domingo, marzo 04, 2007

Residencia de estudio

Hoy publicado en el Suplemento Dominical del diario El Comercio. La exposición Residencial San Felipe de Philippe Gruenberg y Pablo Hare se encuentra actualmente en la Sala de Fotografía del MALI.
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Residencia de estudio
Por Sergio Llerena


Exposición fotográfica sobre la Residencial San Felipe. Indagar en los significados colectivos o personales de uno de los lugares más emblemáticos de Lima es lo que logran Philippe Gruenberg y Pablo Hare con Residencial San Felipe, estudio fotográfico que se expone en el Museo de Arte de Lima.


Volver la mirada hacia los días de la infancia, y recordar lo que fue triste o feliz durante aquellos años, ha sido motivo y método para que numerosos creadores logren explicarse a sí mismos cuando mayores. Rilke afirmaba, convencido, que la infancia es la verdadera patria del hombre; y con eso no solo quería revelar la importancia de los recuerdos en la creación artística, poética en su caso, sino apuntar a los años primeros como el territorio al que uno perteneció más genuinamente y, sobre todo, al que uno nunca va a dejar de pertenecer en algún modo.

Estableciendo esta reflexión, el estudio fotográfico Residencial San Felipe de los fotógrafos Pablo Hare y Philippe Gruenberg se puede leer, por una parte, como un trabajo dedicado a explorar aquella "patria" permanente, ir de los años en que se fatigaban los corredores, escaleras o rampas del mencionado conjunto habitacional en el juego de la pega o el skateboard, hasta los primeros escozores por los cuales uno buscaba cobijarse entre los pliegues de esos edificios enormes para descubrir que las chicas se habían transformado, con sensualidad y de una manera espléndida, en algo urgente e irrenunciable.

La lectura nostálgica por aquellos años de la infancia, de la adolescencia, se hace más patente en cuanto este estudio fue, en su aparición original, parte integrante del poemario San Felipe Blues de Bruno Mendizábal. Este libro, aparecido en el año 2004, está constituido por una serie de poemas en donde la voz adulta de su autor porfiadamente se recoge hacia un registro adolescente de las cosas: los referentes son púberes y la forma discursiva juega con lo naif, en un lenguaje mayormente desprovisto del cálculo adulto de los efectos. Así, Mendizábal decía, por ejemplo, en Pinball Queen: En el pinball/ todo era normal/ hasta que llegaste tú.

Pablo Hare explica cómo sus propios sentimientos hacia la "resi" se condicen con esta especial lectura del estudio fotográfico: "A mí me gusta pensar en el tiempo que de adolescente pasé allí, en casa de mi amigo Pereira, en El Ágora, el pinball, en la bodega, en los pleitos de pandillas, los skates, el ron y otras cosas. Amplificados por el tiempo, esos momentos fueron muy buenos. No viví en la Residencial, pero pude disfrutar de un poco de aquello de lo que Bruno escribe".

El pinball al que alude Mendizábal tiene un retrato correspondiente dentro de la muestra fotográfica, así como otros más referentes espaciales señalados por el poeta; así entonces, resulta evidente decir que el áurea nostálgica que el trabajo despide es solo una lectura posible, y que, más aun, esta debe mucho a la asistencia del libro y su espíritu.


Fotografía parlante
La Residencial San Felipe fue una obra iniciada en el año 1963 durante el gobierno de Belaunde. Diseñada por el arquitecto peruano Enrique Ciriani, este conjunto habitacional apuntó en su momento a definir el estilo de vida del "hombre del futuro" mediante viviendas organizadas alrededor de un espacio común llamado ágora, con anillos en el segundo nivel para uso comercial, introduciendo la novedosa idea para la época del dúplex. En este sentido, San Felipe representa quizás el intento más relevante de una ciudad que, a mitad del siglo XX, buscaba dar el salto a lo moderno. Esto genera juicios de parte de Hare que, a su vez, enriquecen su trabajo fotográfico: "Creo que el carácter de San Felipe, su historia y el lugar que ocupa en la ciudad, puede dar lugar a una serie de reflexiones acerca de su importancia, a preguntas acerca de si el proyecto que representa tuvo éxito o no, si el uso de sus espacios corresponde a las aspiraciones de sus creadores, a analizar sus fallas, éxitos y su uso actual, etc.". Lo establecido por Hare es una manera interesante de aproximarse temáticamente a San Felipe, sin embargo, el fotógrafo se apura en señalar que lo hecho junto con Gruenberg no está dedicado a analizar social o políticamente la realidad de San Felipe, "ese no es nuestro trabajo", sostiene.

