

–Dejar de hacer fotografías o mostrar, no las imágenes, sino como se hacen, ¿es negar la fotografía?
–En ambos casos tomo una distancia frente al hecho de fotografiar y son semejantes al vídeo del MACBA en el que filmé la máquina de un laboratorio fotográfico con los millones de imágenes que salen en un día. En aquélla, las fotografías eran de otros y mostraba el exceso de imágenes que nos inunda, que es un hecho cotidiano: todos tomamos miles de imágenes. Y la de ahora pretende evitar este exceso. Parar. A ello se refiere el título: Sin actividad.

Imagen y resistencia
–¿Y este no-hacer es un acto de resistencia?
–Los artistas trabajamos con las imágenes y es pertinente preguntarse qué quiere decir producir imágenes en el mundo contemporáneo y cuál es su estatus. Esto implica analizar la realidad, lo que ves y lo que te envuelve, y tomar un punto de vista crítico frente a la sobreproducción producción de nuevas imágenes. Aunque es una resistencia ingenua: nada de lo que haga disminuirá la actual proliferación ni afectará al uso que se hace de la imagen. Apenas puedes dejar claro que otras actitudes son posibles, que es posible ser más críticos con lo que nos rodea. En realidad, es una situación absurda: en una exposición de fotografía, no hacer fotografías.

–¿Absurdo o humorístico?
–En el fondo habla del humor que tiene lo trágico. Puede ser trágico: “mira éste, ya no sabe qué hacer o se le han acabado las ideas”. O sesudo: lo que comentábamos de reflexión sobre la imagen. O también cómico: “en una exposición de fotografía Aballí deja la cámara”. Está en el límite de la estupidez y la seriedad, porque no hay concesiones a que la obra sea más digerible. Es una pieza profundamente austera: una vitrina con una cámara de ocho centímetros en una pared de 21 metros.

– Desde la exposición en el MACBA y en la Bienal de Venecia su presencia y visibilidad se ha multiplicado. ¿Cómo lo lleva?
–Ha habido un aumento de demandas e iniciativas significativo desde las exposiciones en el MACBA, Ikon Galery y Serralves. Por un lado, es estimulante ver que tu trabajo interesa y que puedes desarrollarlo y hacer lo que querías. Y por otro, el tiempo que tenía para reflexionar se ha hecho más corto, aunque la experiencia ayuda a saberlo gestionar. Al fin y al cabo, todas estas exposiciones las he hecho con 45 años, después de veinte de trabajo, a veces sordo, duro y solitario. Aunque nunca me había preocupado de tener visibilidad, siempre me ha preocupado más el trabajo, que lo que hiciese tuviese interés.

–¿Sigue dando clases?
–Sí, ahora con menos tiempo. Es una parte del trabajo que me gusta: poder intervenir en la pedagogía del arte, el contacto con artistas jóvenes... Es muy estimulante, en ambas direcciones: poder trasmitir tu experiencia y recoger lo que ellos ofrecen, que te obliga a estar al día.

–Recientemente también ha comisariado una exposición en su galería en Madrid, Elba Benítez, una colectiva titulada Pintura (aún)...
–Un día, hablando con Elba sobre pintura salieron una serie de nombres que son referencias para mí o están en mi imaginario cuando trabajo. Y me propuso hacer una exposición sobre pintura. Finalmente se titula Pintura (aún) y recoge la obra de siete artistas (desde On Kawara a Jonathan Monk) que trabajan en relación con la pintura o reflexionan sobre ella, en un momento, creo, difícil para la pintura. No es una exposición de tesis, sino algo muy próximo, sobre lo que me interesa y sobre cuáles son mis compañeros de viaje. No haría otra exposición.

Autorretrato de Ignasi Aballí
–¿Se trata de una exposición que explica su obra sin su obra?
–Sí. Me explica a mí aunque yo no esté.

–Participa con fotografías e instalaciones en un evento como PHotoEspaña y hace una exposición con pintores que dice que son sus referentes... ¿Cómo compagina ambas cosas: pintura y fotografía?
–Empecé como pintor y mis referentes en muchos trabajos son de la pintura. Me interesa mucho, aunque no tanto como práctica. Es una relación de posibilidad e imposibilidad. La exposición de Elba Benítez muestra lo que forma buena parte de mis referentes. Y sí, me sorprende estar en un lugar dedicado a la fotografía. Aunque, claro que también he hecho fotografía. La verdad es que muchas veces me piden obras para una cosa y para la contraria. Me parece bien. Creo que quiere decir que el trabajo es susceptible de ser interpretado y leído de distintas maneras. Desde el principio ésta era mi aspiración: realizar una obra que no se agotase en la primera lectura. Porque eso es lo que me pasa con los artistas que más me gustan: siempre descubres cosas nuevas.


[tomado de Salon Kritik]

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