En muchos días no había podido escribir nada y es que en verdad la semana para mí ha estado a mil. Estoy en México y como se imaginarán no podia desaprovechar la oportunidad de venir a trabajar el mayor tiempo posible, y eso es básicamente lo que he estado haciendo todos estos días: entrevistando personas, buscando documentos, revisando y comprando publicaciones y sumergiéndome en la biblioteca del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM para rastrear -ya se imaginarán los que me conocen- las derivas del pensamiento de Juan Acha entre su tránsito de Perú y México. Debo agradecer mucho a Rita Eder quien me ha facilitado el acceso, y con quien además he tenido el placer de compartir una buena conversación sobre el tema y sobre el cual nos debemos una charla aun más extensa. Definitivamente México es un éxito. Debo volver en algún momento ya en plan de vacaciones y salirme de tanto trajín académico, pero en verdad ahora lo estoy disfrutando mucho. Es gracioso pero llegar al Instituto de Investigaciones Estéticas de la inmensa y apoteósica UNAM ya marcaba una clara diferencia entre contextos: de venir de Lima donde la investigación histórica y crítica en arte contemporáneo es casi una utopia -utopia que por suerte algunos pocos se animan en realizar con las limitaciones abrumadoras que nos plantea el medio- y contrastar eso con México, donde en la misma UNAM existen una serie de institutos dedicados solo a la investigación, y no solo de arte sino sobre un sinfín de materias. Nos tomó tanto llegar al Instituto de Investigaciones Estéticas y pasamos tantos centros de investigaciones (de antropología, de ciencias políticas, de economía, de linguística, etc. etc.) en el recorrido del taxi que ya casi bromeaba con Emilio que si seguiamos un poquito más para allá encontraríamos un Instituto de Investigaciones sobre el comportamiento de las burbujas de jabón, o sobre las conductas de las hormigas de jardín durante época de lluvia. Claro, nos reíamos exagerádamente porque era casi impensable aun pensar en que en Lima existan espacios para investigar arte contemporáneo, el Instituto de Investigaciones Museológicas y Artísticas de la Ricardo Palma es tal vez la única, solitaria y esforzada plataforma que permite ciertas entradas sobre el tema, pero una Universidad como la Católica que se jacta de tener una carrera en artes (¿?) no tiene ni la más minima idea de lo que es investigar. ¿Investigar? ¿Pensar? No leas!- seguro dirían, pinta! Para que luego vengan los profesores a analizar el patético claroscuro sobre el cual se funda tanta superficialidad exacerbada y mitificada.
Esta noche escribo por fin porque creo que la conferencia del martes ya está lista. Lo cual es un alivio. Parece demasiado pero me parecía interesante tomar como excusa este ciclo de conferencias para cuestionar mi propia labor curatorial, poder examinar las desiciones tomadas, las apuestas que se corrieron, y poder ver, con algo de distancia, los aciertos y errores que todo trabajo de investigación y escritura conlleva. Ha sido buenísimo, y he tratado de sopesarlo hasta el final. Y ha sido excelente también porque me he obligado a revisar las experiencias otras que me acompañan en este Simposio. De Alvaro Barrios ya había podido ver la exposición que curó en Colombia, y sobre la cual tengo comentarios y opiniones bastante críticas que espero puedan discutirse mañana martes en la mesa –estaremos en la misma sesion lo cual lo hace particularmente atractivo-; de Suely Rolnik había podido leer sus textos publicados en Brumaria –efusivamente recomendados por Ana Longoni- y su trabajo curatorial en torno a la obra de la artista brasileña Lygia Clark y que son, debo reconocerlo, tal vez las reflexiones más significativas y sugestivas que he podido asimilar sobre el tema. Rolnik avanza hacia un aspecto que no se ancla en las puras obras en tanto producto material, sino que enfatiza sobre todo la experiencia inscrita en la participación relacional que varias de las piezas de Clark, entrando a su obra no a través de objetos sino por medio de entrevistas a aquellos que compartieron ese espacio casi clínico de compenetración y dialogo que muchas de las experiencias de Clark permitían. Así, su propuesta expositiva en torno a su obra en Nantes en 2005 es no solo una desestabilización de todo anhelo historicista, sino también la posibilidad de ver la obra como un registro perturbador de aquella vocación clasificatoria de la propia historia del arte. No puedo ahondar en su trabajo ahora, pero si recomiendo leer sus textos publicados en Brumaria, sobre todo aquel en el cual revisa crítica su trabajo curatorial –ya no recuerdo si es en el numero 5 ó 7, pero lo tengo en casa si alguien lo quiere se lo paso-. De Patricia Rizzo había ya comprado su libro el año pasado durante mi paso por Buenos Aires, y definitivamente su trabajo de reconstrucción de la muestra Experiencias ’68 es uno de los puntos mas algidos de la discusión. Creo que el tema de la pertinencia de recuperar obras y acontecimientos para el presente entraña la mayor cantidad de conflictos, no solo referido al ‘cómo’ se recuperan, sino también en relación al ‘por qué’. Sobre el proyecto Desacuerdos que se discutirá en esta primera session del lunes pues pienso ir con el pensamiento en cero, ya Raimond Chaves me había comentado el proyecto a través de documentos, lo cual se hizo más tangible aún a través de los libros que Jorge Ribalta me regaló hace algunos meses. Pero es definitivo que la complejidad y amplitud de investigación hacen de esta propuesta una especie de escritura rizomática de testimonios e ideas que me han fascinado pero que aun no he podido asir en su amplitud.