Sin embargo, resulta inevitable para el espectador introducirse en reflexiones de tipo social o político frente a las imágenes de Residencial San Felipe; máxime si uno es habitante de Lima y sensibiliza con los cauces que han llevado a nuestra ciudad a configurarse como el espacio mayormente decadente que es en la actualidad.



La imagen de un bingo con su cartel incompleto y descompuesto habla de un esplendor antiguo venido a menos, lo mismo que puede causar la imagen de una peluquería solitaria que resiste el paso del tiempo como sea. El devenir de San Felipe es testimonio de lo que nos ha sucedido como cuerpo social a través de los años, nuestra clase media resistiendo a su desaparición, la repetida resignación de todos frente a una bonanza que resulta siempre pasajera. Gruenberg y Hare logran una mirada reflexiva - social y política - en el espectador pese a sus pretensiones contrarias como artistas, y, paradójicamente, todo esto sucede precisamente por su original tratamiento estético de las fotografías: si no hubiera una atención tan explícita a los espacios, una mirada tan intrusiva en los modos de vida de la "resi" - la fotografía captando dormitorios, cocinas, comedores íntimos con una serenidad que ensordece por su silencio, por su quietud -, nadie repararía en este trabajo fotográfico más allá del correcto tratamiento de la luz y las perspectivas que posee, nadie le otorgaría cierto carácter de denuncia.


La gente que nunca estuvo
Si hay algún rasgo que determina en especial la calidad del trabajo de Gruenberg y Hare, es la atención exclusiva al elemento arquitectónico o inanimado en la fotografía, discriminando absolutamente el elemento humano. Residencial San Felipe es un estudio total de naturaleza muerta, pero por eso mismo logra una lectura rica sobre los individuos que habitan ese lugar, en tanto permite imaginar todo lo que de humano se puede esconder tras la quietud de las cosas. Ver una serie de autos estacionados, algunos polvorientos y vencidos por el tiempo, otros limpios y en impecable funcionamiento, nos mueve a imaginar la realidad - drama o ventura - detrás de la gente que los posee. ¿Qué de diverso habrá ocurrido en el destino de los hombres y se encarna en la figura de un auto desplomado? La respuesta es rica en sus alternativas por lo mismo que no se nos concede una explicación concreta. Todo resulta sugerido, inquietante en su misterio como el registro apacible de una caja negra. Hare sostiene al respecto: "En efecto hay un fuerte componente de lo arquitectónico en el objeto de las imágenes, pero la ausencia física de personas no implica en absoluto su negación, los rastros de ellas están por todas partes y es en esa aparente ausencia cuando su presencia, los rastros de ésta, se vuelven, en mi opinión, más significativos".

Por otro lado, es imposible dejar de atender la luz singular de Lima en todas las fotos, registradas siempre en tiempo crepuscular. Este tratamiento premeditado lo explica así Gruenberg: "Buscamos fotografiar de madrugada para lograr dos cosas claves en la serie: la ausencia física de personas y la luz pareja, sin sombras, acentuando el cielo gris de Lima. Por otro lado, el uso de la cámara de formato grande fue también una decisión importante en este sentido pues permite corregir perspectiva, cosa que nos interesaba mucho al fotografiar la arquitectura de San Felipe". Mezcla final de álbum de recuerdos, manifiesto con postura o instrumento para la interpretación de una realidad según cada cual, Residencial San Felipe constituye siempre un homenaje para una de los referentes arquitectónicos más importantes de Lima, más allá o dentro de su devenir triste o feliz.

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