ARTE NUEVO y el fulgor de la vanguardia
Disidencia, experimentación visual y transformación cultural
“Todo nos pertenece”
Javier Heraud
Bolivia, 1963
Una confluencia de publicaciones y exposiciones realizadas en diversos países ha afianzado, en los últimos diez años, un creciente interés por revisitar aspectos específicos de las prácticas visuales surgidas en los años Sesenta y Setenta. Miradas críticas que, en su desajuste con enfoques previos –que se asumen como sesgados e insuficientes-, inscriben ámbitos antes imperceptibles por la historia y excluidos del comentario y el análisis, en un intento de poner en fricción otros aspectos ya destacados del periodo.
Aquellas décadas significaron para muchos escenarios internacionales la puesta en crisis de las condiciones de producción, circulación y recepción del arte. Un cuestionamiento de los paradigmas estéticos de una modernidad conservadora (como el culto al artista, la exaltada subjetividad o la trascendencia de la obra) que coincide localmente con la consolidación de nuevos procesos culturales y sociales simultáneos también al impulso tecnológico de la época, y cuyo despunte crítico se envuelve de las interrogantes sobre qué parece artísticamente pertinente para un país que ansiaba librarse del subdesarrollo. Tanto la oligarquía entonces declinante como el emergente orden burgués –así como, tratando de situarse en medio, la proyección seudo-revolucionaria del gobierno militar instalado hacia 1968–, serían sucesivas instancias ya adversas o represivas tanto en lo político como en lo cultural.
Es así que bajo el nombre de Arte Nuevo un grupo de artistas surca fugaz, aun cuando enfáticamente, la escena plástica de ese momento, marcando en su concisa denominación una clara ruptura con el arte precedente. Su uso aquí extendido involucra a todo un horizonte de producción visual que logra afirmarse en esos mismos años, el cual se traduce en un conjunto de propuestas luminosas capaces de advertir la súbita presencia de un umbral: el síntoma de las expectativas y, al mismo tiempo, su esplendor.
Esta exposición recoge la intensidad de cambios vertiginosos que asomaron durante aquel momento. La afirmación de un mundo nuevo marcado por una exploración visual expandida hacia lo cotidiano, capaz de reevaluar el lugar del sujeto y sus sentidos a través de experiencias perceptivas que desbordan y redefinen la ubicación cultural y política de la obra de arte en su vínculo con la realidad que la circunda.
Miguel López + Emilio Tarazona
Curaduría e investigación
[algunas vista de montaje de la Sala Luis Miró Quesada Garland. fotos: Miguel López]
fuia las dos salas y me parecieron recontra pasteles las obras
ResponderBorraren fin
ustedes tendran sus razones para darlas a conocer, revalorar, o simplemente mostrar sus archivos o colecciones privadas
ahora una consulta
diche vanguardia de lima, a nivel provincias y latinoamerica como andaba?
alias,
ResponderBorrarme parece interesante tu comentario porque pone en cuestion lo que piensa la gente que está visitando las salas. aunque al mismo tiempo no me deja en claro,
pasteles con referencia a qué? la actualidad? el arte que se hacía en otros lados? o como algo subjetivo que no te inspira?
De qué vanguardia hablamos y de qué arte nuevo hablamos, si estas obras tienen más de 30 años de antigüedad. Me parece que ha sido mal titulada esta obra. Tal vez hubiese sido mas interesante venderla como arte gráfico o pop art. En fin!
ResponderBorrarbueno me gustaria saber mas sobre los hechos sociales, politicos, y culturales que sucedieron mientras se creaba al arte nuevo en quella epoca, muchas gracias.
ResponderBorrar