Con Rachel Weiss acabo de tener un afectuoso reencuentro. Ya habíamos podido compartir diálogos y discusiones en unas conferencias en el MACBA donde ambos estuvimos en mayo pasado, y esta nueva reunion definitivamente pudo reanudar inquietudes justamente sobre este tipo de eventos. Rachel me comentaba lo curioso que le parecía el silencio que hubo luego de curar Global Conceptualism en NY en 1999 y, como casi siete años después, ese mismo proyecto curatorial le demandaba presentar la misma conferencia en 7 lugares diferentes en un mismo año! ¿Qué es lo que ha sucedido en estos últimos tiempos para que estos aspectos efímeros de los 60s/70s se conviertan en un lugar común? Rachel ha decidido esta vez venir a hablar sin imagenes porque el contexto le parece sintomático. Que Tucumán Arde haya sido presentado en la reciente Documenta de Kassel también es un claro indicador de como estos signos están siendo asimilados y disueltos, en su potencialidad crítica, en una acción prácticamente simultánea. Hay ciertas nociones de mercado, de prestigio, e incluso de legitimidad discursiva que parecen haberse puesto en juego en relación a estas experiencias, una nueva lengua franca tal vez que no viene a sorprender a nadie –de hecho la discusión viene desde los 90s- pero que ahora, centrado en la recuperación de los 60s, parece haber cobrado un matiz diferente. Espero desde ya compartir la discusión nuevamente con Rachel, e incluso intentando mirar La era de la discrepancia en relación a esos mismos tamices.
Y tal vez el encuentro más chévere de la noche ha sido poder conocer a Lynn Zelevansky, quien es curadora del LACMA de Los Angeles. Encantadora como ella sola, era para mi imposible resistirme a hablarle sobre su exposición Beyond Geometry: Experiments in Form 1940s-1970s –sobre la cual va a dar la conferencia!-. Los que me conocen saben de mi pasión casi delirante –delirante porque en Lima casi no hay producción constructiva o geométrica- por el tema. De hecho es curioso que hace solo unos días me decidí por fin hacer una pequeña lista de obras y artistas sobre los cuales me gustaría trabajar esa condición geométrica que poco entusiasmo ha despertado en Lima en las últimas décadas. Y digo curioso porque hace años le vengo dando vueltas al tema, la fascinación que tengo por el minimalismo tal vez es lo que me ha permitido dar el salto al arte conceptual, y cuyos diálogos solo he podido compartir recientemente con Jorge Villacorta o con Augusto del Valle. De hecho Augusto se aventuró el año pasado a trazar un singular horizonte geométrico en la producción local en su exposición ‘Constelaciones’ (MALI), y aunque creo que su sensibilidad tiene pocos intelocutores, esa genealogía no-representacional tal vez podría permitir un acceso diferente para plantear interrogantes y entender ciertos derroteros del arte peruano de las cuatro últimas décadas. Conversaba con Lynn sobre mi fascinación sobre el geometrismo -y también sobre cierta impotencia momentánea que he sentido de plantear curatorialmente el tema- y ella me preguntaba sobre el porqué de la ausencia de este tópico en el contexto local: las respuestas son muchas y ninguna, pero recordé y le comenté de pronto el texto de Acha escrito en 1964 sobre la llegada a Lima de la exposición de Josef Albers, Homenaje al cuadrado, y como Acha hacía allí una especie de lectura de la escena en la cual adelantaba la poca aceptación de la obra de Albers haciendo un contrapunto que podría resultar significativo volver a observar: expresión-construcción.
La conversación con Lynn fue de ida y vuelta hasta que empezó la visita guiada que Cuauhtémoc y Olivier tuvieron la amabilidad de dar. Revisando ahora en mi cuarto de hotel los papeles entregados del Simposio acabo de notar que Lynn fue también curadora de ‘Sense and Sensibility: Women Artist and Minimalism in the Nineties’ de 1994 en el MoMA, al cual pude acceder textualmente a través del libro que A. M. Guasch que Max Hernández Calvo me presto hace algunos años sobre producciones curatoriales de los ultimos veinte años –libro fotocopiado que por cierto ahora creo haber perdido-. Entre la cantidad infinita de cosas que da vueltas últimamente mi cabeza estoy contento con que el minimalismo haya vuelto a ser un ruido en mi mente, ya casi lo tenía desplazado por la discusión sobre pop que la exposición de Rodrigo Quijano bien había traído a colación y sobre el cual hasta ahora, creo, tengo un texto pendiente. Ahora dormiré en paz, y definitivamente mañana espero seguir conversando con Lynn.
Hola Miguel, me gusta la frescura de tu post. Me había olvidado de ese libro (el de Guasch), que creo se quedó en Lima (¿o acaso yo también lo perdí?). Lo del minimalismo—que, como sabes, me encanta—y el Perú es todo un tema, aunque creo que quizás puede entenderse también como un tema en relación con el hemisferio sur (no tanto así el geometrismo, que es otra cosa). Ahora bien, sobre el geometrismo: no hay nada más ajeno al geometrismo que manejar en Lima. Y lo digo evocando una conversación que tuve con Ivo Mesquita hace varios meses atrás, en las que me dijo un chiste muy en serio: “el minimalismo sólo pudo surgir en un contexto calvinista.” Como para pensársela.
ResponderBorrar