martes, noviembre 11, 2008

Catherine David en la efímera intensidad de una conferencia


Pasé ahora por el auditorio del MACBA por la tarde para el Simposio del AICA, y debo decir que Catherine David fue lo mejor de la noche. Al parecer la trajeron especialmente para esta sesión porque le agradecieron bastante bastante el hecho que esté sentadita allí (ya se imaginan a una efusiva Anna María Guasch diciendo entre risas que no había suficiente tiempo para poder detallar su curriculum). Catherine fue excepcionalmente clara, entró directamente al tema de las 'Representaciones Árabes Contemporáneas' -que es el proyecto que empezó inmediatamente luego de dirigir la histórica Documenta X, Politics/Poetics, en 1997-, problematizando y desglosando directamente el uso de cada uno de sus términos en toda su dimensión política, y por qué había decidido no hablar de 'arte' en este caso (aunque imagino que eso en Barcelona es historia conocida ya que desarolla el proyecto precisamente con la Fundació Tàpies).

Catherine entró a la complejidad de pensar una 'modernidad' en un contexto donde no existía una noción de memoria como occidentalistamente podemos pensarla, y en un momento presente muy paradójico: es decir que por un lado carecía de soportes para esas representaciones de la memoria -ausencia de museos, registros, etc.-, contrapuesto directa y brutalmente hoy con el aparente boom del mercado del arte árabe (Dubai, El Cairo, etc.) que parece estar articulando una memoria artificial. Mercado al cual, por cierto, hizo trizas y añicos -la verdad si hubiera sido uno de esos coleccionistas de feria de Dubai, como esos a los que se refería, creo que hubiera salido tan avergonzado del auditorio que hubiera tenido que cambiar de profesión, sino de existencia-.

Catherine se dedicó un buen rato a hablar sobre problemáticas en torno a las maneras de 'ver' el mundo árabe (para este momento ya se había mandado un análisis de la palabra 'árabe' que fue brillante), y ciertas perspectivas que reiteraban la mirada colonial analogando todo ello con la emergencia económica de la cual tanto se ha hablado en torno a determinadas ciudades del medio oriente -lanzó una crítica feroz sobre la lectura del geógrafo Mike Davis en torno a Dubai-. También se mandó todo un rollo sobre lo absurdo que significa hablar de [artistas] 'emergentes' en este tipo de contextos -con lo cual criticó de paso al colega chino y a la curadora turca que hablaron antes-, ya que para ella toda posible 'emergencia' (toda urgencia) estaba precisamente en otro lado.

La parte más interesante fue cuando entró a tallar directamente sobre las modernidades 'problemáticas' o 'complejas' -según la traductora-, señalando la necesidad de hacer las lecturas desde los propios espacios-tiempo, capaz de quebrar la unidireccionalidad de las interpretaciones, hablando sobre distintos proyectos de modernidad encontrados, temporalmente dislocados. Hablando en particular de una modernidad arabe que se pueda situar en el siglo XIX, muy distinta de la modernidad colonial impuesta. Cuestionando la manera habitual de asumir el sentido de forma comparativa -de una representación, por ejemplo-, y no desde los conflictos políticos que desplaza el propio ejercicio de lectura. Involucrando además las retóricas del 'progreso' y su dimensión ideológica. Y claro, ello nuevamente enlazado con su crítica a la capitalización neoliberal de una memoria que no termina de ser memoria.

Pero algo que me impresiona más aún -y, la verdad, es lo que fui a buscar esta noche- es la pasión absoluta con la cual ella es capaz de decir cada palabra. Pero es que uno se da cuenta cuando alguien dice las cosas por encargo -como el fracaso de la conferencia de Arlindo Machado, el lunes pasado, hablando sobre 'el aparato cinematográfico' como si fuera tarea de escuela secundaria-, y cuando alguien las dice porque sabe que no puede hacer otra cosa que dejarlas salir de su cuerpo, cuando sabe que está poniendo en juego todo en cada una de sus sílabas. Es como una carga eléctrica. Y realmente Catherine decía las cosas para transformarlas, yo pensaría incluso que ya las transformaba en el decir mismo. Es impresionante. Cómo se puede compartir esa dimensión que ya deja de ser verbal para convertirse en algo síquico, profundamente singular. Asumir lo que dices en toda su afectividad, en toda tu corporalidad, y por ello mismo en toda su politicidad. Y pensar que tan poca gente es capaz de hacer eso, hay tanta burocracia de la cultura. Fue realmente emocionante -y reconfortante- estar frente a algo así nuevamente.


....buscando algo sobre Catherine David acabo de encontrarme con esta conversación que no tenía idea que existía. Es con el director de mi programa de estudios del MACBA, mi querido profesor Xavier Antich, así que lo comparto aquí con un ánimo doblemente político. Este es el link.

2 comentarios:

Gustavo Emé dijo...

excelente post miguel, muy claro, saludos.

Anónimo dijo...

Un gran derroche de cumplidos con buenos fines políticos.