Estoy feliz. Será imposible de olvidar. Ayer luego de todo el trajín y ya terminada la lectura de testimonios de los miembros de Arte Nuevo me sentía, en cambio, algo desubicado. Entre los ajetreos y complicaciones propias de todo evento me sentía casado y sin perspectiva real de la situación. Pero ya hoy todo luce diferente. Realmente fue grandioso.
Uno de los momentos más emocionantes para mí fue sin duda visitar con todos aquel lugar mítico llamado por los artistas de Arte Nuevo como 'El Ombligo de Adán' (sin Luis Arias Vera y Armando Varela quienes se encontraban en el extranjero, y sin Gómez Sánchez por encontrarse delicada de salud). Poder ver el pórtico y el interior, ahora convertido en una gran zapatería. Y verlos primero discutir por cual de todos aquellos locales sería la casona entonces convertida en galería. Una equivocación, que el tamaño de la puerta, dos equivocaciones, que si había escalera al comienzo, que si enfrente de tal ventana de Palacio de Gobierno, hasta que entre la tercera, y la cuarta inspección por fin el consenso fue unánime. Habíamos encontrado el lugar, y era inmenso.
Y mirar entonces el espacio con una fascinación inigualable, y ellos trayendo una cantidad de recuerdos que no sabían que estarían allí. Escuchando sus palabras, cruzando ideas y recordando amistades presentes en aquella exposición. Confirmando ciertas inquietudes sobre el uso del espacio y luego intentar reconstruir la primera exposición de Arte Nuevo!! Tarea en principio imposible pero que nos llenó de mucho entusiasmo.
Y mirar entonces el espacio con una fascinación inigualable, y ellos trayendo una cantidad de recuerdos que no sabían que estarían allí. Escuchando sus palabras, cruzando ideas y recordando amistades presentes en aquella exposición. Confirmando ciertas inquietudes sobre el uso del espacio y luego intentar reconstruir la primera exposición de Arte Nuevo!! Tarea en principio imposible pero que nos llenó de mucho entusiasmo.
Fue genial advertir como los recuerdos propios iban contaminando los ajenos, evocando la ubicación de las piezas, cada una de ellas, los colores, las formas, los tamaños. Tanteando las paredes, los techos, los rincones, e incluso intentando ver más allá de los paneles de madera que ahora transforman el lugar.

Ya la presentación en la Galería 80m2, en un lleno total, sería lo más sorprendente. Luego de leer, Emilio Tarazona -una crónica suya puede leerse aquí- y yo, una pequeña introducción escrita para la ocasión, proyectando además imágenes de su obra pocas veces vista, cada uno de los artistas daría un testimonio oral libre sobre sus experiencias y recuerdos de la vanguardia. Abriendo con un hermoso testimonio de Luis Arias Vera, y cerrando el encuentro con el testimonio desde Londres del escultor Armando Varela.

No habría forma de describir los testimonios porque estaría faltando a un clima emotivo muy particular. Pero debo reconocer la emoción que sentía al oír a cada uno de ellos y a quienes desde lejos nos acompañan, recordar los estímulos y vicisitudes personales que atravesaron para conseguir que sus propuestas fueran atendidas por una escena un tanto más cuadriculada que la hoy.

Hay un mí un deseo de historia, pero también un deseo personal. Una afectividad muy íntima que me hace reconocer en su espíritu rebelde el germen de algo casi invisible en momentos como los actuales, donde todo parece sacado de un molde (o de varios). Esas ganas singulares de crear sin prejuicios. Y saber además, como artista visual e investigador, que la suya es una historia prácticamente no contada -contamos entre ellos algunos pocos ensayos-, y que ellos (los artistas) tampoco han contado. Una historia que tiene todavía mucho por descubrir, y que ha entusiasmado mi existencia como ningún otro proyecto. Ayer, a 40 años de Arte Nuevo, la distancia no podía parecer más corta.
[imagen 1: Gloria Gómez Sánchez, Corbata, escultura-ambientación, 1968, obra destruída. Una de las imágenes que proyectamos ayer, publicada también pero sin mayores referencias en el catálogo La generación del 68 / imagen 2: Teresa Burga leyendo su testimonio en el Encuentro, flanqueada a la izquierda por Jaime Dávila, Víctor Delfín y Emilio Hernández/ imagen 3: José Tang, Estructuras, 240 x 180 cm., 1967. Colección del Museo de Arte de la Universidad de San Marcos]
[imagen 1: Gloria Gómez Sánchez, Corbata, escultura-ambientación, 1968, obra destruída. Una de las imágenes que proyectamos ayer, publicada también pero sin mayores referencias en el catálogo La generación del 68 / imagen 2: Teresa Burga leyendo su testimonio en el Encuentro, flanqueada a la izquierda por Jaime Dávila, Víctor Delfín y Emilio Hernández/ imagen 3: José Tang, Estructuras, 240 x 180 cm., 1967. Colección del Museo de Arte de la Universidad de San Marcos]
M, gran regalo el ser testigos de ese encuentro anoche. Muchas gracias a ti, a Emilio y a los miembros de Arte Nuevo.
ResponderBorrarAbrazo,
LM
tengo una nota sobre historieta peruana que te podría interesar. Mandame un mail a sigblade87@yahoo.com y te la mando con foto y todo. Saludos!
ResponderBorrarPol Rivas
hermoso!
ResponderBorrarSí, para mí también fue una gran experiencia. Y todo fue posible gracias al apoyo tan desinteresado de los artistas, gracias especialmente a ellos.
ResponderBorrarm.