Y para coronar la ineptitud de nuestros dirigentes en estas Fiestas Patrias, cabe recordar el reciente 'incidente' con la cantante y bailarina Leysi Suárez, quien ha sido acusada penalmente por el Ministro de Defensa, Antero Flores Aráoz, por dejarse fotografiar desnuda sobre una bandera peruana. Y encima el ministro se molesta por la "baja educación cívica" (?) que algunos medios de comunicación muestran al "minimizar" la situación.
Esta bochornoso acontecimiento -un 'happening' más del gobierno aprista- no es sino otra de sus estúpidas y absurdas formas de represión pública que destilan nacionalismo y conservadurismo -digno de la directora del INC- a chorros. Copio el comentario del crítico literario Gustavo Faverón Patriau publicado hace seis días en su blog Puente Aéreo.
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Libertad de blasfemar / por Gustavo Faverón Patriau
La bandera de Leysi Suárez
Es curiosa la reacción del ministro de Defensa, Ántero Flores Aráoz, ante el pequeño escándalo de la bailarina Leysi Suárez y las fotografías en que aparece desnuda sobre un caballo y usando la bandera peruana como silla de montar.
Es curiosa la reacción, digo, (curiosa y estúpida) no solo por pacata, chauvinista y amarillosa, sino además porque parece delatar un viejo síntoma de nuestra clase política, y de muchos peruanos: su terror ante la posibilidad de que se mancille un símbolo patrio parece mayor que su espanto ante la perpetua mácula de incuria, incultura y degradación que ensucia a tantos compatriotas debido la estupidez moral e intelectual de esa misma clase política.
La señorita Suárez, ciertamente, no ha hecho con ese metro cuadrado de tela blanquirroja ningún mal que le pise los talones a la corrupción del Ejecutivo y a la vacancia ética del Legislativo, de los que Flores Aráoz ha formado parte no pequeña durante décadas.
También es llamativa la reacción porque es un síntoma hipertrofiado del hipócrita culto a la nacionalidad y al patriotismo que los peruanos criamos tradicionalmente: un culto vacío, hecho de símbolos que nada representan, de signos sin referente y emblemas sin trascendencia.
El Perú no es un dios y la peruanidad no es una religión, pero la veneración a la bandera parece, sin embargo, el trasunto de un fanatismo debilucho, de dientes afuera, que cuida las formas aunque los contenidos se hundan en picada día tras día. A Leisy Suárez se le quiere acusar exactamente de la misma manera en que la Inquisición acusaba a quienes blasfemaran contra los símbolos de la fe católica.
(¿Dónde estaba Ántero Flores Aráoz cuando Jaime Bayly y Pedro Pablo Kuczynski dijeron que los peruanos de la sierra son brutos porque no les llega oxígeno al cerebro? ¿O es que ofender a los peruanos en términos racistas no es infinitamente más criticable que sentarse sobre una banderita?).
El patriotismo desbocado engendra tabúes de caricatura. Ya es bastante caricaturesco que los peruanos que viven en chozas malparadas, entre esteras y pestilencia, sin ningún cuidado del Estado ni ninguna atención del gobierno, estén obligados a izar sobre sus casitas, este 28, una bandera en la que reina como símbolo cruelmente irónico la imagen de un cuerno de la abundancia, signo de una riqueza que jamás será suya.
La bandera del Perú no representa absolutamente nada más que los sueños irrealizados de una clase social egocéntrica y cegatona. Mal se puede ofender un símbolo tan cínico y vacío.
¿Quién dijo Putis?...más que conservadurismo una cortina durísima de humo, enfermedad del olvido en verde olivo, pero claro, habría que preguntarle a las vicuñas y a las llamas por su "conciencia cívica"...
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